Derrame de petróleo de Pemex en el Golfo de México: empresa pone paños fríos sobre magnitud de vertimiento

Las miradas se han vuelto a centrar en Petróleos Mexicanos (Pemex). Y no solo por su complejo historial de deuda y sus dificultades para acceder a fuentes de financiamiento, sino por un nuevo accidente: el derrame ocurrido en el Golfo de México y cuya responsabilidad pesa sobre la petrolera. 

El hecho se conoció el pasado 7 de julio, tras una serie de denuncias de organizaciones civiles, que, a partir de imágenes satelitales pudieron detectar este vertimiento, que para unos días más tarde, el 12 de julio, ya había afectado unos 400 kilómetros cuadrados, el doble de la extensión del territorio de la ciudad de Guadalajara. 

Las mismas imágenes revelaron que el derrame empezó a producirse el 4 de julio, aunque no fue sino hasta que se conocieron las denuncias, que la empresa se refirió al tema. 

En una comunicación oficial, la petrolera descartó que la magnitud del hecho fuera de las dimensiones denunciadas por estas organizaciones civiles y señaló que se trataba de “estimaciones de mala fe”. 

En cambio, aseguraron que se trataría de una mancha de 58 metros cúbicos, equivalentes a 365 barriles de petróleo, con lo cual, el área afectada habría sido de 0,06 kilómetros cuadrados, muy lejos de las estimaciones iniciales. 

Además señaló que el vertimiento se produjo por dos puntos de fuga como consecuencia de una fisura de 7 centímetros largo por 1 milímetro de ancho. “Dado lo reducido de las grietas, el volumen de hidrocarburo que se fugó fue mínimo”, añadió. 

La situación no solo le ha valido a Pemex una serie de críticas transversales de congresistas, y expresidentes mexicanos en redes sociales, sino que suma un nuevo flanco en su ya compleja situación financiera. 

En la plaza local se habla de la duda que deja Pemex respecto de sus estándares de seguridad, algo que de cierta forma fue recogido en la reciente baja de clasificación crediticia que aplicó Fitch a la petrolera; pasando a un “B+” desde “BB-”, con perspectiva negativa

“La reducción de estos puntajes de relevancia refleja el impacto ambiental y social asociado con múltiples accidentes en las instalaciones operativas de Pemex desde febrero de 2023, que resultaron en víctimas y lesiones a sus empleados y daños a infraestructura y activos críticos”, argumentó entonces la clasificadora. 

Cabe mencionar que el ajuste se aplicó tras otro accidente, pero en el centro de control Nohoch Alfa del activo Cantarell. 

De las tres grandes calificadoras, S&P es la única que mantiene a Pemex con una calificación dentro del espectro de grado de inversión en BBB. A finales de 2021, Moody’s puso nota B1, luego de varios años de rebajas constantes desde el A3 que tenía en 2017. 

Transparencia y laxitud

Para Óscar Ocampo, coordinador de Energía y Medio Ambiente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), tanto la baja en la clasificación, con la ola de problemas operacionales han puesto de manifiesto una serie de alertas. 

En conversación con DFSUD, Ocampo señaló que "independientemente de cuánto fue el tamaño del derrame, esto habla de la falta de transparencia, tanto en Pemex como del regulador ambiental del sector hidrocarburos que tampoco reportó nada de esto". 

A lo anterior, añadió citando a Reuters que, "la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarburos, así como los reguladores en general han sido bastante laxos en imponerle sanciones a Pemex y en términos generales la miden con una vara distinta respecto del resto de los participantes privados en los mercados energéticos. Esto nos habla también de una disfuncionalidad en el nivel regulatorio y pues un beneficio indebido que se le otorga".