La recta final de Hidroituango, la esperada central de Empresas Públicas de Medellín
Tras 12 años de construcción y US$ 1.700 millones adicionales de presupuesto, el mercado está atento a la parte final de la megacentral, dado que su funcionamiento ayudará a mejorar algunos indicadores financieros de la empresa colombiana.
No ha sido un proceso de construcción fácil. En abril de 2018, una falla en la construcción de la Central Hidroeléctrica Ituango, más conocida como Hidroituango, obligó a Empresas Públicas de Medellín a idear todo un plan para sacar adelante el proyecto, el que en ese entonces tenía 84% de avance.
La contingencia no solo ha implicado prácticamente cuatro años más de trabajo, sino que financiar recursos adicionales y fortalecer el trabajo de recuperación de confianzas con comunidades, ya que la falla -que implicó habilitar la casa de máquinas como un canal para la descarga del agua embalsada- obligó a evacuar a más de 5.600 familias de la zona.
Sin embargo, hace unos días la empresa fijó el 26 de julio para comenzar a operar con una de las unidades, lo que comienza a marcar el principio del proceso de puesta en marcha de la megacentral de 2.400 MW de capacidad instalada, con una presa de 20 millones de m3 de volúmen.
Costos y disputas
En suma, el proyecto ha implicado un presupuesto 57% más alto que el original de US$ 3.000 millones. Así, se estima en US$ 4.700 millones los recursos necesarios para finalizar la obra.
“El retraso ha sido importante, pero considerando el impacto del siniestro, no creo que esté fuera de los parámetros”, explica la analista de Credicorp Capital, Sandra Loyola.
Junto con asumir mayores recursos, el accidente abrió diferencias con el equipo constructor brasileño-colombiano CCC Ituango, que en algún minuto abrió el riesgo de que no continuara con las obras si era juzgado como uno de los responsables, lo que podría haber generado retrasos mayores. Al final se llegó a un acuerdo de que si las aseguradoras pagaban las coberturas de las pólizas por riesgo de construcción, la empresa podría continuar sus labores.
Este capítulo se terminó de cerrar a mediados de enero, cuando Mapfre pagó US$ 633,8 millones, a los que se sumaron otros US$ 350 millones que ya había dado como anticipo.
El efecto sobre EPM
Aunque los recursos de las pólizas de los seguros terminaron llegando, mientras eso se disputaba, los sobrecostos debieron ser asumidos por EPM y los contratistas de las obras.
Recuperar el proyecto Hidroituango se transformó en una de las prioridades de la empresa, se consigna en la memoria de 2018 de la compañía. Incluso se apostó por la venta de activos para asegurar liquidez.
Así, la empresa -que había estado en un proceso de expansión internacional-, se desprendió de activos de transmisión eléctrica y un parque eólico en Chile, además de acciones de la colombiana ISA y otras compañías.
La firma intentó vender la sanitaria Aguas Antofagasta en Chile, pero eso no se ha concretado.
Loyola explica que en términos financieros, el mayor impacto de la crisis fue que el alza en los resultados operativos que se esperaba, se ha demorado en llegar. “La compañía ha reportado utilidad en los últimos periodos, aunque su nivel de apalancamiento se ha incrementado”, dice.
En julio pasado, la clasificadora Fitch bajó la nota de la empresa y puso un creditwatch negativo, esperando que no haya retraso en Hidroituango.
Loyola explica que la situación financiera se ha estado normalizando y debería seguir esa ruta una vez que la central comience a operar.
Por eso, que Hidroituango comience a generar energía se vuelve en un hito importante, dado que aportará nuevos ingresos hacia adelante. Esto, que actualmente no se está dando, “está afectando la trayectoria de desapalancamiento de EPM”, dice.
Al tercer trimestre de 2021, la firma mantenía un nivel de endeudamiento de 3,7 veces el Ebitda. En igual período de 2020 llegó a estar en 4,65 veces. La deuda total sumaba unos US$ 6.447 millones.
Próximos pasos
Aunque el objetivo es comenzar a operar con una de las turbinas en los próximos meses, la empresa “está considerando cambiar el equipo constructor para la segunda etapa del proyecto, que son la construcción de la tercera y cuarta turbina”, detalló Loyola, quien explicó que el contrato con esa empresa termina formalmente en noviembre.
Aunque no se pueden descartar nuevos retrasos -la iniciativa tiene un avance de 86,9% al 31 de diciembre-, el riesgo ha disminuido la empresa ya ha trabajado en los tres túneles para evitar un nuevo inconveniente, explica Loyola. Con esto, está todo encaminado para que la etapa de contingencia se deje realmente atrás.
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