Lula se acerca a un pacto con la derecha brasileña para impulsar la aprobación de la agenda

Por Michael Pooler
Brasilia

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva está cerca de sellar una improbable alianza con dos partidos de derecha anteriormente aliados de su derrotado rival Jair Bolsonaro, en una medida destinada a fortalecer la posición de su administración izquierdista.

El acuerdo cedería puestos en el gabinete y potencialmente otros roles a cambio de apoyo en el Congreso, donde la coalición liderada por el Partido de los Trabajadores de Lula no cuenta con una mayoría. Después de prolongadas conversaciones, se esperan negociaciones finales esta semana tras el regreso de Lula de un viaje a África que incluyó la cumbre de los Brics en Johannesburgo.

Desde que el tres veces líder de la democracia más grande de América Latina asumió nuevamente el cargo en enero, la fragmentada y derechista legislatura de Brasil ha rechazado elementos de su programa, que incluye un mayor gasto público y protecciones más estrictas para el medio ambiente, los trabajadores y las minorías.

A cambio de liderar un ministerio cada uno, se espera que los partidos Progresista y Republicano aporten votos en la cámara baja para proyectos de ley patrocinados por el gobierno. Los detalles aún no se han confirmado y la administración también podría ofrecer el control de un banco estatal.

Alexandre Padilha, ministro y principal interlocutor de Lula en el parlamento, dijo que un acuerdo incorporaría fuerzas que ya habían respaldado algunas de las propuestas del gobierno.

"Estamos fortaleciendo (y) consolidando un frente político que puede proporcionar aún más estabilidad en el Congreso", dijo al Financial Times. “Tiene un peso importante (de) parlamentarios y partidos que estuvieron en el gobierno de Bolsonaro y lo apoyaron durante las elecciones, pero que han adoptado esta agenda económica de salvar la democracia y reducir la desigualdad”.

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Traspiés legislativos

A pesar de los avances en ciertos proyectos de ley (incluida la aprobación de límites más flexibles al gasto público y la aprobación en la cámara baja de la tan esperada reforma tributaria), Lula ha sufrido una serie de derrotas parlamentarias. Los legisladores frustraron los planes para revertir la privatización del sector de agua y alcantarillado, antes de despojar de poderes a los ministerios de medio ambiente y de asuntos indígenas recién creados.

Ambos partidos que ingresarán al ejecutivo son ideológicamente más cercanos al expresidente, un populista de extrema derecha derrotado por poco por Lula en las elecciones del año pasado. Dadas las divisiones internas sobre la alianza, no es probable que todos sus legisladores voten en línea con la administración.

"No estoy interesado en puestos gubernamentales y permaneceré en la oposición", dijo un miembro de los Progresistas, que pidió no ser identificado.

Sin embargo, los analistas consideran que el acuerdo para una reorganización del gabinete es un impulso significativo a la capacidad de gobernar de Lula, casi ocho meses después de su mandato de cuatro años. 

Fernando Schüler, profesor de la Universidad Insper de São Paulo, estimó que el pacto informal podría dar a Lula aproximadamente 320 diputados en la cámara baja, de un total de 513.

"Lula quiere crear una plataforma para un diálogo amplio", añadió. "Con la reorganización tendrá una buena base para el diálogo y una mayor estabilidad en las relaciones con el Congreso".

Schuler dijo que esto también debería reducir la dependencia del presidente del presidente de la cámara baja, Arthur Lira, de los progresistas, una de las figuras más influyentes en Brasilia que controla los calendarios de votación y las solicitudes de juicio político. 

Lira representa un grupo poderoso y amorfo de legisladores en su mayoría de centroderecha sin una ideología consistente, conocido como el Centrão o “Gran Centro”.

El bloque intercambia apoyo por nombramientos destacados y recursos para sus máquinas electorales. Bolsonaro también formó una asociación con el Centrão, a pesar de haber repudiado su estilo político transaccional.

La nueva alianza puede preocupar a algunos inversores que han contado con que un Congreso dominado por los conservadores actúe como freno a medidas percibidas como hostiles a las empresas.

Pero el hecho de que muchos legisladores no compartan la visión de Lula podría obligar al presidente a evitar propuestas más radicales, según los analistas. 

"Estos partidos no se comprometen a brindar un apoyo incondicional y los puntos de la agenda seguirán abordándose caso por caso", dijo Wagner Parente, director ejecutivo de BMJ Consultoria. "Para asegurar la aprobación en la (Cámara de Diputados) y el Senado, la agenda económica tendrá que ser moderada".

El acuerdo de Lula tampoco significa que podrá contar con un apoyo duradero, dijeron los analistas. Al comienzo de su mandato, entregó tres cargos ministeriales al partido de centroderecha União Brasil, pero muchos de sus integrantes ya se han opuesto a la administración. 

“Es un modelo de lealtad muy transitorio y no garantiza que se aprueben las reformas importantes”, dijo Esther Solano, profesora de relaciones internacionales de la Universidad Federal de São Paulo. 

Los presidentes brasileños también tienen a su disposición subvenciones presupuestarias discrecionales que pueden otorgarse a los legisladores para que las gasten en sus distritos electorales, a menudo utilizadas como medio para asegurar votos en el Congreso. Pero el precio extraído ha ido aumentando: el gobierno liberó una cantidad mensual récord de 11.800 millones de reales (US$ 2.400 millones) en julio, según el grupo no gubernamental Asociación de Cuentas Abiertas.