Bolsonaro cuenta con el repunte de la economía brasileña para lograr su reelección
Los votantes ponen la economía por encima de la delincuencia y la corrupción como el área más importante, y el actual mandatario puede tener a su favor que en ese punto, el país está mejor de lo esperado.
Isabel da Costa, gerenta de un restaurante en São Paulo, siente confusión ante la situación de la economía brasileña. Por un lado, dice que ve una fuerte recuperación de la pandemia de coronavirus, con la aparición de nuevos bares y negocios en toda la ciudad.
Por el otro, dice, los altos niveles de inflación han socavado cualquier sensación de que la vida está mejorando para el ciudadano promedio: "La gente está regresando. Pero la inflación es un gran problema. Todo es muy caro".
Mientras el país se prepara para las elecciones de octubre, la economía domina el debate nacional. En las encuestas, los votantes han clasificado en repetidas ocasiones las cuestiones económicas como las más importantes, por encima de la delincuencia y la corrupción, que ocuparon un lugar destacado en las elecciones anteriores. El presidente derechista Jair Bolsonaro espera que los recientes datos económicos aumenten sus posibilidades, dicen los analistas.
Se prevé que la economía brasileña, impulsada por un fuerte repunte del sector de los servicios, crezca un 1,7% este año, lo cual representa una mejora sustancial respecto a lo que se preveía en enero, cuando destacados bancos auguraban una recesión.
El desempleo, estimulado por la plena reapertura tras las restricciones debido a la pandemia de Covid-19, ha caído por debajo de los dos dígitos por primera vez desde enero de 2016, y la actividad del sector de los servicios ha alcanzado su mayor nivel desde 2015, según datos del gobierno.
Sin embargo, con un 11,4% anual, la inflación sigue siendo elevada. A pesar de los esfuerzos del gobierno por reducir el costo del combustible mediante recortes fiscales, los precios de los alimentos también han seguido subiendo, perjudicando a las decenas de millones de brasileños pobres que tienen serias dificultades para comprar. El precio de las zanahorias y las papas ha subido alrededor de un 70%, mientras que la leche ha aumentado más del 30% en los últimos 12 meses.
"Hay un fenómeno actualmente, que es el de más empleos pero menos ingresos, mientras los salarios se ven corroídos por la inflación", dijo Sérgio Vale, economista principal de MB Associados.
Según da Costa: "Cuando sumas el gas, la electricidad, el alquiler, todo lo que necesitas tener para un negocio, termina siendo muy difícil".
Bolsonaro ha reconocido la importancia de darles un impulso financiero a los ciudadanos. El mes pasado, su gobierno aprobó un paquete de gastos de 41 mil millones de reales brasileños (US$7.700 millones) que aumentará los pagos mensuales en efectivo a los más pobres de Brasil en un 50%, hasta los 600 reales, hasta finales de año, además de crear subsidios de combustible para los conductores de camiones y taxis.
Batalla por la reelección
Sin embargo, el presidente aún enfrenta una ardua batalla para ganar la reelección. Un estudio de Datafolha muestra que marcha a la zaga de su principal rival, el exlíder izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, por 18 puntos porcentuales. Otros sondeos de las últimas semanas mostraban que el excapitán del ejército parecía reducir la diferencia a menos de 10 puntos porcentuales.
"Es un hecho que un país que va bien económicamente suele reelegir a sus presidentes. Los recientes indicadores económicos pueden ayudar a Bolsonaro, pero es difícil decir si serán suficientes para cambiar la opinión de los votantes para darle una victoria", dijo Felipe Nunes, fundador de la encuestadora Quaest.
El primer mandato de Bolsonaro —quien fue elegido en 2018 como un populista ajeno a la política— estuvo salpicado por la polémica, en particular su percibido mal manejo de la pandemia. Su índice de rechazo es del 53% entre los votantes.
Armando Castelar, economista del Instituto Brasileño de Economía, cree que la mejora de la economía y el paquete de gastos del gobierno harán que "las elecciones sean más disputadas de lo que sugieren las encuestas".
"La economía en 2022 se perfila mejor de lo que se temía. La tasa de desempleo está descendiendo con sorprendente rapidez y mucho tiene que ver con la recuperación de los servicios, que ha sido el último sector en recuperarse tras la pandemia", dijo.
La actividad del sector de los servicios —que representa más del 60% del producto interno bruto (PIB) — creció un 9,4% este año hasta mayo, impulsada por el repunte del transporte, el turismo y la restauración, según las estadísticas oficiales del gobierno.
Brasil también recibió un impulso de los altos precios de las materias primas como resultado de la guerra de Ucrania, mientras que el endurecimiento de la política monetaria pesó menos en el crecimiento de lo esperado, añadió Castelar.
La inflación general parece haber alcanzado su nivel máximo, aunque el continuo aumento de los precios de los alimentos hace que los brasileños más pobres aún no sientan los efectos positivos, dijo Vale.
Las mejores perspectivas para la mayor economía de América Latina reivindicarán al ministro de Finanzas, Paulo Guedes, que el año pasado desestimó las previsiones de recesión de los bancos locales y predijo que Brasil crecería un 2,1% este año.
"Por supuesto que los bancos están equivocados. O se equivocan o están motivados políticamente. Están intentando influir en las elecciones", le dijo Guedes al Financial Times en noviembre del año pasado.
"Es más probable que Brasil tenga algo de crecimiento y una inflación resiliente en 2022 que una inflación más baja y ningún crecimiento", dijo en aquel momento.
Camila Abdelmalack, economista de Veedha Investimentos, señaló los esfuerzos efectivos del gobierno para estimular el crecimiento —incluyendo permitir de que los empleados retiren dinero de un fondo de despido obligatorio—incluso antes de que se aprobara el reciente paquete de gastos.
"Estas políticas les dieron un impulso a los ingresos de la población y ayudarán a producir cierto crecimiento económico", dijo.
Para Paulo Alberto Seibel, un empresario de 58 años que dirige una floreciente fábrica de ladrillos en el interior del estado costero de Espírito Santo, Bolsonaro merece el crédito por la mejora de la economía.
"Dicen que el país no está creciendo", dijo. "Bueno, no podemos fabricar lo suficiente".
Sin embargo, a pesar de ser un partidario acérrimo del presidente, no puede ignorar los efectos de la inflación: "Si el diésel fuera un poco más barato, las cosas irían aún mejor".
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