Argentina confía en el fútbol "tranquilo" de Lionel Messi para avanzar en el Mundial
La estrella quiere que sus compañeros controlen la posesión del balón mientras los bicampeones buscan un lugar en la ronda de eliminación directa.
Por Simon Kuper
Existe la idea errónea de que ganar el Mundial es cuestión de deseo, patriotismo, "quererlo", espíritu de equipo o incluso algo llamado "impulso". A los románticos les habrá encantado ver a los jugadores de Argentina saltando en su vestuario tras su victoria 2-0 sobre México, golpeando sus casilleros y gritando, sin ton ni son, pero de manera conmovedora, la canción de sus propios fanáticos:
"En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel,
de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré,
no te lo puedo explicar, porque no vas a entender
las finales que perdimos cuántos años las lloré,
pero eso se terminó, porque en el Maracaná,
la final con los brazucas, la volvió a ganar papá”.
No es de extrañar que Lionel Messi la llame su canción favorita de la afición. A Messi, trabajador emigrante en Europa desde los 13 años, de quien se ha desconfiado durante mucho tiempo en su país, finalmente se le ha dado un lugar de honor en la narrativa nacional, junto a Diego Maradona y los jóvenes reclutas muertos en la guerra de las Malvinas contra Gran Bretaña en 1982. Resulta que el autor de la nueva letra, el profesor de teología y catequesis Fernando Romero, es de Hurlingham, el barrio más británico de Buenos Aires.
Es dulce imaginar que el espíritu de equipo llevará a Argentina a superar a Polonia este miércoles, en un partido que podría necesitar ganar para llegar a la fase de eliminatorias. Pero para los futbolistas de alto nivel, la geometría suele estar por encima de las emociones, al igual que el espíritu de equipo suele seguir a las victorias, y no al revés. Argentina llegó a Qatar después de 36 partidos consecutivos sin perder pensando que había hecho su tarea de geometría, pero tuvo que corregirla aquí sobre la marcha tras perder su primer partido contra Arabia Saudita.
Para entender cómo Messi ve el fútbol, ve clips de sus charlas de equipo antes de los partidos en el Barcelona, que se muestran en una serie documental de Rakuten TV. Antes del saque inicial, tras la charla táctica del entrenador, Messi solía pronunciar un breve discurso, con su característico tono monótono, en el que hacía hincapié en la necesidad de pensar con calma.
Antes de un partido contra el Atlético de Madrid, por ejemplo, les dijo a sus compañeros: "Tranquilos, como siempre, sin perder la cabeza ni acelerarnos". En el medio tiempo del partido en casa de la semifinal de la Liga de Campeones 2019 contra el Liverpool, instó: "Intenten calmar el partido . . . Si jugamos uno contra uno, ellos son más fuertes. No estamos acostumbrados; son rápidos. Entonces subimos y bajamos; es una lotería. Si tenemos el control, es otra historia".
Quiere que Argentina juegue con una posesión controlada, en lugar de con rápidos desplazamientos desordenados hacia adelante. Después de que su equipo venció a México el sábado, dijo: "Nos dimos cuenta de que teníamos que jugar con más tranquilidad. En el segundo tiempo empezamos a tener posesiones largas, encontramos espacios entre líneas y pelotas más cerca del área".
Es un juego lento, anticuado, tradicionalmente latinoamericano, que contrasta con el furioso ritmo de los mejores equipos europeos. Sin embargo, Matías Manna, ayudante del seleccionador argentino y autor de libros de táctica, afirma que es un pensamiento "europeísta" considerar obsoleta la antigua forma de jugar de los argentinos: "la nuestra".
Cuando Argentina avanza en bloque con el balón, es más fácil que sus compañeros encuentren a Messi, generalmente cerca del círculo central. Desde allí puede organizar ataques. Éste es el papel que se le ha asignado tardíamente aquí: como organizador del juego, lo que los argentinos llaman un enganche, en lugar de una especie de genio de la lámpara que intercede sólo en los momentos decisivos. Sin embargo, el jugador de 35 años necesita seguir siendo un genio también, materializándose cerca del área de penalti para finalizar las jugadas, o brindando asistencias. Contra México, en los dos goles de Argentina, hizo ambas cosas.
Argentina se para muy bien al fondo —sólo permitió tres tiros a puerta en sus dos primeros partidos, aunque los saudíes marcaron dos de ellos— pero si tiene un sistema de ataque, es la Messidependencia. Aun así, si hay que depender de alguien, que sea de alguien que ha marcado 93 goles para su país, y que ha marcado en cada uno de sus últimos seis partidos.
Polonia se parece a Argentina: una defensa sólida, dificultad para mover el balón hacia adelante y dependencia de un jugador viejo, en su caso Robert Lewandowski, de 34 años. Pero son difíciles de vencer. Ni siquiera un empate sería suficiente para Argentina si los saudíes derrotan a México en el otro partido del grupo, o si México, de forma improbable, gana por goleada.
Éste podría ser el último partido de Messi vestido de azul y blanco. Si lo es, que nadie suelte el viejo embuste de que no le importa lo suficiente como para "sudar la camiseta". En sus 17 años cruzando el Atlántico de un lado a otro con este equipo, ha ganado una Copa América y un oro olímpico, y ha llevado al equipo a otras tres finales perdidas de la Copa América y una final perdida de la Copa Mundial. Estas derrotas, en su mayoría muy estrechas, probablemente pueden atribuirse al azar. La canción de culto de Argentina para el Mundial 2062 seguramente mencionará su nombre.
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