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El nuevo mapa geopolítico de la región y lo que se espera para Perú-Colombia-Chile

Con la llegada de Gabriel Boric al poder en Chile y elecciones prontas a realizarse en Colombia, se espera que la región transite hacia un nuevo entendimiento, independiente de los colores políticos de sus mandatarios.

Por Andrés Pozo B. / Foto principal: Agencia UNO I Publicado: Lunes 14 de marzo de 2022 I 09:06
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Un nuevo mapa político se está configurando en la región, donde el último hito es la llegada al poder en Chile de Gabriel Boric, un joven político representantes de sectores de izquierda. Así, se suma a los cambios que hubo en Perú con Pedro Castillo en 2021; Alberto Fernández en Argentina en 2019; dejando en una posición más solitaria a Guillermo Lasso de Ecuador –que también asumió en 2021-, y a la espera de lo que pase en Colombia y Brasil, que tienen elecciones este año.

DF SUD contactó a dos expertos en relaciones internacionales, de Perú y Colombia, para abordar la situación y lo que debería venir en la región con la llegada de Boric. Un punto en común es la mirada de que en la región se dará un nuevo esquema de relaciones internacionales, alejándose de la división que causó la situación Venezuela, entre otros temas.

 


“Creo necesario que la región inicie un proceso de reflexión para dejar de lado esta suerte de guerra fría de baja intensidad que ha vivido”

Aunque alejado de la contingencia, el exministro de Relaciones Exteriores de Perú, José Antonio García Belaúnde, se da un tiempo para entregar su mirada de lo que vendrá, donde señala que se está empezando una nueva etapa.

-Este viernes asume en Chile Gabriel Boric. Desde una óptica política a nivel regional, ¿cómo se ve su llegada al poder en el marco de los colores que han ido tomando los gobiernos del continente?

-Soy enemigo de hacer pronósticos, pero ni tengo dudas que Boric  ha es una nueva generación y que ha dejado en claro que es una nueva izquierda, que no está dispuesta a mirar al otro lado y menos justificar cuando otros proclamados izquierdistas hacen cera y pabilo de los derechos humanos o de una democracia sin adjetivos que  la distorsionan.

No veremos en la ceremonia de inauguración a la grotesca pareja del somocismo del Siglo XXI o “neosomocismo” como lo llama el politólogo Carlos Malamud, sino al perseguido escritor Sergio Ramírez, de la primera y mejor hora del sandinismo. Tampoco el devoto de Putin, Evo Morales, tan ansioso en rescatar la soberanía de los pueblos indígenas como negársela a los ucranianos. Cuba mantendrá ese bajo perfil que ya ha hecho su marca de fábrica.

No jugará Boric al bolivarianismo, bastante venido a menos. Grande fue su manipulación ideológica y pobres sus resultados. Lo veo concentrado en lograr que en  la democracia, Chile sea un país más justo, más inclusivo, y con políticas sociales más distributivas y, por tanto, sea una sociedad más democrática.

-¿Qué se puede esperar respecto a las relaciones diplomáticas y económicas de Boric con los países de la región, especialmente con Perú?

-No me imagino mayores cambios en las relaciones diplomáticas y comerciales. Existe la primacía de la realidad. Con el flujo comercial y económico peruano chileno, el flujo de personas y sin contenciosos pendientes, la relación con Perú ofrece amplísimas oportunidades para crecer, para profundizarse.

Con el resto de América Latina tiene una red de relaciones comerciales que creo mantendrá y en lo político su juventud y ausencias de hipotecas con la vieja y herrumbrosa izquierda, le puede facilitar un rol de puente entre gobiernos tan dispares y que se han distanciado tanto.

Lo suyo no debiera ser  inclinar la región hacia un lado, sino tratar de rescatar un sentido, sino de unidad, al menos de entendimiento regional. Una suerte de rescate de lo que en los años 70 se llamó pluralismo ideológico. Tarea más que difícil lo confieso, entre otras cosas porque la historia no se repite y aunque se presenta parecida, hay nuevos factores en la escena internacional que pesan, como toda la agenda de derechos humanos o cambio climático para mencionar solo dos.

