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Vinos con menos alcohol: la tendencia global que llega a Argentina gracias a las generaciones Z y Millenial

El segundo mayor productor de la región comienza a adaptarse a los nuevos consumidores con regulaciones e inversiones por parte de las bodegas tradicionales.

Por: Dayanne González / Foto: Pexels.com I Publicado: Jueves 30 de enero de 2025 I 10:07
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Las generaciones Millenial y Z están transformando la industria vitivinícola con una preferencia por brebajes sin alcohol o con baja graduación alcohólica. Junto a otros factores, como el cambio climático, esta nueva tendencia ha llevado al consumo mundial de vino a su nivel más bajo desde 1996, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV).  

En consecuencia, las bodegas han tenido que adaptarse. Se estima que la industria “no/low alcohol” mueve más de US$ 13.000 millones a nivel mundial y se espera que represente casi el 4% del volumen total de bebidas alcohólicas para 2027, además de tener un crecimiento anual promedio de 6% hasta ese año.  

Si bien esta nueva preferencia ha penetrado más fuerte los mercados europeos, también llegó a Latinaomérica. Argentina, el segundo mayor productor de la región -solo por detrás de Chile- y el séptimo a nivel global, vio interés en 2024 luego de que el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) aprobara como práctica enológica lícita la desalcoholización de vinos. 

“La tendencia llega tarde a países más tradicionales como Argentina, pero termina llegando igual (...) En otros mercados como Australia, Reino Unido, Alemania, España y Estados Unidos es muy importante el segmento”, comentó en entrevista con DFSUD la sommelier argentina Marina Di Rocco. 

Sobre lo que implica para la industria, Cristina Cutillas, export manager de Bodegas Luzón, afirmó que los típicos vinos seguirán siendo un pilar importante, pero se abren nuevas oportunidades que hacen el vino más inclusivo y accesible. “No se trata de reemplazar tradiciones, sino de complementarlas con opciones que reflejen los cambios en las necesidades y valores de los consumidores. Para las culturas vinícolas tradicionales, esta es una oportunidad para diversificar su legado y conectar con nuevas generaciones”, agregó. 

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¿Qué implica para las bodegas?

Actualmente no hay ninguna bodega en Argentina que ofrezca vinos 0% alcohol, pero sí de baja graduación, ya que producir este tipo de bebidas no es tarea fácil: el proceso es más largo y costoso que el tradicional. 

Se pueden utilizar técnicas como la evaporación o destilación para llevar el vino a temperaturas bajas y que el alcohol se evapore; o también utilizar maquinaria hidrofóbica a temperatura ambiente para no perder los aromas clásicos del vino. 

Para lograrlo es necesario invertir en nuevas máquinas que deben ser autorizadas previamente por el INV, y en nuevos espacios de almacenamiento, ya que estos vinos deben estar en bodegas separadas para que sea factible la fiscalización y trazabilidad.

“Las bodegas que están entrando en esto o que lo harán es porque identificaron un nicho y saben que pueden exportar. Todo lo que supone abarcar más mercados siempre va a ser bienvenido, pero es una gran inversión con máquinas costosas”, afirmó Di Rocco. 

¿A cuánto puede llegar la inversión? Trivento, la marca de vino argentino más vendida en el mundo y que exporta el 90% de lo que produce, invirtió US$ 8 millones en 2024 para una nueva línea de vinos sin alcohol. La cifra contempla nueva maquinaria para incrementar la producción y crecer en los mercados donde el varietal ya está instalado con éxito; eso sí, hasta el momento todavía se encuentran en etapa de investigación. 

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La experiencia internacional

A pesar de que se abren oportunidades importantes de exportación, el segmento no llegaría a tratarse de consumo masivo. Al menos ese ha sido el caso de Bodegas Luzón, una de las más antiguas de Jumilla, España, que produce vino desde finales de 1841.

Bodegas Luzón decidió entrar al mercado de vinos 100% desalcoholizados como una respuesta al cambio en las preferencias de los consumidores y lanzó en 2024 Contraseña Tinto y Contraseña Blanco, “como una manera de satisfacer la demanda sin renunciar a la autenticidad del proceso vinícola”. 

La recepción ha sido positiva, especialmente en jóvenes.

“Actualmente hacemos envíos periódicos a varios países europeos, entre ellos Reino Unido, Polonia y Holanda, donde este tipo de productos tiene una mayor aceptación. Incluso nos ha sorprendido el interés, aunque tímido, que países latinoamericanos han mostrado por esta propuesta, lo que refleja un cambio en las tendencias de consumo a nivel global”, dijo Cutillas. 

Hay bodegas argentinas que si bien no tienen dentro de su portafolio esta categoría, sí están atentas y reconocen la oportunidad. Por ejemplo, Sebastián Sarcinella, sales director de Casarena, bodega de Luján de Cuyo (Mendoza), que destina alrededor del 75% de su producción a clientes internacionales, mencionó que por el momento no trabajan con esta vertiente ni tampoco lo harán en el mediano/corto plazo, pero sí es algo que están analizando y estudiando.  

“Si bien el foco de Casarena ha sido históricamente en Malbecs y Cabernet Sauvignons complejos, incorporar esta tendencia en el portafolio podría atraer a un público más joven o consumidores internacionales en busca de opciones modernas”, añadió. 

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