América Latina toma medidas para reintegrar al venezolano Maduro a la región
Con la llegada de la izquierda a distintos países de Latinoamérica y el debilitamiento de la oposición en Venezuela, Nicolás Maduro ha encontrado apoyo y se han reactivado las intenciones para restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales.
Por Joe Parkin Daniels
Cuando el recién elegido presidente de Colombia, Gustavo Petro, llegó al palacio presidencial de Venezuela y fue recibido con la alfombra roja, fue su anfitrión quien tuvo más motivos para sonreír.
Petro -el primer presidente de izquierda de Colombia- fue el primer líder de una gran nación latinoamericana en visitar a Nicolás Maduro en cuatro años. Era la primera vez en seis años que los líderes de las vecinas Colombia y Venezuela se reunían.
Maduro -al igual que Petro, vestido de blanco- dijo que los dos países "comparten un destino". Petro, por su parte, calificó de "suicida" para ambos gobiernos la ruptura de relaciones.
Maduro, un autócrata socialista que ha presidido un colapso en la economía del país rico en petróleo, era persona non grata en gran parte de América Latina, donde la mayoría de los gobiernos en 2019 se unieron a la coalición liderada por EEUU que reconoció al líder de la oposición y presidente del Congreso, Juan Guaidó, como presidente legítimo de Venezuela.
Ahora, a medida en que los países de América Latina desbancan a los titulares y eligen a líderes de izquierda, los gobiernos entrantes están reconociendo el fracaso del "gobierno interino" respaldado por EEUU para lograr su objetivo de cambio de régimen, y están tomando medidas para reconocer a Maduro de alguna forma.
"Hay señales en toda América Latina de que los países pueden cambiar sus políticas hacia Venezuela, y eso se debe en parte a que la estrategia hacia el régimen de Maduro se ha estancado", dijo Nastassja Rojas, profesora venezolana de ciencia política en la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.
Rojas añadió que aunque la política en torno a Guaidó no logró el cambio de régimen, la presión internacional asociada fue el presagio de investigaciones internacionales sobre el historial de derechos humanos de Maduro.
Mientras la región enfrenta un panorama económico nefasto -exacerbado por la guerra de Ucrania y sus efectos en los mercados energéticos mundiales- los gobiernos son cada vez más complacientes con Maduro y el suministro de petróleo que posee. Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y solía bombear 3 millones de barriles al día, pero las sanciones de EEUU, los años de mala gestión y la expulsión de compañías extranjeras han debilitado la producción.
En la última semana, el gobierno izquierdista de Honduras también se distanció de la política encabezada por EEUU, nombrando un embajador en Caracas y restableciendo las relaciones que se rompieron en 2019.
El brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, menos de 24 horas después de ganar las elecciones del domingo, habló con Maduro, sugiriendo que su gobierno hará lo mismo cuando el veterano izquierdista regrese al palacio presidencial en enero. El presidente Jair Bolsonaro ha sido uno de los críticos más feroces de Maduro en la región y les advirtió a los brasileños que Lula convertiría su país en "otra Venezuela" si ganaba.
"Imagínate tú una cumbre Petro-Lula-Maduro", incitó Diosdado Cabello, uno de los lugartenientes más combativos de Maduro en una conferencia de prensa el lunes. "Le va a dar urticaria a un gentío".
El chileno Gabriel Boric ha sido una excepción y ha criticado a la izquierda por permanecer callada ante los abusos de los derechos humanos en Venezuela.
Venezuela sigue sumida en el caos político y económico. La inflación se está disparando a más del 300%, según estimaciones de Bloomberg, lo que podría socavar la recuperación de la hiperinflación galopante que ha asolado al país durante los últimos años. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pronosticado que el producto interno bruto (PIB) real crecerá un 6% este año y un 6,5% en 2023, mientras comienza a recuperarse del colapso económico.
Los apagones y la escasez de productos básicos son una realidad cotidiana para quienes se han quedado en el país. Más de 7 millones de personas han votado con sus pies y han abandonado el país, y más de 2 millones residen en Colombia.
En medio del desastre humanitario, Maduro ha reprimido la disidencia. Las protestas masivas de 2019 fueron recibidas con una represión, con decenas de muertos y cientos de detenidos. Una misión de investigación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) concluyó en septiembre que los servicios de inteligencia venezolanos cometieron abusos sistemáticos, mientras que la Corte Penal Internacional ha abierto una investigación contra Maduro por crímenes de lesa humanidad.
Maduro fue acusado de robarse su reelección en 2018, lo que finalmente llevó a EEUU a respaldar a Guaidó como jefe de un "gobierno interino" con la esperanza de desencadenar la caída de Maduro, a pesar de que el líder no tiene ningún poder real dentro de Venezuela. Los miembros de la oposición pretenden ahora ponerle fin al "gobierno interino" y cambiar el liderazgo.
La Casa Blanca también está buscando la manera de deshacer el nudo atado por la administración Trump en 2019 cuando impuso sanciones a las exportaciones de petróleo, debilitando aún más la economía de Venezuela.
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El Departamento de Estado de EEUU ha dicho que relajará las sanciones si Maduro vuelve a negociar con la oposición venezolana en México y da pasos hacia unas elecciones libres. Este acuerdo podría allanar el camino para que Chevron incremente sus operaciones en sus empresas conjuntas con la compañía estatal venezolana PDVSA.
El mes pasado, Venezuela liberó a siete estadounidenses detenidos, entre ellos un ejecutivo del sector energético, en un canje de prisioneros por dos familiares de Maduro condenados en EEUU por cargos de drogas.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, dijo en una sesión informativa el miércoles pasado que EEUU respetaba el derecho de los gobiernos a trazar su propia política exterior. "También les hacemos un llamado a los gobiernos democráticos a que defiendan las normas democráticas que han sido quebradas por regímenes autoritarios como el de Maduro en Venezuela".
Michael Shifter, investigador principal del Diálogo Interamericano, un centro de estudios en Washington, cuestionó si los gobiernos de América Latina y Washington podrán mantener la presión sobre Maduro en cuestiones políticas y humanitarias mientras trabajan con él en políticas económicas.
"Para tener éxito se necesitará una diplomacia sofisticada -una combinación correcta de principios y pragmatismo- que, lamentablemente, ha escaseado últimamente".
El periódico británico especializado en información económica y financiera reconocido a nivel global
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