Energía hidroeléctrica en Latinoamérica corre riesgos por efecto del cambio climático
La sequía y las inundaciones han causado estragos en la producción de una región en la que casi la mitad de la electricidad procede de fuentes hídricas.
Por Michael Stott
Era el mayor proyecto energético de la historia de Ecuador, capaz de suministrar electricidad a todos los hogares del país, afirmó con entusiasmo el entonces Presidente Rafael Correa al inaugurar la presa hidroeléctrica Coca Codo Sinclair —de US$ 2.200 millones y construida por China— en noviembre de 2016.
La represa era una de las ocho planeadas por Correa, un populista de izquierda, mientras presionaba para que su nación generara hasta el 90% de su electricidad a partir de energía hidroeléctrica, utilizando miles de millones de dólares en préstamos y experiencia en construcción proporcionados por Beijing.
Menos de una década después, esa apuesta ha salido desastrosamente mal. Ecuador está sufriendo cortes de electricidad de hasta 14 horas al día mientras el Gobierno raciona el escaso suministro debido a que el clima inusualmente seco ha dejado a sus represas hidroeléctricas con poca agua.
"Hay un enorme déficit de unos 1.000 megavatios de energía", explicó Nicolás Mongardini, un empresario de Miami que acaba de visitar a sus padres en Ecuador.
"Parte de ello se debe al fenómeno climático de El Niño y a la enorme temporada de sequía que ha azotado a Ecuador en los últimos meses", señalól. "Falta mucha agua en los ríos y eso está afectando la producción de energía hidroeléctrica. Empezó con cortes de electricidad de ocho horas, luego de 10 y ahora de 14, dependiendo de la región".
Las centrales hidroeléctricas de Ecuador también se han visto desprestigiadas por fallos en su construcción. Se ha recurrido a ingenieros del ejército estadounidense para que asesoren en cuanto a cómo salvar Coca Codo Sinclair de la erosión del río y de la acumulación de sedimentos que amenazan su capacidad de generar energía. Mientras tanto, la central está funcionando a un 30% de su capacidad.
Colombia y Perú, los países vecinos, también están enfrentando problemas de generación hidroeléctrica relacionados con la sequía, aunque no a la escala de Ecuador, el cual depende de la energía hidráulica para generar alrededor del 75% de su electricidad.
"La energía hidroeléctrica era la opción más fácil en términos de desarrollo eléctrico, particularmente en los Andes", afirmó David Purkey, director regional para Latinoamérica del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI, su siglas en inglés), una organización de investigación. "Era la opción obvia; había mucha agua y mucha pérdida de altitud que se podía utilizar para generar electricidad".
Pero, añadió, "cualquiera que estuviera confiando en los recursos hídricos y en la estabilidad de los recursos hídricos fue engañado por el cambio climático".
Región ideal
Durante el siglo XX, Latinoamérica parecía el lugar ideal para generar energía hidroeléctrica. El continente alberga el 31% del agua dulce del mundo en sus ríos, lagos y glaciares, y tiene grandes extensiones de tierra deshabitada que podrían inundarse para construir represas.
Los bancos multilaterales de desarrollo y los Gobiernos proporcionaron asistencia para un enorme programa de construcción de centrales hidroeléctricas entre las décadas de 1970 y 1990. En la actualidad, la región genera alrededor del 45% de su electricidad —unos 200 gigavatios— con energía hidráulica, lo que la convierte en una de las redes más ecológicas del mundo.
Pero los aumentos de las temperaturas globales; la pronunciada fluctuación de los patrones de precipitación; el deshielo de los glaciares; y la creciente frecuencia de sequías e inundaciones están causando estragos en la generación de electricidad.
Para empeorar las cosas, las represas construidas más recientemente tienden a tener embalses más pequeños debido a la presión ambiental para inundar menos tierras, lo que significa que son mucho más vulnerables a las fluctuaciones de las precipitaciones que los proyectos más antiguos, según los expertos.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió en un informe de 2021 que la capacidad hidroeléctrica promedio de Latinoamérica podría reducirse hasta en un 10% en las décadas hasta 2060 como resultado del cambio climático.
Para complicarles aún más las cosas a los planificadores de las redes energéticas, la AIE señaló que los efectos del cambio climático no se distribuirían uniformemente por toda la región. Algunas centrales, como las de México y de Centroamérica, estarían mucho más expuestas que otras. En Ecuador, muchas de las nuevas represas construidas por el Gobierno de Correa estaban situadas en la misma cuenca hidrográfica, lo que aumentaba su vulnerabilidad en caso de sequía.
Los prolongados cortes de electricidad en Ecuador han afectado a las empresas, les han hecho la vida miserable a los residentes y están complicando las posibilidades electorales del actual Presidente Daniel Noboa en febrero. Él se enfrenta a un oponente respaldado por Correa, quien huyó del país antes de ser condenado por corrupción y ahora vive en Bélgica.
Noboa ha reducido drásticamente los impuestos a la importación de generadores diésel y de baterías; ha creado nuevos incentivos para que el sector privado invierta en proyectos energéticos; e incluso ha contratado una barcaza turca impulsada por gas natural para generar energía de emergencia. Pero enfrenta críticas por no haber actuado antes para preservar los niveles de agua de las represas y mitigar la crisis.
Soluciones
Arturo Alarcón, un especialista en energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, afirmó que Latinoamérica debe hacer frente a la amenaza climática que se cierne sobre sus represas hidroeléctricas ampliando su combinación de fuentes energéticas y manteniendo las emisiones de carbono lo más bajas posible.
Esto significaría más generación de energía solar y eólica, así como equilibrar la gestión de la red eléctrica reduciendo la generación de electricidad de las grandes represas durante los días soleados o ventosos, con el fin de conservar el agua para su uso durante períodos más nublados o tranquilos.
La construcción de más interconexiones entre las redes nacionales también podría ayudar a garantizar una mayor resiliencia, aunque no es una solución garantizada.
Recientemente, Colombia se negó a venderle energía a Ecuador a través de su conexión compartida porque quería conservar la energía en sus propias represas, en las cuales había escasez.
Aunque el cambio climático está haciendo más difícil garantizar la producción confiable de electricidad verde, la energía hidroeléctrica seguirá siendo una gran parte de la solución a las necesidades de energía de Latinoamérica, dijo Alarcón.
"Tenemos 200 gigavatios de energía hidroeléctrica en el sistema", explicó. "No podemos simplemente sustituirla por otras fuentes. Hay que mantenerlas en funcionamiento y diversificar la combinación de fuentes energéticas".
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