Aramco se queda con la costa Pacífico y prepara el terreno para el ingreso de los saudíes a otros negocios en la región
Agroindustria, carne, salmones y minerales críticos son los principales sectores en los que podría invertir el Reino.

Latinoamérica se ha convertido en el nuevo foco de grandes inversiones extranjeras. China, Estados Unidos y Arabia Saudita lideran este interés, siendo este último un actor particularmente estratégico, con un plan que va mucho más allá de la compra de estaciones de servicio.
La monarquía saudí, liderada por el rey Salmán bin Abdulaziz y su hijo, el príncipe heredero y primer ministro Mohammad bin Salmán, impulsa una transformación económica profunda. En 2016, lanzó la iniciativa Saudi Vision 2030, un ambicioso plan para diversificar la economía más allá del petróleo.
El Reino opera a través de grandes fondos soberanos con una capacidad de inversión cercana a los US$ 925.000 millones y, según el director de Lunae Advisory, Carlos Cruz Infante, “ninguna de sus apuestas es al azar”.
Para el académico del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile, Robert Funk, el momento geopolítico es clave: “Hay una sinergia entre las ganas de Arabia Saudita de ampliar su actividad económica y del resto del mundo de diversificar sus mercados”.
¿Por qué invertir en Latinoamérica?
Uno de los primeros destinos fue Brasil, país que ofrece una combinación atractiva: influencia geopolítica en el sur global y una relación comercial consolidada, especialmente en alimentos.
“Brasil es el proveedor más relevante de carne de Arabia Saudita y también donde el reino ha invertido una cantidad monstruosa de dinero”, detalló Cruz.
Solo en ese mercado, la monarquía ya había desembolsado US$ 5.000 millones a 2024, y tiene planes de superar los US$ 15.000 millones.
Entre las apuestas más destacadas están el proyecto minero de la saudí Ma’aden -por US$ 1.400 millones- y la adquisición de una participación del 10% en el negocio de metales críticos de Vale, por US$ 2.500 millones.
Sin embargo para los saudíes, Brasil no sería reflejo de toda Latinoamérica. “Sí, Brasil tiene mucha influencia con India, China, Rusia y Sudáfrica en el BRICS. Es el socio por naturaleza y llevan mucho tiempo ahí, pero me da la impresión de que dijeron: ‘Brasil es un submundo y no representa cómo funciona el resto de la región’”, dijo Cruz.
La transición energética -impulsada por la demanda global de litio y cobre para autos eléctricos- ha llevado a los saudíes a mirar a Chile, Perú y Argentina, donde están los principales recursos minerales.
Cruz enfatizó que “Sudamérica le da a Arabia Saudita dos elementos que no tiene y nunca va a tener: seguridad alimentaria y, minerales, que en el desierto hay pocos”.
Aramco, su vehículo inicial
Con este contexto, Aramco, la petrolera estatal, se ha convertido en el principal vehículo de entrada a la región. Tiene presencia directa o en exploración México, Chile, Argentina, Colombia, Perú, Ecuador y Brasil, y en este último también están en diversos negocios, como el de la carne.
Chile, en tanto, fue elegido como el hub estratégico en la costa del Pacífico. La expansión se dio tras la compra de Esmax en 2023, operación que incluyó estaciones de servicio y tiendas de conveniencia. El plan: abrir más de 100 bencineras y 200 locales retail, como Stop.
“Esta decisión no fue improvisada”, enfatizó Cruz. “Ellos piden estudios financieros, de inteligencia corporativa y regulatorios antes de instalarse. Eso puede tardar, al menos, una década”.
Además, Aramco se quedó con la operación de Petrobras Chile y adquirió Primax al peruano Grupo Romero por US$ 3.500 millones, sumando así cerca de 2.300 estaciones de servicio en Perú, Colombia y Ecuador, y con 183 locales Listo! en Perú y 80 en Ecuador.
Más que un negocio de combustibles, Cruz sostuvo que el interés saudí está en “entender la logística, el marco regulatorio, la cultura local y el sistema de permisos. Eso vale más que las ganancias de las estaciones y locales”.
Moviendo el tablero
La siguiente jugada no sería una expansión geográfica, sino una profundización sectorial. Bolivia, por ejemplo, está descartada por su volatilidad política, a pesar de su riqueza en litio. Arabia Saudita apuesta por países “más estables”, según Cruz.
El próximo paso podría estar en el sector agrícola, considerando que la nación importa la mayoría de sus alimentos. “En Brasil, BRF construyó una planta gigantesca de carne halal en alianza con el gobierno saudí”, señaló el experto.
La semana pasada, ambas partes anunciaron una inversión de US$ 160 millones en otra fábrica de alimentos en la ciudad de Yeda.
Otros sectores de interés incluyen “la agricultura, salmonicultura, celulosa, todos rubros donde Sudamérica tiene ventajas competitivas”.
El interés minero también sigue latente. Pero, dijo, a diferencia de China -que ha invertido en firmas como SQM de forma indirecta-, Arabia Saudita buscaría un ingreso al negocio en una etapa posterior.
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