Irene Vélez, la ministra colombiana que lideró la desafiante y polémica tarea de lograr la transición energética
Geóloga y filósofa de profesión, llegó al Gobierno de Gustavo Petro por su lucha activista por el medio ambiente, sus investigaciones sobre las contaminaciones en el mundo minero, y la cercanía que tiene -junto a su padre- con la vicepresidenta, Francia Márquez.
Con solo cuatro meses de gestión, Irene Vélez se ha ido convirtiendo en una de las integrantes más visibles del gabinete de Gustavo Petro en Colombia.
La geógrafa de profesión doctorada en la Universidad de Copenhague lidera el Ministerio de Minas y Energía del país cafetero, una cartera que en anteriores administraciones pasaba casi desapercibida ante la opinión pública. Pero, bajo el liderazgo del mandatario izquierdista, su tarea es mucho más ambiciosa y más polémica: lograr la transición energética para implementar la visión de modelo económico no extractivista que defendió el Presidente desde la campaña.
“Esto implica transitar hacia una economía productiva basada en el respeto a la naturaleza, dejando atrás la dependencia exclusiva del modelo extractivista y democratizando el uso de energías limpias para generar capacidades nacionales que nos permitan enfrentar los efectos del cambio climático y contribuir con ello a superar la crisis ambiental global que pone en juego la vida y la pervivencia de la especie humana”, se lee en el programa del actual Gobierno.
Es decir, en la práctica, frenar la exploración de carbón y petróleo para ir dejando atrás su explotación.
Con ello, hace más sentido que una activista proambiental como Vélez, de 40 años nacida en Bogotá, haya sido elegida para esta labor.
En su primera semana en el cargo dijo que Colombia no firmaría más contratos de gas natural para dejar de emplear esta fuente energética en el medio plazo y señaló, incluso, que evaluaría importarlo desde Venezuela si es necesario.
Pero ello no será fácil, considerando la dependencia del país en este tipo de actividades y el impacto que tendría en lo económico.
El petróleo y sus derivados son la principal fuente exportadora de Colombia, y el sector de hidrocarburos aporta aproximadamente el 3,3% del Producto Interno Bruto (PIB).
Los frentes abiertos
El sector privado y los inversionistas inmediatamente reaccionaron y pidieron reconsiderar la apuesta, mientras los inversionistas en bonos de la estatal petrolera Ecopetrol iniciaron su retirada.
Y es que, parte de la ofensiva del Ejecutivo está alineada a cambiar el modelo económico de la compañía y a eliminar gradualmente la dependencia económica del crudo y el carbón, lo que tomaría -según Petro- unos 12 años aproximadamente.
A parte de esto, a Vélez -también filósofa de la Universidad Nacional- se le suman también otros dos desafíos: primero, el de afrontar el costo del servicio de la energía para hogares y empresas, que suelen impulsar la ya alta inflación y exacerbar aún más el ambiente político y social.
Segundo, abordar el tema de los subsidios a los combustibles, considerando que Colombia se ha beneficiado, al menos desde 2007, de un fondo de estabilización de precios que ha terminado funcionando como un subsidio permanente, con fuerte impacto en el fisco.
Sorpresivo nombramiento
“Empujaremos la transición energética, intensiva en conocimiento, y aseguraremos el cuidado de la casa grande”, dijo Vélez el 6 de agosto, cuando fue designada para asumir la cartera.
A las pocas horas, era la toma de posesión del gobierno. Fue ese día cuando, según sus propias palabras, conoció a Petro.
Había sido contactada por el equipo del futuro jefe de Estado para ofrecerle el cargo. Para entonces, su nombre sonaba más como ministra de Ambiente o de Ciencia, área en la que trabajó durante el proceso de traspaso de gobierno.
Era, quizá, una asignación más natural, considerando su trayectoria. En los últimos años se había especializado en temas relacionados con la contaminación de mercurio por labores mineras en el país.
Pero, dadas las ambiciones de la nueva administración (de alinear la economía con actividades más limpias), y la cercanía de Vélez con la actual vicepresidenta Francia Márquez, fue elegida para liderar la cartera, aun cuando ella misma reconoció no tener experiencia previa en cargos públicos.
“Hoy estar aquí no es fácil porque nunca había sido ministra; porque tengo 40 años y en estos 40 años me había dedicado a otras cosas”, sinceró en septiembre, en un debate en el Senado.
Tampoco tiene peso político propio. La ministra, además, es hija del académico Hildebrando Vélez -impulsor de la carrera política de Márquez- y forma parte del movimiento Soy Porque Somos, liderado por la vicepresidenta y fundado en junio de 2021 con base en la filosofía ubuntu.
“Este enorme reconocimiento de Gustavo Petro y Francia Márquez no es solo de mi trayectoria, sino de las comunidades que defienden la vida, el agua, el territorio y la salud”, dijo Vélez al recibir el nombramiento.
Polémicas y facetas
Su llegada al Ejecutivo ha estado cargado de noticias. No han sido solo los retos que tiene por delante sino también por sus declaraciones, su manejo de los medios y, en alguna ocasión, hasta por sus zapatos.
Por ejemplo, en septiembre causó polémica al afirmar, durante el Congreso Nacional Minero, que Colombia debe exigirle a otros países “decrecer sus modelos económicos”.
Luego, a inicios de diciembre, fue citada a una moción de censura en la Cámara de Representantes, pero logró superarla. Los opositores criticaron su postura frente a la transición energética.
Pero más allá del tinte político, Vélez suma una lista de logros en sus profesiones. Ha sido investigadora y profesora de la Universidad del Valle de la facultad de ingeniería, codirectora de la Latin American Studies Association, y editora asistente de la revista académica Geoforum.
También ha incursionado en la producción de documentales como investigadora, coproductora y codirectora, entre ellos se destacan "Voces de Guerrilla", estrenado en 2018, en el que se narra la suerte de desmovilizados que firmaron el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC, y que fue galardonado con el premio a mejor largometraje nacional en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos en Colombia. Lo mismo en el documental "Bajo Fuego", de 2020, donde fue codirectora. Ambos trabajos realizados junto al documentalista de los Países Bajos, Sjoerd van Grootheest.
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