Opinión FT: La minería no está avanzando en la transición energética
El sector es crucial para el suministro de los metales necesarios para alcanzar cero emisiones netas, pero no está realizando la inversión apropiada.
"Por favor", dijo el presidente estadounidense el mes pasado. "Ya basta".
Obtener un rendimiento justo está bien, sostuvo Joe Biden. Pero en un sector donde se han disparado las ganancias, el mandatario estaba harto de que las compañías les dieran dinero a sus accionistas en lugar de aumentar la inversión en lo que el país necesita. Biden se estaba refiriendo a las compañías extractoras de petróleo y gas estadounidenses. Alguien, en algún lugar, debería hablar con las mayores compañías mineras del mundo.
El sinsentido de la cuestión energética de Biden es que las grandes compañías petroleras y gaseras ya están gastando prudentemente en un producto que el mundo ha dicho que, en última instancia, no quiere. Los comentarios del jefe de Estado reflejaron la realidad política de los altos precios en las gasolineras y las elecciones de mitad de período. Sin embargo, la inversión en la extracción de petróleo se aproxima a la sugerida por una verdadera ruta hacia las cero emisiones netas, según la Agencia Internacional de la Energía, a pesar de que, lamentablemente, las políticas climáticas y el gasto en alternativas ecológicas van a la zaga.
En la minería sucede lo contrario. Cualquier jefe del sector dirá con mucho gusto que el sector es crucial para cumplir los objetivos climáticos mundiales. La electrificación, las energías renovables y el almacenamiento necesarios en la transición energética aumentarán enormemente la demanda de cobre, níquel, cobalto y litio. A la industria le gusta llamar a estos metales "productos básicos del futuro" para distinguirlos de las materias sucias, pero lucrativas, de su pasado y presente.
Por ejemplo, el cobre: la demanda mundial podría duplicarse en 2035, en comparación con 2021, gracias a la triplicación del uso en los mercados de transición energética. Para entonces, según S&P Global, la necesidad podría superar la oferta en 9,9 millones de toneladas al año. En los últimos años se han construido muy pocas minas de cobre importantes. Pero se necesitarían más de 30 de la nueva mina de Quellaveco de Anglo American en Perú para llenar ese déficit.
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Hace apenas unos meses, se hablaba con entusiasmo de un nuevo superciclo de los metales. Pero las compañías mineras no están realizando la inversión apropiada. El gasto de capital expansivo (en contraposición al gasto de mantenimiento) de las mayores compañías ha estado deprimido durante siete años, según BMO Capital Markets. En el mismo periodo, su Ebitda se ha duplicado con creces. Esto situó la inversión en crecimiento en menos de una décima parte de los beneficios el año pasado, dice BMO, en comparación con la quinta parte o más que se vio usualmente en el auge impulsado por China en la década de 2000.
Las compañías tampoco están buscando arduamente las nuevas fuentes de metales que dicen que el mundo necesita desesperadamente. El gasto de exploración en productos básicos no ferrosos sigue siendo la mitad de su máximo de 2012, dice S&P. Más de la mitad de esos dólares se invierten en buscar oro, en lugar de los principales metales de las baterías. La llamada "exploración temprana", en lugar de buscar en los lugares existentes, sigue estando cerca de un mínimo histórico como proporción del gasto total.
Las compañías mineras señalan factores sobre los que no tienen control. La alta inflación no ayuda, ni la reciente caída de los precios de las materias primas, ya que las economías se han debilitado. Los yacimientos son generalmente de menor grado, o más difíciles de explotar.
Pero lo que es aún más fundamental es que los estándares sobre el impacto medioambiental de la minería han aumentado debidamente, al igual que las expectativas de lo que significa para las comunidades y las naciones. Las aprobaciones y los permisos que antes tardaban tres o cuatro años ahora tardan décadas. Significa un mayor riesgo de escasez, o que las brechas son cubiertas por economías de planificación centralizada dispuestas a invertir ahora. A pesar de que se habla mucho sobre asegurar el suministro de metales críticos, los altos ejecutivos de la industria recién llegados de reuniones en Washington dicen que esta dinámica no es muy apreciada en los círculos políticos.
La verdad es que el sector también está paralizado por el colapso del último superciclo. Los inversionistas no confían en que las compañías mineras construyan ni las animan a explorar, ya que temen extraer demasiados metales durante una recesión o derrochar miles de millones en proyectos cada vez más complicados. El mantra posterior a la crisis de "valor sobre volumen" ha servido bien a los inversionistas y a las compañías. La construcción de una nueva mina de cobre puede costar, por ejemplo, US$ 10 mil millones. Pero mientras la inversión se ha estancado, las seis mayores compañías mineras pagaron más de US$ 60 mil millones a los accionistas en 2021 en dividendos y recompras, y volverán a hacerlo este año.
Una solución podría ser una estructura "que anime a la industria a asociarse con sus clientes", dice Chris LaFemina de Jefferies, compartiendo el riesgo del proyecto, pero fijando los precios. Eso será un anatema para algunos en un sector empeñado en vender a los precios fijados por los mercados.
Pero las compañías mineras parecen atascadas, acorraladas por regulaciones más estrictas, responsables políticos insensibles, una geología problemática y el cortoplacismo de los inversionistas ávidos de efectivo y aterrorizados por la próxima caída cíclica. El resultado es que la industria habla mucho de su papel crucial en el suministro de metales para la transición energética, pero no invierte en consecuencia. Como podría decir un futuro presidente, ya basta.
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