Argentina se acerca al último plazo del FMI con pocas señales de progreso
El gobierno peronista está atrapado entre la entidad crediticia de Washington y su propio congreso displicente, mientras la economía se tambalea.
Conforme se acerca la fecha límite de marzo para que Argentina reestructure miles de millones de dólares de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país corre de nuevo el riesgo de que las instituciones financieras internacionales le bloqueen el acceso a créditos y de aislarse, a la vez que el gobierno peronista de izquierda enfrenta dificultades para encontrar apoyo para un nuevo acuerdo.
Martín Guzmán, ministro de economía de Argentina y principal negociador ante el FMI, les dijo a los gobernadores provinciales en Buenos Aires la semana pasada que "aún no hay acuerdo" con la entidad crediticia con sede en Washington, tras 18 meses de conversaciones inconclusas.
La propuesta de Guzmán presentada a los gobernadores tendría como objetivo el equilibrio presupuestario para 2027, resistiéndose a los llamados del FMI a que se aceleren los recortes de gastos y subsidios. También propuso seguir utilizando la impresión de dinero del banco central para financiar el déficit durante al menos cinco años más, lo cual alimentará la inflación.
Guzmán dijo que el principal punto de desacuerdo con el fondo había sido la llamada "ruta fiscal": hasta dónde y con qué rapidez recortar el gasto para equilibrar el presupuesto. No dio detalles sobre cómo se equilibraría el presupuesto para 2027.
La presentación "confirma la reticencia de las autoridades argentinas a la necesidad de recortar el gasto para reducir el déficit", dijo Fernando Sedano, economista de Morgan Stanley, al tiempo que ilustró la "considerable brecha" que hay que salvar para "alcanzar los objetivos".
Aunque sigue en conversaciones con el FMI, el gobierno también debe encontrar la forma de convencer a un nuevo congreso displicente para que apruebe su plan de reestructuración de unos US$ 40 mil millones que se les deben a la entidad crediticia internacional, como parte de un histórico rescate de US$57 mil millones en 2018.
Incluso ha sido difícil conseguir que políticos influyentes de la oposición se presenten para discutir el tema. Tres gobernadores provinciales y el alcalde de Buenos Aires rechazaron la semana pasada la invitación del gobierno para hablar de la refinanciación de la deuda, acusando al presidente Alberto Fernández de convocar la reunión como una oportunidad mediática con su ministro de economía.
Mejorar la economía real
Argentina debe pagarle al FMI US$ 2.800 millones a finales de marzo, y los analistas no ven otra opción que garantizar un nuevo acuerdo con la entidad crediticia porque el gobierno carece de reservas internacionales para realizar el pago. Las reservas netas de divisas han caído por debajo de US$ 6.900 millones, según Morgan Stanley, de los cuales sólo US$ 400 millones son líquidos.
La mayoría de los economistas coinciden en que entrar en mora con el fondo sería desastroso. Bloquearía el crédito que Argentina recibe de otras entidades crediticias multilaterales y le asestaría un duro golpe a la reputación del FMI como acreedor responsable.
Dado que los inversionistas privados ya evitan a Argentina tras su breve impago de 2020, cualquier confrontación también dejaría al país -miembro del G20 y gran exportador de cereales, y que ha sido rescatado 21 veces en seis décadas- como un paria financiero internacional.
Guzmán, que regularmente ha alegado que el acuerdo financió la fuga de capitales y rescató a los acreedores privados, volvió a arremeter contra el FMI el miércoles, afirmando que el fondo estaba más enfocado en restablecer la confianza de los inversionistas que en arreglar la economía real.
"Por supuesto, estamos trabajando para que haya más confianza en el mercado, pero lo primero es mejorar la situación de la economía real", dijo.
La hora de la verdad
Incluso aunque el gobierno de Fernández pueda resolver los problemas con el fondo, cualquier acuerdo debe ser ratificado por el congreso, donde la oposición obtuvo grandes victorias en las elecciones del año pasado.
Llegar a un consenso ha sido complejo, entre otras cosas porque los peronistas han atacado en repetidas ocasiones a la oposición por firmar el acuerdo original con el FMI, y el bloque se muestra reacio a compartir los costos políticos de la renegociación.
En una muestra de las divisiones entre el gobierno y el congreso, los legisladores de la cámara baja rechazaron en diciembre el presupuesto del gobierno para 2022 por no presentar objetivos realistas de crecimiento e inflación, tras un debate de 19 horas.
La administración de Fernández también debe enfrentarse a los partidarios de línea dura dentro de sus propias filas, que se resisten a los recortes del gasto propuestos y las subvenciones del gobierno. Creen que el acuerdo original con el FMI infringió las normas del fondo — el FMI lo niega — y que la entidad crediticia debería concederle a Argentina un trato favorable en cualquier nuevo acuerdo.
Los economistas ven que se acerca el momento de la verdad. Para Alberto Ramos, economista principal para América Latina de Goldman Sachs, existe ahora "una probabilidad significativa" de que Argentina entre en mora con el fondo.
Las tensiones persistentes en el seno de la administración de Fernández sobre la postura fiscal adecuada sugieren un "margen muy limitado" para un ajuste fiscal estructural y las reformas que constituyen la base de un programa creíble del FMI, añadió Ramos.
"El ministro de economía no sabe lo que quiere; ¿cuáles son sus objetivos?", dijo Carlos Melconian, exjefe del Banco de Argentina. Con "tantas coaliciones" en el congreso, añadió, la posibilidad de un frente unido y un plan creíble en los próximos dos meses se ha agotado.
La presentación del gobierno el miércoles reflejó más “las limitaciones fijadas por su propio frente interno, que las que plantean las autoridades del organismo internacional", escribió el columnista y profesor Carlos Pagni en el diario La Nación.
El balance del banco central se ha deteriorado notablemente. Las reservas netas han caído por debajo de los US$7 mil millones y más de US$1 mil millones han salido del sistema bancario privado apenas en los dos últimos meses, según datos oficiales y de mercado.
Al menos el 70% del déficit en 2021 se financió mediante la impresión de dinero, según estimaciones, algo que el FMI exige que el país reduzca. "Al gobierno se le está acabando el tiempo y las reservas", dijo Ignacio Labaqui, analista senior de Medley Global Advisor en Buenos Aires.
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