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El costo de ser verdes: la ruta de la expansión de los bonos sostenibles

Durante 2021 los bonos corporativos bajo criterios ambientales, sociales y de gobernanza superaron los US$ 48.000 millones en la región. Generación de incentivos más evidentes en estos instrumentos ayudarían a acelerar las colocaciones.

Por Déborah Donoso Moya/ Foto: Ingimage I Publicado: Miércoles 27 de julio de 2022 I 15:07
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Un bono soberano verde emitido por Chile en 2019 fue uno de los primeros hitos que abrió el camino del financiamiento sostenible en Latinoamérica, algo que en el mundo había comenzado en 2007 y que hoy se han estandarizado bajo los criterios ESG, que consideran aspectos ambientales, sociales y de gobernanza.

Entre las empresas es cada vez más común. Dentro de las principales compañías que han emitido bonos se encuentran la brasileña Petrobras (US$ 73.000 millones) y la mexicana Walmex (con US$ 61.200 millones acumulados), entre otras. 

En este mundo cada vez más ávido de compromisos de descarbonización, cambio de matriz energética y metas de cero emisiones, este tipo de instrumentos es vista con cierta duda, respecto de si son efectivos o un lavado de imagen.

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El director de CFA Society Chile, Nicolás García-Huidobro, explicó que “primero, y antes de la emisión de un instrumento de esta naturaleza, se pide una opinión de un tercero independiente, quien debe evaluar el marco general de estrategia de sostenibilidad de la compañía, sus objetivos y los indicadores en particular a medir, corroborando que los objetivos establecidos en la emisión estén alineados con la estrategia de sostenibilidad de la empresa”.

Posterior a la emisión de un bono, “estos principios exigen que un tercero independiente (como Deloitte) evalúe, al menos anualmente, la evolución de estos indicadores, y que en caso de que el cumplimiento de ellos gatille algún cambio en las condiciones del bono, debe ser con el informe de este tercero que valide el cumplimiento del objetivo”, detalló García-Huidobro.

Que exista un tercero evaluando el cumplimiento de los compromisos adoptados por las compañías, en el caso de bonos corporativos, y por los gobiernos, en el caso de los soberanos, entrega cierta confianza al mercado y a la sociedad. 

A esto se suma el hecho de que si un bono con compromisos de reducciones de CO2 o de carácter de inclusión (préstamos a mujeres, por ejemplo) no cumple los objetivos por los cuales fue emitido, se arriesga a incrementar su costo, donde las tasas podrían aumentar y eso se va penalizando en el tiempo, a medida que la auditora evalúe su cumplimiento, según explicó el socio de Risk Advisory en Deloitte, David Falcon, añadiendo que “la credibilidad, transparencia y confianza son elementos claves para operar”.

Para el experto, aún existen desafíos, tales como el denominado “greenwashing” o lavado de imagen, aunque considera que esta presión social “es buena” que exista porque finalmente las empresas no quieren correr el riesgo de una pérdida de confianza.

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Lo que se espera para 2022

En 2021 los bonos corporativos bajo estos criterios sostenibles totalizaran US$ 48.700 millones, de acuerdo con cifras de Climate Bonds Initiative, una organización internacional que trabaja en movilizar capital para la acción climática. Chile lideró las colocaciones con un total de US$ 11.900  millones, seguido por Brasil con US$ 10.400 millones y por México con US$ 3.600 millones. 

Para el año en curso se espera que algunos países cubran actividades de transición “más difíciles” como la minería y energía. “Esperamos ver mucho más sobre esto durante 2022”, explicó el organismo.

Una de las grandes prioridades que espera el CBI es lograr que el financiamiento fluya hacia proyectos y actividades que ayuden a generar resiliencia frente a los impactos físicos y climáticos, “en particular en países pequeños con bajas emisiones donde la mitigación no es una prioridad”.

Falcon espera ver un mayor movimiento de colocaciones de bonos para el segundo semestre. “El mercado está bien activo, aunque no tanto como lo esperábamos. La pandemia y la guerra ha generado inestabilidad y hay más pausa en la inversión”, dice.

Si bien no existe un dinamismo como en 2021, si se compara semestre frente a semestre “creo que estamos muy bien, pero el fuerte vendrá el segundo período. En diciembre podríamos ver una trazabilidad con un periodo con mayores colocaciones de bonos por todo lo que está empezando a ocurrir y lo que estamos desarrollando con las organizaciones”.

De acuerdo con Falcon, es necesario que exista un incentivo para que las empresas cambien el mercado tradicional por el que tiene relación con criterios ESG.

Al respecto, la agencia de calificación comentó que el mercado de bonos soberanos verdes, sociales y sostenibles de América Latina “es probable que crezca aún más, después del reciente aumento de emisiones acumuladas de la región a más de US$ 40.000 millones”.

Para el mediano plazo, Falcon ve que “el potencial de mercado que tiene México es gigantesco, sobre todo por el lado de bonos medioambientales”, por ende, podría superar a Chile si robustece sus colocaciones. Además, lo podrían seguir Colombia y Perú.

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