Las razones por las cuales Vaca Muerta no es el gigante exportador de hidrocarburos de América Latina
El yacimiento de 30.000 km2 fue expropiado a Repsol en 2012, con el objetivo de impulsar su producción y recuperar el autoabastecimiento energético del país. Al poco tiempo, la crisis política y económica arrastró la operación y hoy, aún, no ha logrado estar al 100% de la capacidad.
A comienzos de la década de 2010, un informe de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, su sigla en inglés) ubicó al yacimiento argentino Vaca Muerta en el ranking global de reservas de petróleo y gas de esquisto.
Desde entonces, con la proyección de que para 2027 los ingresos por exportación de gas y crudo provenientes de este reservorio superarán los de la producción agropecuaria -principal fuente de divisas de Argentina-, diversos gobiernos han promovido la inversión en este megaproyecto.
Sin embargo, el declive del gas convencional y el consumo de las reservas de petróleo empezaron a marcar las decisiones ejecutivas. En 2012, el gobierno de Cristina Fernández decidió expropiar el 51% de las acciones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), propiedad de Repsol y concesionaria del yacimiento no convencional.
El objetivo era claro: llevar a Vaca Muerta a otro nivel. Y es que, desde el Ejecutivo, se señalaba a la firma española de no invertir suficiente en la exploración y explotación de hidrocarburos, lo que habría llevado al país a perder su autoabastecimiento energético.
Un año antes, la nación austral había importado unos US$ 9.000 millones en combustible, un alza de 110% con respecto al año anterior.
La estrategia empezó a surtir efecto. La producción aumentó, las ganancias también y los objetivos iban de acuerdo a lo planteado. Nuequén -donde está ubicada la formación- pasó a ser, de hecho, la mayor provincia petrolera.
Poco después, el clima económico y político, y luego la pandemia empezaron a arrastar el desempeño.
Política y transición energética
Argentina atraviesa, desde hace varios años, un duro escenario económico y político, además de una severa crisis financiera.
Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), la inflación del año 2021 se ubicó en casi al 51%, la segunda más alta desde 1991. La mayor fue 53,8% en 2019.
En este escenario, Vaca Muerta quedó como un salvataje con sus importantísimos recursos de petróleo y gas de esquisto, pese a que de sus 30 mil kilómetros cuadrados solo está explotado el 5%.
Hasta abril del año pasado, la formación marcaba un récord de producción con 147.000 barriles de petróleo al día, representando un 29,6% del total del país, según datos de la Secretaría de Energía de la nación. Esto lo ubica casi 5 puntos porcentuales sobre el registro de 2020.
Pero, según indicó a DFSUD Hernán Dobry, analista de la industria y editor general del medio Desarrollo Energético, las razones detrás del estancamiento de la firma es la incertidumbre que se vive en el país en cuanto a la economía y la estabilidad política.
“Los precios cambian, la moneda local sufre transformaciones constantemente; por ende, ninguna empresa extranjera quiere invertir en este país. Argentina tiene una economía depreciada, el Banco Central ya no tiene reservas ni divisas, ningún país le puede prestar dinero porque la realidad es que tampoco existe la capacidad de pagarlo. Hoy en día Argentina tiene tasas de interés por cerca del 20%. La situación es insostenible”, señaló.
Por tal razón, Dobry aseguró que si Vaca Muerta estuviera en otro país, la historia sería completamente distinta. “El recurso se descubrió y está. Somos un país capaz de exportar petróleo y gas; el problema es la administración nacional que, en vez de avanzar, nos hace retroceder. Neuquén debería ser como Dubái”.
A ello se suma, dijo, el hecho de que las empresas extranjeras no se animan a comprar lo extraído de la tierra, por el efecto cambiario. “Nadie quiere pagar por exportarlo, porque se vende muy caro. Existen otros países, como Bolivia, que también está exportando pero más barato. La inversión se va para allá”.
Acuerdo con Bolivia
Precisamente, con ese país, Argentina tiene, constantemente, diferencias en materia energética. A inicios de esta semana, ambas naciones estuvieron, nuevamente, negociando la compra/venta de gas, presionando la existencia de energía para el venidero invierno austral.
Ese acuerdo debió ser cerrado antes de finalizar el año 2021, pero se extendió hasta el último día de enero. Finalmente, a última hora, las empresas estatales Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) e Integración Energética Argentina (Ieasa, exEnarsa) llegaron a puerto. Bolivia le enviará a Argentina 7,5 millones de metros cúbicos por día de gas durante febrero y marzo de este año.
El país liderado hoy por Alberto Fernández es el segundo destino de exportación desde Bolivia. Si YPF lograra superar esa dependencia, desde la producción local, podría intentar volver a la senda del objetivo de recuperar el autoabastecimiento energético que tuvo entre 1998 y 2004.
Eso sí, primero debe haber señales desde el Ejecutivo de seguridad, estabilidad y rentabilidad para atraer capitales.
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