Eletrobras se prepara para impedir una renacionalización en el gobierno de Lula
El director ejecutivo de la mayor empresa eléctrica de América Latina dice que las protecciones legales y el costo harían improbable un retroceso.
Por Michael Pooler
Eletrobras ha minimizado la posibilidad de que el futuro gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva pueda revertir la reciente privatización del grupo brasileño, valorado en US$ 19 mil millones.
El gobierno le puso fin a su control de la mayor empresa eléctrica de América Latina a través de una venta de acciones por 33.700 millones (US$ 6.300 millones) este año, cumpliendo una promesa clave de reforma del gobierno saliente de derecha de Jair Bolsonaro.
El acuerdo de junio redujo la participación de Brasilia en Eletrobras a menos del 50% y se situó entre las tres transacciones de capital público más importantes del mundo en 2022, según el proveedor de datos Dealogic.
El presidente electo Lula ha expresado una fuerte oposición a la venta, provocando preocupaciones de que el proceso pueda ser revisado, como desean algunos de sus aliados y asesores.
Sin embargo, Wilson Ferreira Júnior, director ejecutivo de Eletrobras, le dijo al Financial Times que no veía riesgo alguno de renacionalización gracias a las protecciones legales diseñadas para evitar una adquisición hostil de la empresa con sede en Río de Janeiro.
Entre ellas se incluye una cláusula de "píldora venenosa" en sus estatutos corporativos, que obligaría al gobierno —o a cualquier otro accionista que quisiera tomar el control del grupo que cotiza en bolsa— a pagar una prima del 200%.
"Renacionalizar Eletrobras costaría tres veces su valor. Creo que esto es un desincentivo. Ni siquiera existe la mitad de esos fondos", dijo en una entrevista. "Seguirá siendo una compañía de capital privado".
Otra salvaguarda impide que un solo inversionista ejerza más del 10% de los derechos de voto, independientemente del tamaño de su accionariado.
Centrais Elétricas Brasileiras, como se conoce formalmente a la empresa, es responsable de cerca del 30% de la generación de energía de Brasil, la gran mayoría procedente de presas hidroeléctricas. También explota activos eólicos y solares, centrales termoeléctricas y líneas de transmisión.
Las acciones de Eletrobras registraron una caída más pronunciada que el índice local Bovespa en las semanas posteriores a la estrecha victoria electoral de Lula sobre Bolsonaro en octubre. Sus acciones ordinarias, que cotizan en São Paulo, ahora se cotizan ligeramente por encima del nivel de 42 reales acordado cuando el gobierno redujo su participación.
A los inversionistas les preocupa el rumbo de la política económica de Lula, quien fue presidente de Brasil durante dos mandatos, entre 2003 y 2010.
Los actores que están detrás de la oferta ancla de la privatización de Eletrobras
El veterano izquierdista de 77 años pretende eliminar una norma fiscal que limita el aumento del gasto público, aumentar las prestaciones sociales y otorgarle un mayor papel al Estado.
Aunque Lula no ha amenazado explícitamente con regresar Eletrobras al sector público, su promesa de no más privatizaciones y sus estridentes críticas a la desinversión han alimentado las especulaciones de que es algo que se está considerando.
En aquel momento, Lula se refirió a la desnacionalización de Eletrobras como un "crimen contra la patria" que suponía la pérdida de la soberanía energética de Brasil.
"Si ganamos las elecciones, vamos a restaurar la soberanía de Brasil y del pueblo brasileño", tuiteó en junio.
Cambio de fondo
Una persona cercana al equipo de transición de Lula, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que aún no se había tomado una decisión definitiva sobre la compañía.
"Tendría que pasar por un análisis de viabilidad económica, jurídica y política", añadió. "Será una decisión del presidente, basada en los estudios que habrá que realizar".
Eletrobras y el mercado de valores brasileño en general cayeron a mediados de diciembre después de que la Cámara Baja del Congreso del país votara a favor de una enmienda legislativa, que ahora pasa al Senado, para facilitar los nombramientos políticos en las empresas controladas por el Estado.
Aunque ya no pertenece a esa categoría, como entidad regulada, Eletrobras podría estar sujeta a la influencia del gobierno mediante vías distintas a la renacionalización, como cambios en las normas del sector o en la fiscalidad, según algunos analistas.
Los partidarios de la privatización argumentaron que atraería más capital para inversiones e incluso traería facturas de electricidad más bajas, pero los detractores afirman que se traducirá en tarifas más altas para los consumidores.
Ferreira dijo que, en manos privadas, Eletrobras tenía más libertad para embarcarse en un plan de reestructuración para mejorar la eficiencia y recortar los gastos generales. Cerca de 2.500 empleados, es decir, casi una cuarta parte de la plantilla, ya han aceptado un plan de renuncias voluntarias.
"Como la mayor compañía de generación de Brasil, queremos utilizar esta magnitud para operar como la más eficiente y al menor costo", añadió Ferreira. "Queremos ser la compañía con mayor rentabilidad total para el accionista del sector".
Como principal generador de electricidad renovable de América Latina, Eletrobras tiene potencial para ser una fuerza en el llamado hidrógeno "verde", dijo Ferreira.
El gas se considera un combustible del futuro porque su combustión sólo produce agua como subproducto. Puede producirse utilizando electricidad para dividir el agua en H2 y oxígeno, en unidades de electrólisis alimentadas por energía limpia.
"Muchas de nuestras operaciones están en la costa brasileña, lo que nos permitirá ser un gran productor de hidrógeno. Creo que Eletrobras será uno de los mayores actores en esta área, para el mercado doméstico y la exportación".
Eletrobras también está explorando la energía eólica marina, que aún no se ha desarrollado en Brasil. En diciembre firmó un acuerdo de cooperación con la supercompañía petrolera Shell sobre posibles coinversiones.
Antonio Junqueira, analista de Citi, dijo que el exceso de electricidad en Brasil era un problema para la compañía, sobre todo teniendo en cuenta que se espera una avalancha de proyectos de energías renovables antes de que expiren las ofertas de subsidios del gobierno.
"En el negocio cotidiano, la variable que preocupa a todo el mundo es el precio de la electricidad. Brasil tiene un exceso de oferta estructural. ¿Cómo se gestiona este exceso de capacidad?".
Una vez concluida la reorganización corporativa, los inversionistas querrán saber si la administración tiene la intención de aumentar los pagos a los accionistas o de reinvertir más efectivo en inversiones, añadió Junqueira.
"Entre los inversionistas existe la sensación de que la compañía se convertirá en fuente de efectivo capaz de ofrecer considerables dividendos".
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