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Presidente de Colombia empieza a dejar la moderación a un lado y vuelve a sus raíces revolucionarias

Gustavo Petro llama a sus partidarios a "levantarse" contra las élites mientras avanza en la expansión del control estatal sobre la economía.

Por Financial Times, traducido por María Gabriela Arteaga / Foto: Reuters I Publicado: Lunes 27 de febrero de 2023 I 08:30
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Por Michael Stott y Joe Parkin Daniels

El presidente de Colombia era todo un revolucionario. Desde el balcón del palacio presidencial la semana pasada, Gustavo Petro denunció al "neoliberalismo" por causar la guerra, Covid-19, el hambre y la crisis climática. Arremetió contra los empresarios que, según él, conspiraban para frustrar sus reformas.

A continuación se dirigió a la muchedumbre: "Aquí llegó el momento de levantarse: el Presidente de la República de Colombia invita a su pueblo a levantarse, a no arrodillarse, a convertirse en una multitud consciente de que tiene en sus manos el futuro… el presente; que puede tener en sus manos el poder".

Seis meses después de asumir el poder, el primer mandatario izquierdista de Colombia está dejando de lado el manto de moderación que había asumido en la campaña electoral del año pasado y reavivando la retórica revolucionaria de su juventud como miembro de un grupo guerrillero urbano.

Petro apuesta por su capacidad de movilizar a su ejército de seguidores para impulsar planes radicales que ampliarán el papel del Estado en las pensiones, la sanidad y el mercado laboral.

Los inversionistas se preguntan cómo financiará Petro sus costosas promesas de campaña cuando ya preocupan el abultado déficit presupuestario, la persistente inflación y el elevado déficit por cuenta corriente. Se espera que el Congreso apruebe una ley presupuestaria que aumentaría el gasto en US$ 5.100 millones adicionales este año.

Está en riesgo el futuro de uno de los países más conservadores de Sudamérica, popular entre los inversionistas por su prudente política económica y apreciado por Washington como su aliado militar más cercano en la región.

Algunas de las personas cercanas a Petro insisten en que la administración será pragmática, más afín a la socialdemocracia europea que a las incendiarias izquierdas latinoamericanas como la del exlíder venezolano Hugo Chávez.

"Éste no es un gobierno que vaya a enterrar todas las instituciones y acabar con la economía de mercado", dijo el senador Iván Cepeda, líder de un partido izquierdista que forma parte de la coalición Pacto Histórico de Petro. "Todo lo contrario: es un gobierno muy moderado, pero también con una clara orientación hacia el cambio y la reforma".

Lejos de crear agitación, alegó Cepeda, Petro había traído estabilidad a uno de los países más desiguales del mundo al forjar una coalición para un cambio que se necesitaba desde hace tiempo.

"Las reformas no se producen en ninguna sociedad sin turbulencias", dijo. "Pero el gobierno ha conseguido algo impensable: un paso pacífico en Colombia desde un gobierno tradicional de las élites hacia un gobierno progresista".

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Desde que Petro asumió el poder en agosto pasado, las grandes manifestaciones que habían salpicado al gobierno de su impopular predecesor de centro-derecha, Iván Duque, han terminado: muchos de los organizadores de las protestas están ahora en el poder.

Petro sorprendió al comparar el veredicto de un tribunal internacional según el cual Colombia fue responsable del "exterminio sistemático" de más de 6.000 activistas de izquierda en las últimas décadas con el asesinato de 6 millones de judíos por parte de los nazis. "La Alemania nazi tenía un Estado genocida", dijo Petro. "No hay ninguna diferencia entre el Estado colombiano y el Estado nazi desde ese punto de vista. Genocidas".

Su vicepresidenta, Francia Márquez, activista medioambiental de la marginada comunidad de raza negra de la costa pacífica colombiana, visitó recientemente Cuba para "construir alianzas en torno a objetivos comunes".

Las críticas han sido silenciadas, al menos en público: la mayor parte del Congreso ha sido cooptado. "Todo el mundo le está dando el beneficio de la duda", dijo Paca Zuleta, de la Universidad de los Andes de Bogotá. "Nadie está ejerciendo una oposición real".

Opinión externa

Fuera de Colombia, algunos son más francos. Débora Reyna, de Oxford Economics, cree que el gobierno se arriesga a una "desagradable recesión" este año si no cambia de rumbo. "Petro ha agravado los riesgos de una mala gestión política en un momento de deterioro de los fundamentos", dijo en una nota.

Colombia fue la gran economía latinoamericana de más rápido crecimiento el año pasado, con una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del 7,5%, pero este año el gobierno prevé un crecimiento del 1,2%, mientras que Capital Economics pronostica apenas un 0,8%.

La inversión en petróleo, gas y minería —sectores que juntos representan más de la mitad de los ingresos de exportación de Colombia— es incierta tras las señales contradictorias del gobierno sobre nuevas exploraciones. El peso ha caído alrededor de un 18% en el último año, convirtiéndose en una de las divisas más débiles de los mercados emergentes.

Sin embargo, los líderes empresariales prefieren no oponerse al presidente. En vez, abogan en privado y esperan que una facción moderada, que incluye al ministro de finanzas, José Antonio Ocampo, y al ministro de educación, Alejandro Gaviria, actúe como freno para Petro.

Ocampo lanzó con éxito una reforma fiscal el pasado noviembre, que aumentó los gravámenes sobre los colombianos más ricos y sobre el petróleo y la minería. El plan fue elogiado por aumentar los ingresos sin destruir la competitividad.

A medida en que Petro lleva a cabo reformas más polémicas, resulta más difícil alcanzar un equilibrio similar. Gaviria, exministro de sanidad, le había pedido a Petro que modificara los planes para nacionalizar la mayor parte del sistema sanitario colombiano, pero fue desairado. "La propuesta original no cambió mucho y no logramos una reforma responsable", dijo Gaviria.

Colombia tiene uno de los sistemas de salud pública mejor dotados del continente americano, financiado en su mayor parte por el seguro obligatorio. Petro planea eliminar en gran medida los intermediarios privados que gestionan el sistema, ampliar la cobertura y ceder el control al Estado. El gobierno calcula que los costos adicionales podrían ascender al 3,5% del PIB, el doble de lo recaudado en la reforma fiscal del año pasado, según Capital Economics.

Lo siguiente en la lista de Petro son las pensiones. Aún no ha publicado el proyecto de ley, pero el martes pasado se enfocó en dos banqueros anónimos, diciendo que se habían enriquecido a costa de los trabajadores: "Dieciocho millones de contribuyentes les están dando dinero cada mes a los dos mayores bancos mientras nadie recibe una pensión".

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No está claro si la popularidad de Petro lo sostendrá en medio de una economía en desaceleración. Su llamamiento la semana pasada a un mitin masivo para apoyar sus reformas fracasó. En Bogotá sólo salieron unos pocos miles de personas, mientras que la contramanifestación del día siguiente fue mucho mayor.

Algunos han expresado dudas sobre la capacidad de Petro para cumplir sus promesas, diciendo que es más fuerte como activista que como ejecutor.

"Petro es un revolucionario que ha dejado tras de sí una estela de revoluciones inconclusas", dijo Juanita León, editora del sitio web de política La Silla Vacía. "Quiere cambiar muchas cosas mediante la fuerza de voluntad, pero hasta ahora no ha demostrado que tenga la capacidad de dar los pasos necesarios para sustituirlas por algo nuevo".

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