Muere el Papa Francisco a sus 88 años y deja un legado de humildad y reforma
"A las 7:35 de esta mañana, el obispo de Roma, Francisco, ha vuelto a la casa del Padre", anunció el cardenal Kevin Farrell. El Sumo Pontífice visitó 66 países desde el inicio de su papado en marzo de 2013, con Brasil como su primer destino en julio del mismo año. Luego pasó por Ecuador, Bolivia, Chile y Paraguay, entre otros, y dejó a Argentina, su país natal, como la gran deuda.

Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia católica, falleció a los 88 años, dejando tras de sí un pontificado marcado por la reforma, la defensa de los más vulnerables y un llamado constante a la fraternidad humana.
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de inmigrantes italianos, el futuro Pontífice vivió una juventud sencilla. Antes de ingresar al seminario, estudió química y trabajó en un laboratorio. Su vocación religiosa lo llevó a unirse a la Compañía de Jesús en 1958 y, tras una formación rigurosa, fue ordenado sacerdote en 1969.
En 1992, fue elegido como Obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires por Juan Pablo II. En junio del mismo año recibió la ordenación episcopal del cardenal Antonio Quarracino por parte de la Catedral de Buenos Aires y, cinco años después, se convirtió en Arzobispo Coadjutor de la capital argentina.
Con la muerte del cardenal Qurrancino en febrero de 1998 asumió la completa conducción del Arzobispado. Durante su ministerio en Argentina, Bergoglio se destacó por su humildad y compromiso con los más necesitados. Se convirtió en una figura emblemática de la "Iglesia de los pobres", utilizando el transporte público y evitando los lujos que a menudo acompañan a la jerarquía eclesiástica.
Su designación como cardenal en 2001 por Juan Pablo II reforzó su perfil internacional. Sin embargo, fue en 2013 cuando el mundo puso los ojos sobre él: tras la renuncia de Benedicto XVI, los cardenales lo eligieron como el Sumo Pontífice número 266, convirtiéndolo en el primer latinoamericano y el primer jesuita en alcanzar el trono de Pedro.
Entonces adoptó el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, un gesto que anticipaba su compromiso con la pobreza y el medioambiente. Hoy, con poco más de 12 años liderando la Iglesia, el papado de Francisco llegó a su fin, tras padecer una neumonía bilateral que lo mantuvo más de 15 días hospitalizado.
Durante su gestión, realizó 47 visitas apostólicas a 66 países. Latinoamérica no fue la excepción. Sin embargo, y a pesar de que estuvo entre sus deseos, nunca volvió su país natal, aunque se esperaba su llegada a Argentina en 2025.
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La ruta latinoamericana
La primera visita del Papa a Latinoamérica fue a Brasil, pocos meses después de asumir el cargo. En julio de 2013, el Sumo Pontífice aterrizó en el gigante sudadmericano para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro, un evento que reunió casi 4 millones de personas de más de 175 países, con gran participación de los argentinos. En esa ocasión, reemplazó el "papamóvil" blindado por uno abierto que le permitió saludar a los jóvenes.
En su segunda visita a América Latina, en julio de 2015, llegó a Ecuador, Bolivia y Paraguay. Esta gira se caracterizó por un pedido de perdón por los crímenes cometidos contra los indígenas y por la tensión política, con protestas en contra del Gobierno de Rafael Correa.
Ese mismo año, pero en septiembre, hizo una parada en Cuba, convirtiéndose en el tercer Papa en visitar dicho país. Allí mantuvo reuniones con Fidel Castro e hizo hincapié en las relaciones con Estados Unidos. Al año siguiente, su destino fue México, con paradas en distintas ciudades y terminó con una misa celebrada a pocos metros de la frontera con EEUU.
En 2017 aterrizó en Colombia, con la misión de buscar la reconciliación del pueblo tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC.
Luego, en enero de 2018, visitó Chile y Perú. En el primero, su estadía estuvo marcada por un contexto desafiante. Fue un viaje apostólico que incluyó las ciudades de Santiago, Temuco y Iquique, con misas masivas y encuentros con distintos sectores de la sociedad. Sin embargo, también estuvo rodeado de tensiones debido a la crisis de los abusos en la Iglesia chilena y las protestas de comunidades indígenas y grupos laicos. En el segundo, recorrió Lima con su "papamóvil" y recibió las llaves de la ciudad.
Su última visita a Latinoamérica fue en Panamá, en 2019, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Allí, se reunió con autoridades y encabezó varias misas, incluyendo la celebración de la Eucaristía en la Catedral de Panamá.
A pesar de sus intenciones, el Sumo Pontífice nunca alcanzó a volver a su tierra natal. Argentina y Uruguay fueron los dos países de la región que no recibieron su presencia física. En septiembre de 2024, se especuló sobre su llegada a Argentina en 2025, pero los planes nunca se concretaron.
Un pontificado reformista y desafiante
Durante más de una década, el Papa Francisco impulsó profundas reformas dentro de la Iglesia. Desde la reestructuración de la Curia Romana hasta una mayor transparencia en las finanzas del Vaticano, su liderazgo desafió estructuras arraigadas y le ganó tanto admiradores como opositores.
Su mensaje social fue claro desde el principio: la Iglesia debía ser una institución abierta, misericordiosa y comprometida con los excluidos. En sus encíclicas Evangelii Gaudium (2013), Laudato Si’ (2015) y Fratelli Tutti (2020), abogó por una fe más activa en la lucha contra la desigualdad, el cambio climático y la indiferencia global.
Francisco también enfrentó con firmeza el escándalo de abusos sexuales dentro de la Iglesia, estableciendo nuevas normativas para la protección de menores y exigiendo responsabilidad a los altos mandos eclesiásticos.
Su pontificado estuvo marcado por un fuerte énfasis en el diálogo interreligioso. En 2019, firmó en Abu Dabi el Documento sobre la Fraternidad Humana con el Gran Imán de Al-Azhar, un hito en la relación entre el cristianismo y el islam. También promovió acercamientos históricos con el mundo judío y ortodoxo.
En el ámbito diplomático, no dudó en mediar en conflictos internacionales, siendo clave en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos en 2014 y en los llamados a la paz en Ucrania y Medio Oriente.
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