Duro golpe para Lula: aumenta la deforestación en vulnerable región del Cerrado de Brasil
El alza de la destrucción de plantas para fines agrícolas empaña los éxitos del país en la protección de la selva amazónica.
Por Bryan Harris y Michael Pooler
La deforestación en el bioma ecológicamente vulnerable del Cerrado de Brasil aumentó un 43% el año pasado, según datos oficiales que empañan el éxito del gobierno en reducir la destrucción de la selva amazónica.
Según los científicos, el Cerrado, una vasta sabana tropical que se extiende por casi una cuarta parte del país, almacena grandes cantidades de carbono y ayuda a amortiguar el cambio climático. También opera como una cuenca gigante para recolectar y distribuir recursos hídricos en todo el continente.
La mezcla diversa de árboles, arbustos, raíces y pastizales del bioma se ha visto cada vez más amenazada por el avance de la agricultura, en particular el cultivo de soja y algodón, que ha experimentado un auge en los últimos 30 años.
El año pasado se arrasó una superficie récord de más de 7.800 kilómetros cuadrados del Cerrado, un aumento del 43% comparado con el año anterior, según datos del gobierno. Sólo en noviembre se despejaron más de 570 kilómetros cuadrados de tierra, una superficie tres veces mayor que en el mismo mes del año anterior.
Las cifras serán un duro golpe para el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien desde que asumió el cargo en enero pasado ha puesto la protección ambiental en el centro de su agenda política y ha dirigido más recursos a las agencias que mantienen los diversos ecosistemas de Brasil. La ciudad amazónica de Belém será la sede de la cumbre climática COP30 de la ONU en 2025.
En la selva amazónica, el enfoque parece estar funcionando: la deforestación en la sección brasileña del bioma el año pasado cayó un 50% frente al año anterior. Esto se ha logrado en gran medida mediante una aplicación más estricta de la ley contra los numerosos intereses criminales de la selva tropical, incluyendo los madereros ilegales, los ganaderos y los mineros de oro informales, o garimpeiros.
Lula quiere reducir la deforestación en Brasil a cero para 2030, pero ese objetivo está en riesgo debido a la creciente tala de bosques en el Cerrado.
"El sacrificio del Cerrado por parte de Lula a la producción de carne y soja es una mancha importante en sus credenciales medioambientales y debe revertirse y rectificarse urgentemente", dijo Alex Wijeratna, director del grupo de campaña Mighty Earth.
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La situación es complicada debido a las normas medioambientales. En la Amazonía, los propietarios deben mantener el 80% de la vegetación de sus tierras, mientras que el 20% de la tierra puede utilizarse con fines comerciales.
Pero en el Cerrado, que domina franjas del centro de Brasil, normalmente sólo es necesario preservar el 20% de la vegetación. Estas regulaciones más flexibles, combinadas con avances en técnicas agrícolas que permiten que los cultivos florezcan en el clima, han impulsado el avance de la agricultura.
“En muchos casos, el código forestal permite la supresión de la vegetación nativa. Entonces, a diferencia del Amazonas, donde la prevención se puede hacer mediante la aplicación de la ley, en el Cerrado hay que crear incentivos para que los propietarios de tierras renuncien a su derecho a deforestar", afirmó André Guimarães, director ejecutivo del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonia.
El Cerrado ha perdido el 12% de su vegetación nativa en los últimos 20 años, según datos del gobierno. En noviembre, la administración Lula lanzó un plan de cuatro años para reducir la destrucción del bioma, con iniciativas centradas en la supervisión gubernamental y la ampliación de las áreas protegidas.
Algunos ambientalistas dicen que el sector agrícola está arriesgando su propio futuro al reemplazar la vegetación con tierras de cultivo, ya que esto socava el proceso de evapotranspiración, en el que el agua del suelo se evapora a la atmósfera. Esto conduce a una reducción de las precipitaciones, lo que puede poner en peligro las cosechas.
Gabriel Hofmann, investigador de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, dijo: “Si falta agua en el Cerrado, esto tendrá fuertes repercusiones en otras regiones de Brasil, tanto para el suministro de agua a la población como para la producción de energía hidroeléctrica, la principal forma de producción eléctrica del país".
André Lima, secretario de control de la deforestación del Ministerio de Medio Ambiente, dijo: “La deforestación legal es mucho más difícil de controlar porque la ley lo permite. No hay manera de sancionar lo que la ley autoriza".
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