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Ausentismo laboral y sequía suben la presión en la agroindustria de Latinoamérica

Expertos coinciden en que el ómicron y su efecto en la fuerza de trabajo es el factor más relevante que está presionando al sector. También el acceso y costo de los insumos se están dejando sentir.

Por Déborah Donoso Moya I Publicado: Lunes 7 de febrero de 2022 I 07:48
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A casi dos años de iniciada la pandemia en Latinoamérica, el panorama comercial ha mejorado levemente, pero existen situaciones que aún se mantienen, tal como los cuellos de botella provocados por el ausentismo laboral en los puertos o la falta de mano de obra en algunos sectores, como el agrícola.

De acuerdo con Leandro di Nardo, director de la consultora Numan, “el elevado nivel de ausentismo laboral provocado por la variante ómicron, se está consolidando en América Latina como el principal cuello de botella que experimentan las industrias en general”.

Detalló que al quedar comprometida la capacidad de recuperación de prácticamente todos los sectores económicos, llevándolos a un nivel crítico de personal disponible, “la posibilidad de abastecer normalmente al mercado también se ve impactada”.

Panorama en Colombia y Argentina

Di Nardo es claro al señalar que en países como Colombia y Argentina -así como en el resto de la región- esto “obedece a múltiples factores, como por ejemplo, una mayor presencia de protocolos y mayor distanciamiento que se tiene en las líneas de producción”.

Y es que la industria agrícola se ha visto afectada por múltiples razones, tales como sequía, inundaciones, pero desde 2020 el escenario se ha visto agravado por los elevados precios de los insumos agrícolas, especialmente los fertilizantes.

Una de las razones de ello, explicaron fuentes a DF SUD, es el gas natural y carbón. Por ejemplo, detallaron, "la urea en forma industrial se deriva a través de un proceso que usa gas natural o gas derivado del carbón para producir amoníaco que sintetiza la urea”. 

En ese sentido, “la pandemia y los efectos en la cadena de suministros dificultaron fuertemente el acceso”. Con ello, los productores terminan trasladando el precio de cada producto que se ve afectado al consumidor final.

A esto, se suma el que los mercados latinoamericanos no proyectan sus producciones o sus compras para periodos más amplios, como sí lo hace Estados Unidos. "Esto ocurre porque en la volatilidad económica de la región, que impide una mirada a largo plazo y dificulta el acceso al crédito, además las coberturas se hacen por medio de mercados financieros que requieren financiamiento en moneda extranjera, lo que en el caso de países como Argentina complica a la industria", detalló una de las fuentes que pidió reserva.

Caso contrario se puede ver en EEUU, porque el efecto de la pandemia, con precios altos, “impactaron cuando los cultivos ya estaban en el suelo. Uno de los puntos interesantes es que los agricultores norteamericanos cierran el precio de sus insumos con mucho tiempo de anticipación. Por lo cual, es posible que esta alza todavía no la vean reflejada en sus números pero sí la podrían ver el próximo año”.

Impacto

El estatus actual de la agroindustria regional, entonces, dependerá de la velocidad de los factores de ajuste. 

En ese sentido, expertos estiman que durante el ejercicio los precios de los insumos irían a la baja. “Ya deberíamos haber visto los máximos de precio, especialmente con los factores coyunturales acomodándose lentamente”. Sin embargo,  en los números del productor argentino, por ejemplo, para la próxima campaña “se van a sentir fuerte”.

En 2022, la agroindustria en Latinoamérica vivirá el impacto de la sequía (Argentina, Paraguay, Uruguay y una parte de Brasil), porque pese a las lluvias, “será una campaña floja”, afectada por los altos precios de los insumos.

De todos los fertilizantes, el precio de la urea fue el que tuvo un constante aumento en su precio desde junio de 2020; y, desde septiembre su valor se expandió con fuerza desde los US$ 418,75 a US$ 900,50 por tonelada métrica en noviembre pasado. 

De igual manera, el fosfato diamónico ha crecido desde mediados de 2020 hasta alcanzar un precio de US$ 726,69 por tonelada métrica. Mientras que el superfosfato triple aumentó su precio con fuerza hasta los US$ 665 por tonelada métrica hasta noviembre pasado.

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