Dueño de brasileña JBS viajó a Venezuela para pedirle a Maduro que deje el poder

Joesley Batista, copropietario del gigante cárnico brasileño JBS, se ha posicionado como un intermediario discreto en la tensa relación política que mantiene el gobierno estadounidense del Presidente Donald Trump con el régimen de gobernante venezolano Nicolás Maduro.

De acuerdo con información de Bloomberg, Batista habría viajado a Caracas la semana pasada en un intento por persuadir a Maduro de atender el llamado de Trump a renunciar y permitir una transición pacífica del poder.

Funcionarios del gobierno de Trump habrían estado al tanto de los planes de Batista de visitar Caracas, pero en lugar de ir en nombre de EEUU, el magnate brasileño terminó viajando por iniciativa propia, de acuerdo con personas familiarizadas con el viaje.

J&F SA, la empresa holding de la familia Batista señaló en un comunicado que Joesley, "no es representante de ningún gobierno” y declinaron en ofrecer más comentarios sobre el asunto.

En paralelo, la Casa Blanca también declinó en comentar. Ni el Ministerio de Información de Venezuela ni la oficina de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, respondieron las solicitudes de comentarios sobre la visita de Batista.

Este hecho marca uno de los intentos más recientes por aliviar las tensiones diplomáticas luego de que Trump amenazó con ataques terrestres en Venezuela tras meses de ataques letales contra supuestas embarcaciones de narcotráfico.

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Estados Unidos ha señalado que el régimen de Maduro es ilegítimo y que es un grupo criminal que no solo se robó la elección del año pasado, sino que también facilita la exportación de cocaína desde Colombia, lo que provoca muertes de estadounidenses.

El esfuerzo de Batista por mediar con Maduro siguió al mayor despliegue militar de EEUU en aguas alrededor de América Latina en décadas y a más de 20 ataques estadounidenses contra embarcaciones supuestamente dedicadas al tráfico de drogas cerca de las costas de Venezuela y Colombia que mataron a más de 80 personas.

“Conocemos cada ruta, conocemos cada casa, sabemos dónde manufacturan”, dijo Trump en un evento en la Casa Blanca, donde también reiteró que los ataques terrestres comenzarán pronto. 

A los intentos de de diálogo de Batista, se suman otros como del enviado estadounidense Richard Grenell, diplomáticos de Catar e inversionistas financieros y petroleros con intereses en Venezuela. Aunque las propuestas varían respecto a cuánto tiempo permanecería Maduro en el poder, todas han apuntado a evitar una escalada de ataques que hasta ahora se han librado en aguas internacionales.

En una entrevista emitida esta semana, El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, puso en duda la posibilidad de que Estados Unidos pueda negociar un acuerdo con Maduro para detener a a los narcotraficantes, aludiendo a que el líder venezolano ha incumplido compromisos repetidamente a lo largo de los años. 

Pese a todo, Batista tiene el perfil perfecto para tender puentes con Maduro, pues es una figura poco común con buenas relaciones tanto con Trump como con el régimen de Maduro.

JBS es propietaria del productor de pollo Pilgrim’s Pride Corp, con sede en Colorado, que dio US$ 5 millones al comité inaugural de Trump, la mayor donación individual.

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Este año obtuvo la aprobación de la Comisión de Bolsa y Valores para cotizar sus acciones en Nueva York, superando la fuerte oposición de grupos ambientalistas e inversionistas activistas por preocupaciones sobre escándalos previos de sobornos que involucraron a los hermanos Batista y el presunto papel de la empresa en la deforestación ganadera de la Amazonia.

Previamente, Batista se reunió con Trump para abogar por retirar los aranceles a la carne y promover una distensión con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

JBS es el mayor proveedor de carne del mundo y tiene más de 70.000 empleados en EE.UU. y Canadá.

Los vínculos de la familia Batista con Venezuela se remontan al menos a una década. JBS y Maduro negociaron hace años un acuerdo de US$ 2.100 millones para suministrar carne y pollo a Venezuela en un momento en que la nación enfrentaba aguda escasez de alimentos e hiperinflación. 

A su vez, J&F posee producción petrolera en Argentina. La empresa había considerado invertir en una empresa petrolera conjunta en Venezuela centrada en activos que pertenecieron a ConocoPhillips y fueron confiscados por el gobierno del predecesor de Maduro y su padrino político, Hugo Chávez, en una ola de nacionalizaciones en 2007.