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Lula da pistas sobre sus planes para la economía brasileña si es reelegido

Los expertos debaten si el dos veces presidente puede promulgar su agenda social sin sobrepasar el presupuesto, en medio de una de las mayores crisis económicas del país.

Financial Times, traducido por María Gabriela Arteaga I Publicado: Lunes 31 de enero de 2022 I 10:50
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Antes de unas elecciones presidenciales en las que parece ser el favorito para ganar por tercera vez, Luiz Inácio Lula da Silva ha alegado que una forma de arreglar los problemas de Brasil es "incluir a los pobres en el presupuesto" y "gravar a los ricos".

El hombre conocido como Lula dejó claro en declaraciones a los periodistas este mes que su prioridad era luchar contra la desigualdad en lugar de atenerse a una norma que limitara el gasto público.

Más allá de las consignas, están surgiendo pistas sobre lo que el veterano izquierdista podría tener preparado para la mayor economía de América Latina, que bajo el mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro está sumida en una inflación de dos dígitos y enfrenta un posible estancamiento en 2022.

Aunque el exsindicalista, de 76 años, aún no ha declarado formalmente su candidatura para las elecciones de octubre, él y altas figuras de su Partido de los Trabajadores (PT) han presentado planes para aumentar la inversión pública, detener las privatizaciones, reforzar las leyes laborales y aumentar los ingresos. Todo esto se sustenta en un mayor papel del gobierno.

"El enfoque de nuestro partido es la economía popular. Esto significa que el Estado brasileño tendrá que implementar una fuerte agenda de promoción del desarrollo económico", dijo Gleisi Hoffmann, presidenta del PT. "Esto se hace con empleos, programas sociales y la presencia del Estado".

Los críticos advierten que este enfoque está condenado a repetir los errores del pasado. Los 14 años de gobierno del PT hasta 2016 terminaron con la mayor recesión registrada en Brasil, un enorme escándalo de corrupción y el juicio político y posterior destitución de la sucesora elegida por Lula, Dilma Rousseff.

Sin embargo, desde su regreso a la escena política después de que el año pasado se anularan por un tecnicismo las sentencias por corrupción por las que fue encarcelado, la retórica de Lula ha atraído a muchos de los que más han sufrido durante la pandemia de Covid-19.

El izquierdista obtendría el 44% de los votos en primera vuelta frente al 24% de Bolsonaro, según una encuesta de opinión publicada la semana pasado por Ipespe/XP. Sin embargo, el 43% rechazaría al posible aspirante lo cual demostró que el apoyo de los ciudadanos dista mucho de ser uniforme.

¿Cuál Lula?

Para la influyente clase empresarial del país, la cuestión es cuál Lula tomará el mando si es reelegido. ¿Será el pragmático que acogió en gran medida la ortodoxia económica cuando asumió el cargo por primera vez en 2003, mientras aliviaba la pobreza con planes de bienestar? ¿O el líder del segundo mandato que le dio inicio a una era de mayor intervención y gasto estatal en respuesta a la crisis financiera mundial?

"La esperanza es que Lula sea fiscalmente responsable", dijo un banquero de inversión, "y que no tenga políticas económicas que inevitablemente lleven al mismo desastre que ocurrió durante el gobierno de Dilma".

Por ahora, el septuagenario ha evitado dar muchos detalles. Personas del partido insisten en que no nombrará un portavoz de economía, aparentemente para acallar las especulaciones sobre los candidatos para la cartera.

Muchos se sorprendieron este mes cuando Guido Mantega, un ministro de finanzas del PT de larga trayectoria que eventualmente perdió la confianza de los inversionistas, fue elegido por el bando de Lula para que escribiera un artículo periodístico de una serie producida por asesores económicos para los aspirantes a la presidencia.

Aunque declararon que no hablaban en nombre de Lula, varios participantes de un grupo de unos 80 economistas que han mantenido debates con el expresidente describieron una visión de una recuperación económica inspirada en el paquete de estímulo para la pandemia de Covid del presidente estadounidense Joe Biden.

"No somos neoliberales, no estamos de acuerdo con un Estado mínimo, no aceptamos un país con este nivel de desigualdad", dijo Aloizio Mercadante, exministro y director de la Fundación Perseu Abreu, un grupo de expertos del PT que organiza los debates.

Algunos temas son totémicos para el partido, como una reforma laboral de 2017 que, según afirma, disminuyó los derechos de los trabajadores sin aumentar el empleo.

Tras las sugerencias iniciales de derogación, ahora se habla entre los dirigentes del PT de una "revisión" negociada entre el gobierno, los sindicatos y los grupos empresariales. Los puntos planteados hasta ahora incluyen los contratos de cero horas, el acceso a los juzgados laborales, las normas sobre las cuotas sindicales y los derechos de los trabajadores de aplicaciones.

Otras ideas podrían resultar inquietantes para los inversionistas. Como el PT se ha opuesto a la venta de grandes empresas estatales, Hoffman dijo que la planeada reducción de una participación mayoritaria en la empresa eléctrica Eletrobras por parte de la administración de Bolsonaro podría ser "reevaluada" en caso de que se lleve a cabo.

Como el banco central ha subido agresivamente las tasas de interés, algunos economistas cercanos al PT critican la dependencia de la política monetaria para controlar la inflación y sostienen que hay un papel que debe desempeñar la compañía petrolera estatal Petrobras.

Entre las opciones que están siendo consideradas se encuentran ajustes de la política de tarificación del diésel y la gasolina de la compañía en consonancia con los mercados internacionales. Otra medida es un "fondo de estabilización", financiado con impuestos sobre las exportaciones de crudo, para ayudar a suavizar la volatilidad de los precios de los combustibles.

Algo que potencialmente le podría ganar votos es el llamado de Lula a aumentar en un 50% los pagos bajo un esquema de transferencia de efectivo para los más pobres de la nación, que Bolsonaro ya ha aumentado a 400 reales brasileños (US$ 73) al mes.

Equilibrio fiscal

Pero dado el alto nivel de endeudamiento de Brasil, una de las principales preocupaciones de los inversionistas es la gestión de las cuentas públicas. Actualmente, una disposición constitucional limita el crecimiento del presupuesto público a la tasa de inflación.

Nelson Barbosa, exministro de economía de Rousseff, que ha participado en las conversaciones con Lula, alegó que esto debería cambiarse para darle cabida a un gasto extra que impulse la recuperación de la crisis provocada por la pandemia de Covid.

Un nuevo marco podría implicar un tratamiento diferenciado para la inversión y normas para evitar la caída del gasto per cápita en salud y educación.

"Sería un objetivo que permita que el gasto crezca, pero no de forma explosiva", dijo Barbosa.

Las inversiones podrían pagarse inicialmente con préstamos, añadió, y luego con un aumento de los ingresos públicos mediante el crecimiento y la reforma fiscal.

El gobierno ya está presionando para introducir un impuesto sobre los dividendos, reducir la tasa corporativa y eximir a las personas de bajos ingresos. Pero el PT quiere un sistema aún más progresivo.

Algunos observadores creen que Lula acabará adoptando posturas moderadas, entre otras cosas debido a las realidades de la construcción de coaliciones para las campañas electorales y el gobierno en Brasil.

Esta percepción se galvanizó en su reciente conferencia de prensa, cuando Lula dijo que estaba abierto al nombramiento del político de centro-derecha y exrival Geraldo Alckmin como compañero de fórmula.

"El mercado tiene hoy una mayor esperanza de que Lula pueda ser un buen presidente para la economía, más responsable y capaz de implementar una agenda positiva, que Bolsonaro", dijo el banquero de inversión.

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