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Las brechas y desafíos del comercio electrónico postpandemia en Colombia y el resto de América Latina

La presidenta ejecutiva de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico, María Fernanda Quiñones, identificó los puntos que son necesarios abordar para continuar con el desarrollo de la actividad que involucre a todos los actores y también a todos los sectores económicos de los países.

Por María Gabriela Arteaga / Foto: Pexels, CCCE I Publicado: Martes 19 de julio de 2022 I 11:00
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El comercio electrónico, sin duda alguna, despegó impulsado por la dinámica de la pandemia y en la industria aseguran que la tendencia llegó para quedarse. Sin embargo, también existe consenso en que aún queda mucho espacio para crecer, y que el mismo desarrollo ha plantado desafíos por abordar en América Latina y el mundo.

Desde la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), su presidenta ejecutiva María Fernanda Quiñones identificó temas como las brechas en conectividad, la falta de seguridad jurídica, nuevos modelos de negocio y asuntos relacionados con la inclusión financiera como algunos de los factores que están impidiendo que el e-commerce tenga el despliegue que debería tener.

“Ya se está empezando a comprender cómo debe medirse esa preparación de las economías para poder recibir dinámicas de comercio digital. El comercio electrónico, más allá de ser un canal de venta adicional, es realmente una actividad que puede impregnar de muchísimas eficiencias a las economías de los países”, apuntó en el espacio Conexión América, de DFSUD.com.

Y explicó que la actividad permite trazar los intercambios económicos y transparentar aquellos que, por diversas razones, no se estén fiscalizando. “Ese tipo de nuevas dinámicas y esa capacidad de construir el comercio electrónico es parte de lo que estamos viendo ahora”, dijo.

De ahí, surge la duda entonces respecto de qué se puede hacer para impulsar a que se den variables favorables para un despliegue como el esperado.

A juicio de la experta, es necesario que se den discusiones con un sentido de mayor urgencia, que amerite proveer un ambiente seguro para todos los intervinientes, que permita una ruta de inversión y que también permita la interacción del consumidor con tranquilidad. “Ahí es donde tenemos ese gran desafío”, sinceró.

Colombia y su avance

Quiñones también entregó cifras específicas de Colombia y de cómo ha crecido la actividad en comparación con 2019, antes de la crisis sanitaria. Para entonces, dijo, solo el 8% de la población hacía comercio electrónico; ahora, más de dos años después, contabilizan alrededor de un 10%, que se traduce en unas 5 millones de personas.

“Estamos bastante lejos de tener un mercado conquistado, pero, en general, ha venido dándose una penetración también en los intercambios cotidianos, que era algo que no teníamos”, en categorías del día a día, como alimentos preparados, mercado del hogar y servicios, explicó.

Ahora bien, señaló que parte del lento avance está relacionado a que el comercio digital en Colombia –como ocurre con muchos países de América Latina- es una actividad más propia de los altos estratos económicos. “El colombiano promedio que hace comercio electrónico gana tres veces el salario mínimo del país. Entonces, también nos queda entender y llevarlo a todas las realidades económicas; para eso hay muchos desafíos”, apuntó.

A ello se suma la brecha que existe en el uso de las plataformas digitales y en el acceso al sistema financiero. Según la CCCE, solo el 68% de la población en ciudades está conectada a Internet y un 36% lo está en áreas rurales. “No tenemos la posibilidad de que, en las actividades económicas del país como en el agro, se utilice el comercio electrónico; y ello podría contribuir a intermediar, a acercar esas puntas entre el productor y el comprador”, señaló Quiñones.

También hay dificultades en el tema logístico, porque no existe una intermodalidad estructurada, y asuntos de protección al consumidor, que ya no van de la mano con las nuevas realidades del comercio digital.

Para la ejecutiva, el trabajo que queda por delante es desafiante y, por ello, consideró también necesaria la articulación con el Estado, en tiempos de cambio de gobierno. “Vamos a ver cómo avanzamos ahora que hay un replanteamiento natural de las relaciones con el Estado. Sin duda, con el gobierno saliente tuvimos unas rutas de trabajo muy importantes, como la creación de una política pública para comercio electrónico, la estructuración de una guía para que las personas que están a cargo de proteger al consumidor sepan como son los roles de los diferentes actores. Vamos a ver cómo se avanza en ese tema”, apuntó.

Economía colaborativa

En materia de regulación hay también temas pendientes y según Quiñones, “es propio de la disrupción que estamos viviendo”.

“La regulación, aquí, en Chile y en cualquier parte, va dos, tres o cuatro pasos atrás de lo que van las innovaciones tecnológicas y los planteamientos de negocio en general”, consideró la experta.

Por ello, estimó, es importante entender que hay unos nuevos modelos de negocio y formas de contribuir a la economía sin inhibir a quienes forman parte del mercado. “Lo que más nos preocupa, a grandes rasgos, es el entendimiento del rol y de las responsabilidades que tienen los diferentes actores dentro de la economía digital”, señaló.

En este caso en particular, se refirió a las economías colaborativas que, en la mayoría de los países, aún enfrentan grandes obstáculos. “Me parece todavía increíble que aún esto sea una discusión, aun cuando se demostró con creces durante la pandemia que no hubiéramos podido sobrevivir sin ellas”, dijo.

Y cuestionó: “¿Entonces, cómo incorporamos en nuestras nuevas realidades de movilidad y abastecimiento de logística a las economías colaborativas? Es un gran desafío y es algo que hay que trabajar”.

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Proyecciones y nuevo gobierno

La CCCE estima que este año, en comparación con los anteriores, la actividad online va a crecer del orden del 20%, a medida en que se amplía a más categorías. Todo ello, agrega, acompañado también de un cambio en la composición de los medios de pago, en el que las tarjetas de crédito retoman su posición y desplazan el uso de las transferencias bancarias y las tarjetas de débito, que se vieron impulsadas en la pandemia.

Es una proyección “positiva para la industria”, dijo la titular de la institución, “en la medida en que logremos penetras más actividades económicas y estamos dirigiendo todos los esfuerzos para que eso sea posible”.

Eso sí, reconoció que habrá “un cierto impacto” del aumento de la inflación y el alza de tasas, específicamente en los bienes importados que son los que más se transan de forma digital. “Son las categorías reinas del comercio electrónico: tecnología y electrodomésticos; evidentemente la devaluación del peso va a incidir en la compra de estos artículos, así como el índice de confianza del consumidor”, señaló Quiñones.

Pero prevén un apalancamiento importante en el sector de servicios (alimentos, artículos del hogar, entretenimiento y turismo, por ejemplo) lo que, además, consideró puede ir de la mano con los planteamientos del gobierno que asumirá en poco más de dos semanas.

“Es una ruta que puede ir un poco acompasada con esos planteamientos. El comercio electrónico puede ayudar a la diversificación de la canasta exportadora que, como todas en América Latina, están muy basadas en commodities”, señaló.

Marcela Torres, la ejecutiva que condujo la travesía de Uber en Colombia

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