A un año de las elecciones, Brasil se divide entre la polarización y la oportunidad de un nuevo ciclo político
El analista político José Luciano de Mattos Dias ahonda en los paralelos con Chile, los riesgos de gobernabilidad para Lula y las posibilidades de un reacomodo de fuerzas que podría redefinir la relación de Brasil con el mundo.

Brasil, la mayor economía de América Latina, está a un año de sus históricas elecciones presidenciales, y con ello se cerrará la ronda de comicios en la región.
En conversación con DFSUD durante su paso por Santiago, el analista político brasileño José Luciano de Mattos Dias analizó los paralelos entre Brasil y Chile, los desafíos inmediatos del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y las posibilidades de un giro hacia la derecha.
Con un tono crítico y prudente, el experto advirtió que tanto en Santiago como en Brasilia se repite un patrón: mandatarios que comienzan con altos niveles de popularidad, pero que pronto se ven desgastados por las expectativas sociales y los límites fiscales. Ese desgaste, señaló, allana el terreno para una oposición fortalecida que promete reformas estructurales.
Países en transformación
El experto observó que en ambos países, los gobiernos de izquierda enfrentan problemas permanentes de popularidad, en buena parte por la dificultad de atender las demandas sociales con recursos limitados, lo que -dijo- termina erosionando las posibilidades de continuidad.
En Brasil, explicó, la polarización política sigue marcando el pulso electoral, con una división territorial muy marcada entre el noreste, bastión del Partido de los Trabajadores (PT), y São Paulo y el sur, inclinados a la derecha.
La gran novedad es que el bolsonarismo, sin un candidato propio consolidado, se ve obligado a negociar con la centroderecha tradicional, que domina el Congreso y concentra la mayor parte de la ciudadanía conservadora.
“Esa unión podría dar lugar a un bloque con capacidad real de gobernar”, subrayó.
Aseguró que aquello contrasta con el oficialismo, donde Lula aparece debilitado y con menos margen en regiones clave. La incógnita, añadió, es si el propio mandatario buscará la reelección o si el PT optará por otra figura capaz de tender puentes hacia el centro político.
¿Habrá giro a la derecha?
Si bien el escenario presidencial todavía está abierto, el Congreso ya se muestra claramente inclinado hacia la centroderecha, lo que anticipa un cambio profundo en la correlación de fuerzas.
Para los mercados, dijo el analista, esto representa una oportunidad inédita: “Un gobierno alineado con una mayoría parlamentaria que permita finalmente aprobar reformas largamente postergadas, como la del gasto público, la apertura comercial y un nuevo pacto fiscal”.
De Mattos Dias incluso proyectó que un triunfo opositor podría redefinir la relación de Brasil con Estados Unidos y con sus socios regionales, alejándose del enfoque de Lula en los Brics y en China.
“No es prudente cuantificar lo que significaría, porque el impacto sería enorme, casi revolucionario”, advirtió.
Y es que la dimensión geopolítica también se juega en esta elección: una eventual ola de gobiernos de derecha en la región, sumada al renovado interés de Washington en América Latina, podría cambiar radicalmente el tablero.
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Herencia de Lula
Consultado sobre los desafíos que enfrenta Lula en este último tramo de Gobierno, De Mattos consideró que lo principal será evitar la tentación de aumentar el gasto público para mejorar sus oportunidades en las urnas.
“Medidas como un eventual subsidio masivo al transporte urbano, con alto costo fiscal, generarían incertidumbre en los mercados y tensiones adicionales en el Congreso, donde el Ejecutivo ya enfrenta dificultades para aprobar proyectos modestos”, relató.
En paralelo, plantea que la sociedad brasileña muestra cansancio frente a la inflación y una creciente incomodidad con la agenda de costumbres impulsada por la izquierda, temas que han fortalecido el voto evangélico y conservador.
El doctor en Ciencias Políticas del Research Institute de Rio de Janeiro reconoció que hay pérdida de confianza en las instituciones -golpeadas por escándalos de corrupción y por la desconfianza en el sistema electoral-, lo que completa un cuadro desafiante.
“Hoy la elección ocurrirá en un momento muy negativo para las instituciones. Pero, al mismo tiempo, la victoria de la oposición abriría un horizonte de reformas del Estado y de recuperación de credibilidad”, sostuvo.
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¿Qué esperar de 2026?
De cara al próximo año electoral, De Mattos Dias identificó riesgos para ambos bandos políticos. Para el oficialismo, el desafío es mantener la gobernabilidad en un Congreso adverso. Para la oposición, la incógnita es si logrará consolidar la unidad entre el bolsonarismo y la centroderecha, sin que surjan “candidaturas salvajes” por fuera de los acuerdos.
Así, el analista dijo que Brasil se acerca a un momento decisivo, con la posibilidad de iniciar un ciclo de reformas profundas si se materializa la convergencia de fuerzas conservadoras.
El desenlace, sin embargo, dependerá de cómo se resuelva la ecuación Lula–PT y de la capacidad de la oposición de articular un proyecto común.
“Es una oportunidad única”, resumió De Mattos Dias, “pero también un escenario cargado de riesgos, donde cada movimiento puede alterar el rumbo no solo de Brasil, sino de toda la región”.
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