Opinión FT: El lado más oscuro del auge de las remesas en México
Crecen las sospechas de que los narcotraficantes, así como los inmigrantes trabajadores, envían dinero de vuelta a su país.
Por Michael Stott
Los mexicanos que viven en Estados Unidos enviaron a casa la asombrosa cantidad de US$ 63.200 millones en remesas el año pasado y el presidente Andrés Manuel López Obrador saludó la noticia como un triunfo. “Esto significa que las condiciones de vida...las políticas mejoran y la pobreza se reduce", alardeó en un discurso la semana pasada.
Las remesas casi se han duplicado bajo la presidencia del populista de izquierda desde US$ 34 mil millones en 2018. Los mexicanos envían más dinero a casa cada año que cualquier otro país, excepto India, cuya población es más de 10 veces mayor, según datos del Banco Mundial. Las remesas mexicanas equivalen ahora al 20% del presupuesto total del gobierno federal.
Los inversionistas también están contentos. La avalancha de remesas ha ayudado a hacer del peso mexicano una de las monedas más fuertes del mundo en desarrollo en los últimos años, generando retornos atractivos para quienes estacionaron su dinero en pesos y cosecharon el beneficio adicional de un gran diferencial de tasas de interés con Estados Unidos.
Pero si observamos un poco más de cerca las cifras de las remesas, surgen grietas en el feliz panorama de los mexicanos trabajadores que ayudan a sus compatriotas en su país de origen, en cantidades cada vez mayores.
La casi duplicación de las remesas se produce al mismo tiempo que el número total de inmigrantes nacidos en México que viven en Estados Unidos (el grupo con más probabilidades de enviar dinero a casa) ha disminuido ligeramente, de 11,7 millones en 2010 a 10,7 millones en 2022, según al Instituto de Política Migratoria. Las ganancias en los sectores en los que son más activos, hotelería y servicios de alimentación, han aumentado un 32% en los cinco años comprendidos entre 2018 y 2022.
En el mismo período, el número de transacciones de remesas aumentó en más del 50% a 150 millones y el monto total enviado aumentó de US$ 33.700 millones en 2018 a US$ 58.500 millones en 2022.
La distribución geográfica de las remesas también plantea interrogantes. Chiapas, que tradicionalmente no es un estado que envía muchos migrantes a Estados Unidos, mostró un rápido crecimiento reciente en su participación en las remesas, pasando del 2% en 2018 al 5,4% en 2022.
Si profundizamos un nivel más, resulta que Ojuelos de Jalisco, una ciudad de sólo 30.000 habitantes en el estado de Jalisco, recibió US$ 38 millones en remesas en el tercer trimestre del año pasado, lo que equivale a US$ 1.343 al mes por cada hogar. Sin embargo, a pesar de la inyección de efectivo, los datos oficiales del gobierno aún mostraban que el 47% de la ciudad se encontraba por debajo del umbral oficial de pobreza.
De hecho, un estudio del año pasado de la ONG Signos Vitales descubrió que había 227 municipios en México donde el número de transferencias equivalía a más de una por mes por cada hogar de la ciudad.
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El narcotráfico
Por supuesto, existe otra explicación para el rápido crecimiento de las remesas. Los florecientes cárteles de la droga de México pasaron durante la pandemia a enviar dinero a casa disfrazado de remesas porque los cierres de fronteras impedían el método tradicional de contrabandear dinero en efectivo en vehículos.
Los traficantes encontraron que el nuevo método era conveniente, seguro y lo suficientemente fácil como para seguir utilizándolo después de que se reabriera la frontera, pagando a los mexicanos en casa una pequeña comisión por seguir las instrucciones enviadas por mensaje de texto sobre cómo recoger el dinero en efectivo que se les transfirió y luego dónde depositarlo.
Jalisco, Michoacán y Guanajuato, los tres mayores estados receptores de remesas, resultan ser el hogar de poderosos cárteles de tráfico, así como fuentes de migrantes. “Cada vez se oyen más voces que dicen que hay algo oscuro en todo esto”, dice Ernesto Revilla, economista jefe para América Latina de Citibank y ex alto funcionario del Ministerio de Finanzas de México. "Cada vez hay más pruebas de que podría haber dinero del narcotráfico mezclado con las remesas".
Como era de esperar, López Obrador se ha resistido ferozmente a la idea de que el dinero del narcotráfico podría estar impulsando el crecimiento de las remesas. Después de que Reuters publicara una investigación detallada sobre el fenómeno en agosto pasado, el Presidente denunció públicamente a la agencia de noticias como “falsificadora y mentirosa”.
De manera similar, despreció el estudio de Signos Vitales, que estimó que US$ 4.400 millones de las remesas de México en 2022 provinieron de ganancias de las drogas.
Sin duda, gran parte del dinero de las remesas proviene de mexicanos trabajadores que envían dinero a sus familias y es imposible saber qué proporción del total representa narcos que repatrian ganancias.
Pero la cuestión importa por dos razones: cuanto más dinero ilegal cruza la frontera y entra al sistema financiero, más fuertes se vuelven los cárteles. Y cuanto más vulnerables son el peso y la cuenta corriente de México ante un shock repentino, ya sea por aplicación de la ley o por cambios en el tráfico de drogas.
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