Colombia y Venezuela se preparan para restablecimiento de relaciones bajo Gustavo Petro
El presidente izquierdista entrante se enfrenta a la difícil tarea de tratar de solucionar los problemas sin acercarse demasiado al régimen de Maduro.
Por Gideon Long
Bogotá
Entre las muchas cosas que Gustavo Petro quiere cambiar como próximo presidente de Colombia está la fracturada relación de su país con Venezuela, su vecino más importante, pero durante años un acérrimo enemigo político.
Los dos países han seguido trayectorias diferentes desde que Hugo Chávez tomó el poder en Venezuela en 1999 y lanzó su "revolución bolivariana" socialista, una ideología mantenida por el actual régimen autoritario de Nicolás Maduro.
Con la elección de Petro en junio como el presidente más izquierdista de Colombia, nunca ha habido un mejor momento para mejorar los lazos con Caracas, han indicado los analistas. Pero hacerlo no será fácil: Petro se enfrentará a la presión de la derecha colombiana; a la de ciertas fuerzas dentro de Venezuela; y a la de EEUU para que el régimen de Maduro rinda cuentas por los abusos de los derechos humanos y por socavar la democracia.
"Hay razones muy claras para que Colombia restablezca las relaciones con Venezuela", dijo Geoff Ramsey, director para Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, su sigla en inglés), una organización no gubernamental. "Sin embargo, el reto para Petro será hacerlo de una manera que no normalice una dictadura".
Petro ha dicho que quiere reabrir la larga y a menudo anárquica frontera entre los dos países, algo que Maduro también quiere. Para hacerlo, sin embargo, el presidente colombiano tendrá que lidiar con poderosos grupos armados a ambos lados de la frontera.
También ha habido una enorme afluencia reciente de migrantes. Millones de venezolanos han llegado a Colombia huyendo del colapso económico en su patria. Alrededor de 1,8 millones permanecen en el país, y muchos dicen que no volverán a casa hasta que Maduro se haya ido.
Históricamente, Colombia y Venezuela han disfrutado de estrechos lazos. En su día formaron parte del mismo país, la Gran Colombia, que abarcaba una vasta franja del norte de Suramérica. El presidente saliente de Colombia, Iván Duque, suele referirse a ellos como "hermanos siameses".
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Pero, a la vuelta del siglo, los países tomaron direcciones ideológicas radicalmente diferentes. Tres años después de la llegada de Chávez al poder, Colombia eligió al presidente de extrema derecha Álvaro Uribe, quien tomó medidas represivas contra los grupos guerrilleros de izquierda que contaban con el apoyo de Chávez.
Las dos décadas transcurridas desde entonces han estado marcadas por amenazas militares, cierres de la frontera, insultos y frecuentes rupturas de las relaciones diplomáticas. En 2019 las cosas llegaron a un punto álgido cuando Duque y la administración estadounidense de Donald Trump reconocieron a Juan Guaidó, el líder opositor venezolano, como legítimo líder interino de su nación, alegando que Maduro se había robado el poder.
Maduro estaba enfurecido y rompió los lazos diplomáticos con Bogotá. Y no se han restablecido. Cuando se desató la pandemia de coronavirus, se cerró la frontera entre los dos países. Aunque es porosa y la gente la cruza a pie, está cerrada al tráfico de vehículos.
Petro, quien asumirá su cargo el 7 de agosto, ha afirmado que la reapertura de la frontera no sólo ayudará a la gente que vive a lo largo de ella, sino que también garantizará que los migrantes venezolanos, quienes a menudo les pagan a pandillas armadas para garantizar su paso seguro, puedan entrar legalmente a Colombia. La frontera tiene una longitud de 2.200 km y atraviesa una densa selva en gran parte de su recorrido.
Relaciones en vilo
"Desde una perspectiva humanitaria, de seguridad y económica, el cierre de la frontera ha sido un desastre", dijo Bram Ebus, consultor del International Crisis Group en Bogotá y experto en la zona fronteriza. "Ha empujado a los migrantes en la dirección de grupos criminales", los cuales incluyen a la mayor agrupación rebelde marxista existente en Colombia: el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Los analistas han señalado que algunos de esos grupos están protegidos por el régimen de Maduro y por las fuerzas armadas venezolanas. Si Petro trata de reprimirlos —recientemente dijo que quería "perseguirlos, arrinconarlos y desplazarlos"— pudiera poner a su gobierno en conflicto con Caracas.
Petro también quiere restablecer las relaciones diplomáticas, al igual que Maduro, quien está ansioso por el reconocimiento internacional. En una ruptura con la administración Duque, el nuevo presidente colombiano no reconocerá a Guaidó como líder de Venezuela.
El restablecimiento de las relaciones pudiera con el tiempo significar tener embajadores de los países en las capitales de cada uno, pero, al menos al principio, es probable que sólo signifique relaciones consulares.
"Sería un error intercambiar embajadores de la noche a la mañana", dijo Ramsey. "Hay una fina línea entre involucrarse con las autoridades ‘de facto’ en Caracas y normalizar el autoritarismo".
Petro también ha indicado que quiere restablecer el comercio con Venezuela. Los dos países solían tener un vibrante comercio transfronterizo, pero se ha desplomado a medida en que la economía venezolana ha implosionado. En la actualidad, Venezuela representa menos del 1% de las exportaciones oficiales de Colombia, aunque los contrabandistas transportan todo tipo de mercancías, legales o no, a través de la frontera en ambas direcciones.
EEUU ha estado siguiendo atentamente la potencial distensión. Algunos analistas han dicho que Petro pudiera ayudar a reparar las relaciones entre Washington y Caracas, las cuales apenas han evolucionado desde la elección de Joe Biden, quien heredó la estrategia de "máxima presión" de Trump diseñada para derrocar a Maduro. Venezuela está sometida a duras sanciones estadounidenses, y Washington no tiene embajada en Caracas. En su lugar, mantiene una oficina externa para Venezuela en Bogotá.
"Petro pudiera ser un intermediario para la relación entre EEUU y Venezuela, dado que Colombia tradicionalmente ha sido un cercano aliado de EEUU e, ideológicamente, Petro tiene una mayor afinidad con Maduro que Duque", dijo Daniela Cuéllar, consultora senior de la firma de gestión empresarial FTI Consulting en Bogotá.
En Caracas, Félix Arellano, un experto en relaciones internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dijo que le habían llamado la atención las diversas declaraciones de Petro sobre Venezuela desde que ganó la presidencia el 19 de junio. El exguerrillero urbano, quien era admirador de Chávez, ha criticado abiertamente al régimen de Maduro y ha pedido la liberación de los presos políticos en Venezuela. Y Petro accedió a la insistencia de Duque para que Maduro no fuera invitado al traspaso presidencial del próximo mes en Bogotá.
Sin embargo, ya ha hablado por teléfono con Maduro e insiste en que los dos países deben recomenzar las relaciones.
"Petro está consciente de que no va a ser fácil desarrollar una relación fluida con Venezuela porque hay muchos problemas fundamentales que abordar", dijo Arellano. "Pero, sin embargo, yo creo que lo va a intentar".
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