La apuesta de US$ 18.000 millones del sector automotor japonés en México se torna riesgosa por la amenaza arancelaria de Trump
Nissan fue el primer fabricante nipon en establecerse en el país, cuando comenzó a construir autos localmente para el mercado nacional en la década de 1960. Mazda, Honda, Toyota y muchos otros proveedores llegaron en la década de 2010.
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Por Harry Dempsey y Kana Inagaki / Christine Murray
Tokio / Silao
La profundidad de la participación de las empresas japonesas en la industria automotriz de México es visible en la fábrica de Ashimori Industry en un vasto parque industrial en el estado de Guanajuato, 400 kilómetros al noroeste de la Ciudad de México.
Un grupo de trabajadores, en su mayoría mujeres, ataviados con gorras de béisbol y guantes, se inclinan sobre las estaciones de trabajo en la planta, en el corazón de la industria automotriz de México. Están ensamblando pequeñas piezas de plástico y metal para los mecanismos de seguridad de los cinturones de seguridad.
Ashimori, un fabricante japonés de piezas de automóviles, instaló la fábrica en 2012, poco antes de que Mazda iniciara la producción en una planta de ensamblaje de vehículos cercana. Las instalaciones forman parte de la inversión de US$ 18.000 millones de la industria automotriz japonesa en México, tanto en el ensamblaje final de vehículos como en la fabricación de componentes. Las decisiones se tomaron con base en los bajos costos laborales y el acceso sin restricciones al mercado estadounidense. Los trabajadores de Ashimori también fabrican bolsas de aire, parasoles y otros componentes para Honda, Mazda y otros grandes fabricantes.
Sin embargo, la amenaza del Presidente estadounidense Donald Trump de imponer aranceles a las importaciones de México y Canadá ha hecho que la enorme apuesta de la industria automotriz japonesa por México parezca nuevamente riesgosa. Los fabricantes de automóviles y su red de proveedores están tratando ahora de encontrar la manera de llevar a cabo cualquier modificación necesaria de los planes de inversión futuros o de la reconfiguración de las cadenas de suministro.
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Trump dijo inicialmente a principios de febrero que impondría aranceles del 25% a todas las importaciones de los dos vecinos inmediatos de Estados Unidos. Si bien luego dio marcha atrás, horas antes de que entraran en vigor, anunció una prórroga de sólo 30 días, hasta el 4 de marzo. Cuatro empresas automotrices japonesas construyen ahora 1,3 millones de automóviles en México al año, más que los productores de cualquier otro país.
Cualquier arancel impuesto afectaría no sólo a los vehículos terminados, sino también a componentes como los 110.000 neumáticos que fluyen desde México y Canadá a Estados Unidos cada día.
El director ejecutivo de Nissan, Makoto Uchida, dijo que su compañía necesitaba estar preparada en caso de que se impusieran aranceles elevados.
“Tal vez podamos trasladar la producción de estos modelos a otros lugares”, dijo sobre la producción mexicana de la empresa.
La Organización de Comercio Exterior de Japón (Jetro) ha dicho que cuatro inversiones de su país importantes en México ya se han detenido debido a la incertidumbre.
Mazda y Honda se han sumado a Nissan en la advertencia de que podrían retirarse de México. Naohisa Komura, presidente de Plasess, otro proveedor japonés de piezas de automóviles que llegó al estado de Guanajuato en 2014, dijo que las decisiones de inversión permanecerían congeladas hasta que hubiera más certeza.
“Es extremadamente difícil porque lo que dice Trump cambia constantemente”, dijo Komura. “Sin saber absolutamente nada, no podemos hacer nada en términos de decisiones comerciales”.
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Nissan fue el primer fabricante de automóviles japonés en establecerse en México, cuando comenzó a construir automóviles localmente para el mercado nacional en la década de 1960.
Mazda, Honda, Toyota y muchos otros proveedores llegaron en la década de 2010 después de que México liberalizara su economía al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá en 1992. Los aranceles a los automóviles se eliminaron en 2008. Un Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) renegociado reemplazó al TLCAN en 2020.
Cifras del instituto nacional de estadísticas de México muestran que el 82% de los vehículos producidos por fabricantes de automóviles japoneses en México el año pasado fueron exportados.
Mireya Solís, experta en Japón del centro de estudios Brookings Institution, con sede en Washington, dijo que las inversiones anteriores se basaron en el supuesto de que los países buscarían el crecimiento económico a través de un comercio sin restricciones.
“Podíamos confiar en que sería posible enviar componentes de manera eficiente y realizar diferentes procesos en diferentes lugares”, afirmó.
Sin embargo, los problemas ya se estaban acumulando incluso antes de la ansiedad arancelaria. Naoko Uchiyama, profesora de la Universidad de Estudios Extranjeros de Tokio, dijo que las compañías automotrices japonesas se concentraron durante muchos años en construir autos compactos para exportar a EEUU cuando estaban perdiendo participación de mercado frente a los SUV.
“Pasaron a producir SUV compactos, pero su rendimiento no ha sido tan bueno como se esperaba”, dijo Uchiyama.
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Los inversionistas japoneses, cautelosos, también tienen que lidiar con riesgos de seguridad. Guanajuato tiene la tasa de homicidios más alta de todos los estados de México y actualmente sufre una grave violencia a causa de disputas entre grupos del crimen organizado.
Sin embargo, por el momento, muchos ejecutivos dicen que buscan maximizar la eficiencia de sus operaciones, para soportar cualquier arancel, en lugar de pensar en reubicarse.
En la planta japonesa Minebea Mitsumi de Guanajuato, Luis González, gerente de planta, dijo que estaban prestando mucha atención a las noticias sobre los posibles aranceles del 25%, pero indicó que aún no estaban recortando la producción.
La empresa incluso estaba considerando adelantar parte de la producción, para asegurarse de poder exportarla antes de la imposición de aranceles.
“Hay que seguir trabajando, no podemos quedarnos esperando”, afirmó.
Los ejecutivos y analistas esperan que la incertidumbre se prolongue, en parte debido a la renegociación del T-MEC prevista para julio del próximo año.
Takao Nakahata, economista senior de Jetro, dijo que, en un mundo de aranceles, las compañías automotrices japonesas probablemente invertirían en países del sudeste asiático, incluido Vietnam, en lugar de México. También podrían impulsar la producción estadounidense, predijo.
“La inversión japonesa en México será súper lenta hasta aproximadamente julio de 2026”, dijo Nakahata.
González dijo que el principal cambio hasta ahora ha sido el aumento de la incertidumbre.
“En este momento la intención es buscar cómo podemos hacer mejoras para reducir el impacto de ese 25%”, dijo. “Pero es un impacto grande”.
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La apuesta de US$ 18.000 millones del sector automotor japonés en México se torna riesgosa por la amenaza arancelaria de Trump
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