-En los últimos años se vio una suerte de división -fundamentalmente por el caso venezolano- entre los líderes de la región. En su opinión y experiencia, ¿cuáles son los temas más relevantes que se deben abordar en las relaciones internacionales de la región?

-Creo necesario que la región inicie un proceso de reflexión para dejar de lado esta suerte de guerra fría de baja intensidad que ha vivido, y encontrar vías pragmáticas para cooperar. Salirnos de esquemas rígidos y tener menús diferentes para integrarnos. Allí donde no sea posible la integración comercial, pues hagamos otro tipo de integración, la energética, la de conectividad, el desarrollo de zonas de fronteras que sin las de menor desarrollo en nuestros países, la de políticas comunes en materia de sanidad, en investigación y desarrollo, en defensa de la soberanía sobre nuestros datos entre otros temas.

Se debiera pasar a otra etapa y es posible hacerlo y creo que el nuevo gobierno chileno podría aportar mucho a ese proceso que necesitara también involucrarse de manera cuidadosa en facilitar los procesos de transición democrática.

-¿Qué dirección podría tomar la Alianza del Pacífico? ¿Será prioridad para (los) nuevos gobiernos de Chile, Perú y Colombia (que tiene elecciones a mediados de año)?

-Creo que la Alianza del Pacífico -que fue una iniciativa peruana cuando Alan García era presidente y yo su canciller- tiene la inmensa virtud de su pragmatismo. Nadie debería sentirse mal en ella, salvo que algún socio quisiera volver al proteccionismo de la segunda mitad del siglo pasado y no veo que esto esté pasando ahora, ni imagino que pueda pasar de gobernar Gustavo Petro en Colombia. Siendo hoy por hoy el esquema de integración económica más exitoso, con mayor proyección y más reconocimiento internacional de la región, debería mantener su prioridad.

-¿Cree que todos estos cambios y una mayor presencia de representantes de partidos de izquierda en el continente puede tener un efecto en las relaciones comerciales?

-Yo creo que es muy difícil hacer previsiones. No tengo duda que países con una gran integración económica con el mundo como Chile, Perú o Colombia mantendrán y si pueden profundizarán sus relaciones comerciales en la región. Hay otros que necesitarán una revolución copernicana para abandonar un proteccionismo que arrastran de larga data y que lastra su desarrollo económico.


“La victoria de Boric -en la medida que respete la institucionalidad-, puede ser vista con mejor ánimo a nivel interno en Colombia”

El académico y experto en relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Rafael Piñeros, explica que para la clase dirigente de su país, lo que pase en Chile siempre es visto con atención. Por eso, se mira lo que está sucediendo con el ascenso de Gabriel Boric a la presidencia, así como el desarrollo del proceso para escribir una nueva constitución.

A la espera de tener elecciones presidenciales en mayo, dice que independiente del resultado, Colombia debería dejar atrás la política de cerco diplomático con Venezuela, porque demostró no ser efectiva. Por eso, insiste en que –a su juicio- se debería dar un nuevo entendimiento en la región.

-En Colombia se observa que el péndulo democrático está girando de una forma donde no se puede predecir el curso que va a tomar. Para Colombia, son importantes sus relaciones con México, Chile, Perú y, obviamente, la relación con Brasil y Estados Unidos.

El primer giro lo dio México con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien no es significativamente cercano con Iván Duque, como sí lo fueron en el pasado Enrique Peña Nieto (México) y Juan Manuel Santos (Colombia). Pese a la distancia actual, México sigue siendo muy importante para nosotros.

-¿Eso interfirió en relaciones económicas o en alguna problemática?

-No hubo cercanía, pero tampoco hubo un enfriamiento de las relaciones bilaterales. Hubo algunas tensiones, por ejemplo el incremento de rechazos para el ingreso al país para algunos colombianos en México, o que AMLO intentara interceder para encontrar soluciones negociadas en la situación en Venezuela.

-¿Y cómo ven la llegada de Gabriel Boric a la presidencia en Chile?

