Los planes de gasto de Lula calientan los mercados brasileños
Las acciones y la moneda han caído en medio de preocupaciones sobre el modelo "insostenible" para eliminar el déficit presupuestario.
Por Michael Pooler y Beatriz Langella
São Paulo
Los mercados financieros de Brasil han sufrido fuertes ventas masivas este año a medida que los inversionistas están cada vez más ansiosos por los planes de gasto del Gobierno del Presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
El real brasileño es la tercera moneda de mercado emergente con peor desempeño frente al dólar estadounidense en lo que va del año, y su caída de casi 10% la sitúa sólo detrás de la lira turca y el peso de su vecina Argentina, siempre en problemas. Mientras tanto, el índice bursátil local Bovespa ha caído un 8,6% durante el mismo período.
Si bien los mercados emergentes en general se han visto afectados a medida que los inversionistas reducen drásticamente sus expectativas de recortes de las tasas de interés en Estados Unidos este año, los administradores de dinero y los economistas también citan crecientes preocupaciones sobre la viabilidad del plan de Brasilia para equilibrar las finanzas públicas a través de una recaudación fiscal adicional, al mismo tiempo que aumentan gasto.
“Hoy en día, el riesgo fiscal es lo que más pesa sobre la economía y los mercados brasileños”, dijo Ricardo Lacerda, director ejecutivo del banco de inversión local BR Partners y ex director de Goldman Sachs en Brasil. “Aún no estamos en una zona fuera de control. Pero el Gobierno ha apostado por un modelo insostenible de ajuste fiscal sin reducción de costos”.
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Lula regresó al poder el año pasado con la promesa de aumentar el gasto social y expandir el Estado, con la esperanza de emular el éxito político de su período anterior en el gobierno entre 2003 y 2011. Su administración buscó tranquilizar a los inversionistas prometiendo eliminar el llamado déficit presupuestario primario, que no incluye los pagos de intereses de la deuda.
Pero ya ha suavizado sus propios objetivos para lograr un superávit a partir del próximo año y se ha comprometido a aumentar el gasto en términos reales anualmente. Algunos inversionistas y analistas temen que no logre eliminar el déficit este año como estaba previsto.
Ahora no se pronostica que los niveles de deuda pública, ya relativamente altos para un mercado emergente con un 76% del producto interno bruto, caigan hasta 2028, según estimaciones oficiales.
La volatilidad del mercado se ha intensificado después de que el Gobierno a principios de este mes no lograra obtener respaldo parlamentario para su propuesta de reducir los créditos fiscales corporativos tras una protesta de las empresas, lo que aumentó la presión sobre el ministro de Finanzas, Fernando Haddad, a quien Lula se vio obligado a defender más tarde.
"Esto demostró que estamos alcanzando el límite del modelo de ajuste fiscal propuesto por Haddad", dijo Helder Soares, director de inversiones de la administradora de activos Principal Claritas en São Paulo. "La situación fiscal estructural no es desesperada, pero sí delicada".
Brasil tiene un historial de déficits presupuestarios, a menudo con efectos negativos para la inflación, las tasas de interés y la actividad económica.
Los críticos argumentan que la postura fiscal laxa limita la capacidad del banco central para reducir su tasa base, que Lula ha atacado al 10,5% como perjudicial para el crecimiento.
Los economistas predicen que el crecimiento del PIB se reducirá al 2% este año desde el 2,9% del año pasado. Si bien los aumentos de los precios al consumidor se han desacelerado, los pronósticos de inflación para todo el año han aumentado hasta el 4%, por encima de la meta oficial del 3%.
"Es poco probable que el déficit primario se reduzca a cero en 2024 y podría ser incluso mayor en 2025", dijo Rafaela Vitoria, economista jefe del Banco Inter, quien dijo que la política fiscal estaba empezando a transmitirse a la inflación.
Calcula que el gasto público ha crecido aproximadamente un 6% por encima de la inflación cada año desde que Lula asumió el cargo a principios de 2023, y añade: “No hay mecanismos de contención para 2025”.
Los analistas y participantes del mercado dicen que las preocupaciones sobre el déficit presupuestario y los temores de interferencia política en las decisiones del banco central han llevado a los inversores a exigir mayores rendimientos por mantener la deuda del país, elevando sus costos de endeudamiento.
Desafiando a Lula, el banco detuvo el miércoles su ciclo de flexibilización. La decisión unánime del comité de política monetaria ayudó a calmar una potencial crisis de credibilidad para la institución, después de que los miembros designados por el izquierdista presionaran por un mayor recorte de tasas en mayo.
A pesar de que el Bovespa subió ligeramente al día siguiente, el real tocó las 5,46 unidades por dólar, su nivel más débil desde la toma de posesión de Lula. La moneda recortó algunas de sus pérdidas para cerrar en 5,39 reales el lunes.
"Cualquier rebote en los precios de los activos será de corta duración a menos que el Gobierno encuentre una solución más sostenible para abordar los desequilibrios en el presupuesto", dijo John Stavliotis, gerente de cartera de Antipodes Partners.
Los alcistas argumentan que las acciones brasileñas (que cotizan a siete veces las ganancias futuras) son históricamente baratas. Este año, hasta finales de mayo, el índice FTSE Brazil All Cap ocupa el puesto 49 entre 50 índices de países seguidos por el proveedor de datos.
A raíz de la inquietud de los inversionistas y la falta de respaldo para el plan de crédito fiscal corporativo, Haddad ha planteado la posibilidad de recortes de gastos en determinadas áreas. Sin embargo, enfrenta resistencia dentro de su gobernante Partido de los Trabajadores, mientras que Lula ha dicho que los ministros deben convencerlo de la necesidad.
Los partidarios del Gobierno y algunos inversionsitas argumentan que el déficit primario de Brasil (pronosticado por el FMI en 0,6% del PIB este año) es relativamente pequeño en comparación con países como México, donde se espera que el déficit presupuestario alcance casi el 6%.
Aun así, los comentaristas ven poco interés en el Gobierno por realizar recortes significativos antes de las elecciones municipales de octubre.
"(Lula) tuvo una luna de miel en su primer año y eso está llegando a su fin", dijo Jean Van de Walle, director de inversiones de la oficina familiar Sycamore Capital. "Habrá un choque cada vez mayor (entre) la ortodoxia monetaria y las ambiciones del Gobierno".
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