Minería, turismo y comercio son las industrias más golpeadas por la ola de protestas en Perú
En total se habla que diariamente, Perú está dejando de percibir US$ 177 millones en ventas, según las últimas estimaciones de la Cámara de Comercio de Lima.
La convulsión social en Perú, en especial en el sur de ese país, parece estar lejos de dejar de causar estragos. Las protestas que se reiniciaron con más fuerza tras las fiestas navideñas, no solo han cobrado más de 40 vidas y han puesto en jaque al gobierno de Dina Boluarte -actualmente investigado por la justicia- sino que han comprometido cada vez más el normal funcionamiento de los diferentes sectores productivos, augurando tiempos complejos para una economía ya golpeada.
En estos momentos son pocos los sectores productivos que se salvan de ser afectados por la convulsión social que vive ese país, luego de la destitución de Pedro Castillo del poder. No obstante, el principal impacto se concentra en tres: comercio, turismo y minería, el motor de la economía peruana.
Cusco, Moquegua, Arequipa, Tacna, Apurímac y Puno son las regiones en donde se concentran actualmente la violencia, siendo esta última una de las más conflictivas: entre el lunes y martes de esta semana murieron 18 personas en esa localidad.
Con este escenario de fondo, hoteles, restaurantes y comercios en general han visto mermadas sus ventas diarias en US$ 47 millones. Más atrás le sigue minería e hidrocarburos, con pérdidas del orden de US$ 42 millones, seguido de servicios, con US$ 39 millones. En total se habla que diariamente, Perú está dejando de percibir US$ 177 millones en ventas, según las últimas estimaciones de la Cámara de Comercio de Lima.
Esto ha arriesgado la sostenibilidad de los negocios y ha puesto presión sobre el abastecimiento y fuentes de trabajo de los habitantes de estas zonas, en el caso del comercio; mientras que por el lado de la minería, el impacto viene dado por el riesgo de no poder despachar la producción, sumado a eventuales reducciones en las capacidades de almacenamiento como consecuencia de lo anterior.
Minería bajo la mira
En diciembre pasado, cuando se iniciaban las protestas en el país, varias mineras, entre ellas Las Bambas y Buenaventura, vieron afectadas sus cadenas logísticas al no poder transportar su producción por los bloqueos en el denominado Corredor Minero del Sur, que atraviesa Apurímac, Cusco y Arequipa.
En ese minuto, las amenazas de tomas y los cierres de vías eran las principales preocupaciones del sector que hasta el momento sigue con dificultad para transportar los cargamentos; impidiendo a Las Bambas (de la china MMG), Hudbay (mina Constancia) y Antapaccay operada por Glencore, movilizar su producción.
A finales del año pasado, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (Snmpe) alertó que el bloqueo de las vías en Espinar -a la altura del kilómetro 482 del corredor minero- ponía “en grave riesgo el 30% de la producción de cobre del país”.
No obstante, en las últimas horas la situación ha escalado y ya se habla de incendio a instalaciones.
Este jueves, un grupo radical de comuneros de la provincia de Cotabambas (región Apurímac) amenazó con incendiar las instalaciones y campamento de Las Bambas. Esto se dio luego de que la colectividad perteneciente al distrito de Haquira reafirmara su posición respecto a la actual crisis social del país, manifestando sus intenciones de radicalizar su plataforma de lucha.
Pero esto no se ha quedado solo en declaraciones de intención. Durante esa jornada, otro grupo radical ingresó al campamento minero de Antapaccay -operada por Glencore- en el Cusco y quemó una camioneta y una minivan que se encontraban dentro de las instalaciones. La idea original, confirmó el Ministerio de Energía y Minas (Minem), era incendiar la garita de ingreso, el campamento y el cerro.
Por su parte, y más allá de la minería de cobre, San Rafael, el cuarto productor mundial de estaño, ubicado en el distrito de Autanta en Puno, paralizó sus operaciones, según confirmó Minsur. La decisión, dijo la compañía, no obedecía a afectación en sus instalaciones sino en solidaridad por los fallecidos en la localidad de Juliaca.
Comercio bajo presión
En lo más reciente, se habla de que las cadenas de pago en el sur han empezado a experimentar cortes. Esto porque, a falta de liquidez, los comerciantes se han visto impedidos de hacer los pagos correspondientes a sus proveedores, mermando así su capacidad de reponer stock.
La situación fue confirmada por el presidente de Perucámaras Carlos Durand y va en línea con lo que ya han denunciado otros gremios regionales. En Puno, Francisco Aquise, presidente de la Cámara de Comercio de la zona, confirmó que “el turismo está en un 99% parado desde el 4 de enero, junto a servicios, comercio y otras actividades que dependen de las vías de comunicación”.
En Cusco, una de las zonas más turísticas del país, la situación no es muy diferente. El presidente del gremio del comercio, Jhon Gonzales, señaló que una gran parte de hoteles están cerrados y han generado despidos de hasta el 50% de su plantilla de trabajadores”.
En este sentido, indicó que los dueños de negocios están empezando a negociar o fraccionar los pagos con sus proveedores, mientras han dejado de comprar para poder afrontar la crisis. “Esto no pasa solo en hoteles, sino también en restaurantes y transporte turístico. Se va rompiendo la cadena de pagos que abarca hasta la compra de insumos a pequeños agricultores”, concluyó.
La conflictividad en el sur de Perú contagia a cada vez más regiones, Tacna es una de ellas. Como consecuencia de esto, los restaurantes de la localidad empezaron a operar a puerta cerrada y los hoteles tienen solo 10% de ocupación. Estimaciones locales hablan de una baja en la llegada de turistas chilenos, que son los principales impulsores de esa economía. Las pérdidas por un menor arribo costarían a Tacna unos US$ 500 mil diarios.
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