-En Colombia ha habido un respeto histórico por la institucionalidad chilena. En los círculos académicos y políticos se veía con buenos ojos el modelo chileno, aunque desde 2019 ha habido una sensación de escepticismo acerca de los cambios que se podrían generar. Obviamente ha habido una cercanía gubernamental entre Sebastián Piñera e Iván Duque, aunque los círculos académicos cuestionamos el rol de Piñera, que debió haber sido más cauto o respetuoso de la institucionalidad.

Además, las protestas de Chile han sido de inspiración en Colombia para distintos grupos que ven simetría entre los procesos que se viven en ambos países. Nuestros políticos habían visto a Chile como un modelo de internacionalización económica, pero al mismo tiempo se empezaron a ver dudas por cosas como el proceso constituyente, ya que nuestro país es legalista, por lo que un cambio de constitución es un sismo muy fuerte. Esto genera preocupación, pero se ha visto que va por el cauce institucional.

-¿Y respecto al triunfo de Boric?

-El triunfo de Gabriel Boric se veía venir, era poco probable que un gobierno de derecha volviera a ganar. Creo que ya después de la victoria, Boric ha dado muestras de respeto por el mercado y las instituciones y eso positivo.

Acá en Colombia, si el candidato que tiene más chances de la izquierda, Gustavo Petro, utiliza un discurso en el que diga -por ejemplo- “de que Chile puede y nosotros podríamos…” eso podría calar en su electorado… podría ser como que Colombia tiene que darse una oportunidad, porque nosotros usualmente votamos centro-derecha.

-¿Cómo se ven las relaciones entre ambos gobiernos?

-Pero volviendo a la relación Colombia-Chile, nosotros lo hemos visto con respeto. Hay un reconocimiento de que Chile siempre fue un modelo a seguir, una forma particular de ver que la iniciación económica era positiva, que las instituciones podían funcionar, aunque desde 2019 comenzó a cambiar esa situación.

La victoria de Boric -en la medida que respete la institucionalidad-, puede que sea vista con mejor ánimo a nivel interno. Ahora que ya pasaron las consultas primarias acá, empezaremos a hablar más de temas nacionales, como podría ser la política  exterior.

-¿Hacia dónde debería apuntar ese debate?

-Veo que hay una necesidad de pensar más en América Latina. Este gobierno en particular no tuvo una visión latinoamericana fuerte, de hecho, se le critica que se haya quedado solo en la política del cerco diplomático a Venezuela. No se entendió nunca. No se le vio utilidad y las movidas de EEUU con Venezuela en estos días (a raíz de la crisis en Ucrania), han hecho más torpe esto. Por eso veo una necesidad de volver a encontrarnos con América Latina. Por lo tanto, desde una perspectiva pragmática, independiente de quién gane en las elecciones en Colombia, hay que pensar que la región puede ser útil para nosotros. Eso aplica también para elecciones de Brasil. Lo vemos como un líder importante y –así como con México o Chile- hay que trabajar con el que llegue.

-¿Crees que independiente del candidato, esa mirada está, hay disposición?

-Ese elemento no lo determinará en sí la relación bilateral, sino que también los movimientos de EEUU. Si ellos tienen una mayor disposición al diálogo, un gobierno de derecha no se puede oponerse a ello. No se puede seguir pensando en el discurso de Venezuela como dictadura, a pesar de que en el fondo lo sea. Creo que eso permitiría buscar negociaciones… en el fondo hay que buscar la convergencia que no ha habido.

Incluso si gana un gobierno de centro derecha acá, tendería a buscar un centro, porque conviene. Nosotros vemos con preocupación que el único país que no tiene representación diplomática con Venezuela es Colombia y somos los que nos vemos más afectados con la migración.  No podemos seguir en esta situación.

-Respecto a Chile, ¿hay preocupación de que pueda afectarse las relaciones económicas?

-No, porque en términos generales nosotros vemos una interdependencia económica. Veríamos como un error que Chile no siguiera esa línea. Hay un tejido empresarial fuerte y sólido, incluso más que con Perú. No creo que haya preocupación, porque sería torpe que eso se quisiera cambiar.

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