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Anais Cisneros y Amela: rompiendo la barrera del capital de riesgo femenino en la región

Tercera generación de una familia de emprendedores, la ejecutiva peruana creó el ecosistema que conecta a más de 250 fundadoras con inversionistas globales en 14 países.

Por: Dayanne González / Foto: Anais Cisneros I Publicado: Lunes 1 de septiembre de 2025 I 04:00
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En 2021, desde Berlín, la peruana Anais Cisneros se topó con un artículo que aseguraba que en Latinoamérica no existía capital destinado a startups fundadas por mujeres. “El texto decía cero. Me molesté muchísimo y pensé que algo tenía que hacer al respecto”, contó a DFSUD. 

Esa indignación se transformó en acción: nació Amela, el club de networking para mujeres en tecnología más grande de la región, con más de 250 fundadoras activas en 14 países de América Latina y Europa.

El gremio cuenta con el respaldo de inversionistas reconocidos como Adrián García Aranayos (presidente global de Endeavor hasta marzo de este año), Gina Gotthilf (cofundadora de Latitud Ventures), Héctor Sepúlveda (cofundador de Nazca Ventures), entre otros. 

“Soy la tercera generación de emprendedores en mi familia. Crecí viendo cómo el emprendimiento podía cambiar vidas y entornos, y entendí que yo también quería generar desarrollo desde ahí”, relató Cisneros. 

Tras una carrera en consultoría financiera y experiencia en fondos como Rally Cap VC (San Francisco), Samos Investments (Londres) y como venture partner en EWOR (Berlín), decidió enfocar su trayectoria en resolver una brecha que todavía parece compleja: el escaso acceso de las mujeres al capital de riesgo. 

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El trabajo de Amela

Lo que comenzó como una comunidad de apoyo entre fundadoras se transformó en un network que ofrece mentorías, cursos y programas de levantamiento de capital. Solo en los últimos seis meses, Amela ha acompañado 22 equipos que lograron recaudar más de US$ 5 millones en rondas semilla.

El modelo combina acompañamiento práctico con generación de redes, y el valor agregado, explica Cisneros, está justamente en ayudar a crear conexiones estratégicas. “Muchas veces las mujeres no acceden a ciertos círculos donde se toman las decisiones”, comentó.

Así, diseñaron distintos espacios que combinan formación y networking estratégico. Uno de ellos es el Fundraising Bootcamp, donde entrenan a las emprendedoras en cómo presentar sus proyectos y negociar con inversionistas. También el Morning Cup, encuentros que empiezan con ejercicio y terminan con un café, pensados para generar vínculos genuinos entre founders e inversionistas antes de hablar de capital.

A ello se suma una red de mentorías con referentes globales, desde ejecutivas de Tinder hasta líderes de Cabify, y nuevos programas enfocados en prototipos con IA. “La idea es crear las condiciones para que las emprendedoras tengan las herramientas, contactos y la confianza de lanzarse a construir negocios sostenibles”, comentó Cisneros. 

Pero además de apoyar startups ya en marcha, Amela también cuenta con programas para futuras fundadoras, aquellas mujeres que aún no se atreven a dar el salto, pero que buscan referentes y acceso a mentorías. “Queremos que se rodeen de personas que ya recorrieron ese camino porque ese contacto puede marcar la diferencia entre quedarse con la idea o lanzarse a emprender”, explicó. 

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Romper la brecha del 2%

El interés de las mujeres por emprender ha crecido, pero la realidad sigue siendo dura: apenas el 2% del capital de riesgo global llega a startups fundadas por mujeres. Para Cisneros la explicación está en la falta de acceso. “No hay manera de justificar ese número. Sí hay mucho talento pero falta red, falta conocimiento. Yo misma, con un MBA y experiencia internacional, no tenía idea por dónde empezar cuando lancé mi primera startup”, recordó. 

En la experiencia de Amela, el talento femenino en tecnología existe en toda la región, pero las condiciones del ecosistema marcan diferencias. México se ha convertido en la cuna de los emprendimientos liderados por mujeres y concentra buena parte de la red. Colombia, en cambio, “empezó muy bien, pero ahora está un poco rezagado”, reconoció. 

Argentina, por su parte, sorprende por un factor cultural. “Las argentinas se atreven a intentar de todo, y eso es muy bueno en el tema de startups. Si uno no pone un pie adelante para arriesgarse es difícil que algo despegue” enfatizó. 

Con un MBA en Insead, experiencia en más de 10 países y dominio de cinco idiomas, Cisneros tiene claro lo que quiere lograr con Amela en el largo plazo. “Estamos mejor preparadas que nunca en la historia, pero seguimos sin las mismas posibilidades de acceso al capital. Mi obsesión es encontrar la forma de asegurarme de que cada mujer en este rubro encuentre las oportunidades que se merece”, concluyó.

Anais Cisneros
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