1992 y 2007: los últimos grandes apagones que sufrió Colombia bajo la gestión de ISA

A eso de las 15:16 horas de este martes 24 de febrero, Chile sufrió uno de los cortes de suministro eléctrico más grandes en su historia. Catorce de las 16 regiones del país quedaron completamente a oscuras y más de 8 millones de clientes quedaron incomunicados. 

En plena ola de calor y por poco más de ocho horas, la incertidumbre sobre lo ocurrido, causó caos en numerosas ciudades del país latinoamericano. Una vez reconectada la nación, surgieron las explicaciones.

El apagón tuvo su origen en una falla de las líneas de transmisión eléctrica Nueva Maitencillo-Nueva Pan de Azúcar y Cardones-Polpaico, proyectos administrados por la empresa ISA Interchile.

Esta empresa es filial del Grupo ISA, una compañía colombiana que hace 57 años tiene operaciones tanto en áreas de electricidad como en ámbitos de telecomunicaciones y vías. Con presencia tanto en Brasil, Perú, Bolivia, Argentina y Centroamérica, la compañía tiene al mando más de 52 otras empresas y subsidiarias que alcanzan más de 5.000 trabajadores.

El holding está controlado por la petrolera estatal de Colombia, Ecopetrol, que no ha estado exenta de polémicas en su propio país. En 1992 y 2007, al igual que los chilenos, millones de colombianos estuvieron a oscuras producto de apagones que han marcado una historia de racionamientos y otras medidas que, hasta el día de hoy, se han tomado por las autoridades para manejar una crisis eléctrica en la que ISA ha sido protagonista. 

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¿Qué pasó en 1992 y 1993?

En 1992, durante el Gobierno de César Gaviria, el paso del fenómeno de El Niño dejó al país con una sequía que afectó los niveles de los embalses encargados de rellenar los generadores de las hidroeléctricas. 

Esos efectos, sumados a las fallas en la infraestructura del sistema, dieron origen a una crisis que se alargó cerca de un año, con medidas de racionamiento eléctrico que duraron entre el 2 de marzo de 1992 y el 7 de febrero de 1993. 

Todo comenzó con cortes de luz que en ciudades como Bogotá duraron cerca de nueve horas, mientras que en otras como San Andrés y Providencia, permanecieron a oscuras por 18 horas. Se adelantaron relojes con la idea de que los colombianos aprovecharan la luz del día y durante 11 semanas, el territorio estuvo bajo restricciones de suministro. 

Pese a que ISA no tuvo incidencia directa en el hecho, en aquella instancia el sector eléctrico estaba sumido en problemas de insolvencia con los proveedores, falta de mantenimiento a la infraestructura, sobrecostos en la construcción de El Guavio -hidroeléctrica que supuestamente iba a modernizar el suministro-, además de otros desórdenes administrativos que afectaron a la misma empresa en dicho periodo.

En 1994 se decretó la Ley 142 y 143 que dio paso a una reestructuración del sector eléctrico y su esquema institucional, creando la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg). Antes de ello, el sistema eléctrico en Colombia era centralizado, dependía de recursos hídricos y de plantas térmicas que no era capaces de responder a la demanda eléctrica en el país, por lo que su modificación estableció un sistema que brindó un marco normativo con el objetivo de garantizar la estabilidad y suficiencia del servicio, junto a la fijación de tarifas.

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A oscuras en 2007

15 años después de las modificaciones y con la crisis superada, Colombia volvió a estar a oscuras por unas horas. Un 26 de abril de 2007, se produjo un corte de energía que dejó a más de 9 millones de personas sin suministro eléctrico en el país.

En aquella instancia, ISA fue sancionada con una multa de 923 millones de pesos colombianos (US$ 223.175), cuando en 2008 se determinó su responsabilidad en el hecho. En ese entonces, la empresa atribuyó el apagón a un error humano, pero por cuatro horas y media, el 70% del país estuvo sin luz. Tres ingenieros de la compañía habrían sido los principales responsables al equivocarse en impartir una orden de mantenimiento en una subestación eléctrica cercana a Bogotá, que dejó sin servicio cuatro transformadores y seis líneas de 230 mil voltios. 

De acuerdo a la Superintendencia de Servicios Públicos, la multa fue impuesta por una supuesta falla en la prestación del servicio de transmisión, el incumplimiento de la obligación de atender la demanda eléctrica en forma confiable y segura, y por no realizar el mantenimiento oportuno a los equipos asociados al funcionamiento del Sistema Interconectado Nacional (SIN). En la investigación, se encontró una falta de experiencia y capacitación de los encargados de las maniobras de mantenimiento del sistema. 

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Medidas de 2024

Aunque se podría decir que el robustecimiento del sistema eléctrico en el país cafetero ha logrado prever posibles nuevas crisis, su debilidad frente a hechos climáticos ha llevado al gobierno a tomar medidas para evitar nuevos cortes de energía.

El año pasado, una nueva sequía producto del fenómeno de El Niño pudo haber instalado nuevos racionamientos en Colombia, pero desde el Ejecutivo se dictaron 15 medidas para mejorar la eficiencia energética. De esa forma, la Superintendencia de Servicios Públicos y el Ministerio, se encargaron de inspeccionar de forma permanente a los agentes del Sistema Energético Nacional, junto con publicar todas las visitas hechas por los agentes del sistema y comunicar todas las acciones tomadas para dar información sobre sus operaciones y la articulación eficiente del sistema. 

No obstante, pese a los esfuerzos, expertos han señalado en el último tiempo que el país podría enfrentar dificultades para atender la demanda eléctrica desde 2026. De acuerdo con datos de XM -empresa especializada en la gestión del sistema eléctrico colombiano-, la demanda por energía en el país fue de 82.084,9 GWh en 2024, un alza de 2,3% comparado con el consumo a nivel nacional el año anterior, donde la demanda alcanzó los 79.982,1 GWh. 

A ello, se ha sumado también la tardanza en la entrada en operación de nuevos proyectos y otros parques eólicos, algo que podría seguir restándole al sistema electrónico colombiano su capacidad para sobreponerse a las próximas consecuencias que traigan nuevos fenómenos climáticos.