ES NOTICIA:

Close

Editorial FT: Vale la pena ratificar el acuerdo UE-Mercosur

El pacto con el bloque sudamericano es una oportunidad para impulsar el libre comercio.

Por Financial Times, editado por María Gabriela Arteaga / Foto: Reuters I Publicado: Jueves 12 de diciembre de 2024 I 09:08
Comparte en:

Nos encontramos aquí de nuevo. El acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea (UE), lanzado en 1999, llegó a la etapa de firma unas semanas antes de que Ursula von der Leyen fuera elegida presidenta de la Comisión Europea en 2019. Esa versión naufragó debido a la oposición inicial de algunos estados de la UE, que tenían preocupaciones sobre la Amazonia que a menudo parecían proteccionismo disfrazado por parte de los ganaderos.

Cinco años más tarde, después de que la UE finalmente logró una declaración apropiada de salvaguardas ambientales, se acordó en principio una nueva versión del acuerdo, el más grande que la UE haya concluido jamás. La UE sigue siendo el principal obstáculo para ponerlo en práctica, lo que es un testimonio del trabajo realizado por los gobiernos del Mercosur para generar consenso dentro de su bloque.

Después de meses de limpieza del texto, se presentará a los Estados miembros y al parlamento europeo para su aprobación. Von der Leyen tendrá que ver si puede generar el impulso necesario entre los gobiernos de la UE para contrarrestar las objeciones de Francia, Polonia y algunos otros, que dicen que el acuerdo crea demasiados desafíos para sus agricultores.

Aquellos a quienes les importa el sistema de comercio global deberían esperar que Von der Leyen prevalezca. Sin duda, llevar el acuerdo a votación contra la resistencia de París y Varsovia conllevaría riesgos considerables. Si el acuerdo fracasa una vez más, la credibilidad de la UE en cuanto a su capacidad para negociar grandes acuerdos se verá seriamente empañada. Pero ni siquiera intentarlo también tendría costos serios. Más allá de las oportunidades comerciales que abre, que se aplican particularmente a los agricultores sudamericanos y a los fabricantes de automóviles europeos, el acuerdo tiene una importancia global simbólica.

El libre comercio necesita algunos amigos. Incluso con Joe Biden, EEUU esencialmente ignoró las reglas comerciales a nivel multilateral y consideró todos los acuerdos comerciales significativos como anatema. La actitud de Donald Trump hacia un sistema basado en reglas es probablemente aún más despectiva. Éste sería un momento excelente para demostrar que la UE y los grandes mercados emergentes pueden seguir construyendo una infraestructura de derecho comercial regional, algo que es una opción inferior a los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero mejor que nada.

Chile le arrebata el segundo lugar a México en el ranking de fusiones y adquisiciones de América Latina

Pero primero hay que lidiar con París. En esta ocasión, la objeción de Francia parece más genuina que la tradicional oposición francesa a los acuerdos comerciales. Emmanuel Macron está siendo acosado en el ámbito nacional por Marine Le Pen, a quien no le gusta mucho el libre comercio dentro de la UE, y mucho menos con otras economías. El polaco Donald Tusk se ha unido a Macron en el bando del "no"; la resistencia de Tusk puede ser menos sincera, pero no por ello menos real. El probable Estado indeciso es Italia, ya que Giorgia Meloni está atrapada entre su base de votantes en los sectores industriales orientados a la exportación y los ruidosos agricultores del país.

Los problemas políticos de Macron no son triviales, pero es poco probable que el hecho de que Le Pen sea elegida o no en las próximas elecciones presidenciales contra un oponente más moderado dependa de un solo acuerdo comercial aprobado a pesar de las objeciones de Macron. Además, si el Presidente francés se toma en serio la idea de convertir a la UE en una fuerza geoeconómica, es una tontería dejar pasar oportunidades de fortalecer los vínculos con un gran bloque comercial de mercados emergentes. Los vínculos comerciales no se traducen directamente en influencia geopolítica, pero una UE que no logra ponerse de acuerdo con sus miembros para firmar acuerdos comerciales preferenciales (una competencia centralizada) tendrá poca credibilidad a la hora de proyectar poder en otros ámbitos.

A veces, en materia de política exterior hay una opción clara que muestra si un Gobierno está dispuesto a asumir los costos necesarios para convertirse en el actor internacional que quiere ser. Para la UE, y en particular para Francia e Italia, el acuerdo que está sobre la mesa con el Mercosur es una de estas veces. Fracasar una vez fue lamentable. Fracasar dos veces sería desaprovechar una oportunidad clave para defender el libre comercio frente a la amenaza de la Casa Blanca.

Comparte en: