Bolsonaro crea nueva estrategia de redes sociales antes de elecciones en Brasil
El líder populista se cambia a Telegram a pesar de denuncias sobre la falta de rendición de cuentas de la aplicación.
Cuando Facebook y sus redes sociales hermanas sufrieron una interrupción en octubre, Jair Bolsonaro aprovechó la oportunidad para actuar. A través de Twitter, el presidente populista brasileño denunció la "constante inestabilidad" de las plataformas e instó a sus seguidores a seguirlo en Telegram, la aplicación de mensajería encriptada.
Fue una estrategia dirigida directamente a su campaña para la reelección este año. Considerado como el primer "presidente de las redes sociales" de Brasil, el líder de extrema derecha usó WhatsApp, Facebook y Twitter con dramático efecto para ganar la votación en 2018.
Pero gracias a su retórica -y a lo que los opositores llaman su frecuente uso de noticias inventadas- Bolsonaro ha caído en desgracia tanto entre los grupos de las grandes compañías tecnológicas, o "Big Tech", como entre los principales tribunales de Brasil, los cuales han indicado que adoptarán una línea dura en relación con cualquier información incorrecta antes de las elecciones de octubre.
Apenas unas semanas después de que el presidente instara a sus seguidores a abandonar Facebook, la plataforma eliminó una de las transmisiones en vivo en la que él especulaba que la vacuna contra Covid-19 pudiera causar el sida. WhatsApp -utilizada por casi todos los brasileños- también ha tomado enérgicas medidas en contra de la difusión de información incorrecta, estableciendo límites en el tamaño de los grupos de chat y en el número de veces que se pueden reenviar los mensajes.
Estas medidas han planteado la posibilidad de que Bolsonaro, quien mantuvo a sus seguidores actualizados la semana pasada durante una estancia de dos días en el hospital para el tratamiento de dolores abdominales, pueda ser permanentemente expulsado de las plataformas que son propiedad de Meta, tal como sucedió con su mentor populista Donald Trump. Los analistas de medios de comunicación dicen que la amenaza está estimulando un cambio hacia plataformas con una regulación más laxa, incluyendo Telegram y nuevos sitios del nacionalpopulismo o de "alt-right", como Gettr.
Un millón de seguidores
"WhatsApp funcionaba como un ecosistema donde los partidarios de Bolsonaro producían y hacían circular sus noticias, las cuales son, básicamente, noticias falsas. Pero ya que WhatsApp ha estado trabajando para frenar la información incorrecta, decidieron migrar a Telegram", explicó David Nemer, un profesor brasileño de estudios de medios en la Universidad de Virginia.
Las estimaciones del sector han sugerido que más del 50% de los brasileños tienen Telegram instalada en sus teléfonos móviles. El mismo Bolsonaro ya ha acumulado más de un millón de seguidores. Sus aliados más cercanos, incluidos sus hijos, promocionan la aplicación cada vez que se presenta una oportunidad.
A diferencia de WhatsApp, la cual establece un límite de 256 personas en los chats de grupo, los grupos de Telegram pueden tener cientos de miles de usuarios. También cuenta con canales, donde los usuarios seleccionados pueden enviar mensajes a millones de seguidores, una función que, según los expertos, elimina cualquier forma de debate.
"Puedes tener estos canales masivos y sólo unas pocas personas pueden publicar un artículo, por lo que no hay espacio para el debate. El aspecto de radicalización de los medios sociales se vuelve más poderoso porque no hay contraataque", comentó Nemer, señalando que los grupos de Telegram tienen "toneladas" de contenido extremista.
El grupo, con sede en Dubái, no respondió a una solicitud de comentarios. Los críticos han dicho que es casi imposible que las autoridades brasileñas puedan obligar a Telegram a rendir cuentas porque no tiene representación legal en el país.
"Para Brasil es muy preocupante. Telegram no responde a ninguna comunicación, ni siquiera a las citaciones del Tribunal Superior Electoral (TSE) o del Supremo Tribunal Federal (STF)", dijo Patricia Campos Mello, una investigadora de la Universidad de Columbia dedicada a las redes sociales.
Campos Mello indicó que los partidarios de Bolsonaro habían construido un "ecosistema de información paralelo" en el que se generan noticias ‘simpatizantes’, a través de sitios web ostensiblemente convencionales, las cuales luego se comparten en Telegram o en WhatsApp para reforzar -o legitimar- los puntos de vista del presidente. Los funcionarios del gobierno promocionan entonces los sitios web de noticias, los cuales, a su vez, se monetizan a través de los anuncios de Google.
La situación se ha complicado con la proliferación de plataformas de derecha que promueven el nacionalismo y el populismo con poca o ninguna regulación de contenidos. Gettr, una plataforma similar a Twitter dirigida por un exasesor de Trump, se lanzó en Brasil en septiembre. Bolsonaro rápidamente atrajo a casi 500,000 seguidores.
"El país siempre ha sido uno de los principales mercados para las plataformas sociales que compiten entre sí", dijo Jason Miller, el director ejecutivo de Gettr. "La diferencia aquí es que las plataformas de las ‘Big Tech’ rutinariamente censuran el discurso político de los brasileños, lo cual conduce a una mayor demanda de una plataforma como Gettr que le permite a la gente decir realmente lo que piensa dentro de los límites de la ley".
Los expertos han dicho que estas plataformas sirven como repositorios para compartir artículos o vídeos bloqueados por los grupos tradicionales de las grandes compañías tecnológicas.
"Gettr no es sólo un lugar más para publicar contenido, es un lugar que cambia la forma en que las campañas de desinformación funcionan en otras redes", dijo João Bastos dos Santos, un especialista en medios sociales en el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología en Democracia Digital (INCTDD) de Brasil.
Para muchos, el impacto de las nuevas plataformas de redes sociales en las elecciones de este año lo determinará el Supremo Tribunal Federal de Brasil. Tras el furor generado por las noticias falsas en las elecciones de 2018, el STF ha adoptado una línea marcadamente más dura.
El juez Alexandre de Moraes, uno de los adversarios más acérrimos de Bolsonaro, advirtió en octubre que si había un uso generalizado de noticias falsas durante la campaña, los responsables serían destituidos e "irían a la cárcel por atentar contra las elecciones y la democracia". Ese mismo mes, Moraes ordenó la extradición desde EEUU de un destacado bloguero pro-Bolsonaro, Allan dos Santos, por supuestamente difundir noticias falsas.
Luís Roberto Barroso, presidente del Tribunal Superior Electoral, dijo que el tribunal había "aprendido mucho desde las elecciones presidenciales de 2018 para lidiar con las campañas de desinformación", añadiendo que el TSE se había asociado con plataformas tecnológicas y con grupos de verificación de hechos para eliminar el contenido fraudulento.
Es probable que la capacidad de Bolsonaro para hacer uso de los medios sociales en la campaña también se vea limitada como resultado de su alejamiento de varios grupos de interés que lo apoyaron en 2018.
"En 2018 fue una coalición entre varios grupos que no siempre iban juntos: el grupo anticorrupción, el anticomunista, los grupos evangélicos, los grupos ultralibertarios, todos reunidos en torno a Bolsonaro", dijo Bastos dos Santos.
"Pero unas pocas semanas después de que fuera elegido en enero, varios grupos ya estaban bastante vacíos. No se identificaron lo suficiente como para continuar allí".
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