Victoria Villarruel: la vicepresidenta de línea dura de Argentina que quiere reescribir la historia

Por Ciara Nugent

Cuando los argentinos eligieron a su nuevo presidente, Javier Milei, un economista libertario que prometía reformas drásticas, llegó como un paquete con una figura política muy diferente: la vicepresidenta Victoria Villarruel, una activista que ha basado su carrera en un conservadurismo cultural de línea dura.

Villarruel, de 48 años, encabeza ahora el Senado y es la primera en la línea de sucesión a la presidencia, una posición crucial, según los analistas, ya que la condición de político poco tradicional de Milei, con pocos escaños en el Congreso, plantea la posibilidad real de que no termine su mandato de cuatro años.

Sin embargo, a diferencia de Milei, Villarruel tiene pocos antecedentes en lidiar con las cuestiones económicas que dominan el debate político argentino.

En su lugar, se ha enfocado en cambiar la forma en que Argentina interpreta su historia del siglo XX. Ha dedicado las dos últimas décadas, como fundadora de una organización no gubernamental (ONG) y frecuente panelista de televisión, a denunciar los crímenes cometidos por los grupos guerrilleros de izquierda a principios de la década de 1970, una campaña que, según sus oponentes, justifica implícitamente la violenta dictadura de derecha que tomó el poder en 1976.

Es una política más pulida que Milei, un excéntrico conocido por sus irascibles desplantes y su desordenado corte de pelo. En su toma de posesión, Villarruel acaparó titulares al saludar a la delegación de Japón en japonés, idioma que habla de manera conversacional, junto con un inglés avanzado y un español sorprendentemente bien pronunciado y con una cadencia marcada.

Los primeros indicios sugieren que Villarruel, elegida diputada junto a Milei en 2021 por su movimiento La Libertad Avanza (LLA), jugará un papel de primera línea en su gobierno, según Juan Germano, director de la consultora política Isonomía.

"Ella no es un miembro del elenco de segunda categoría", dijo. "Es una figura con su propia agenda, una agenda extremadamente clara".

Un estrecho colaborador de Villarruel dijo: "No llegó aquí por tener la cara bonita; sus ideas la trajeron aquí. Lleva años preparándose para esto, porque siente que hay una gran parte de la sociedad a la que no se ha escuchado durante mucho tiempo".

Sin embargo, el papel de Villarruel en el equipo de Milei se ha reducido en cierta medida en las últimas semanas, conforme él estableció una alianza con el partido Propuesta Republicana (PRO), de la derecha convencional en Argentina. Aunque Milei dijo durante la campaña que Villarruel supervisaría su política de seguridad y defensa, entregó esos ministerios a la exaspirante presidencial del PRO Patricia Bullrich y a Luis Petri, quien ella había escogido como su vicepresidente.

Después de graduarse de la facultad de derecho, Villarruel comenzó su activismo a principios de la década de 2000, aproximadamente cuando llegó al poder el presidente peronista Néstor Kirchner. Quería desafiar el consenso cultural que defendían Kirchner y su esposa y sucesora, Cristina Fernández de Kirchner.

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Las motivaciones

Entre las causas de Villarruel se encuentran la oposición a la legalización del aborto en 2020, postura que Milei comparte. Ha condenado "el adoctrinamiento" de los niños en las clases escolares sobre los derechos LGBTQ, y lo que califica de "impunidad" para los delincuentes en Argentina.

Pero su tema central ha sido cuestionar la narrativa de finales del siglo XX establecida por el movimiento de derechos humanos de Argentina, gran parte del cual está alineado con los peronistas.

"Si tuviera que decir, todo lo que han escuchado en los últimos 40 años de la República Argentina en lo referido a su pasado es falso. Ha sido construido por la izquierda", dijo en una conferencia en Madrid en 2022.

Villarruel, hija de un general que participó en la represión de los grupos guerrilleros de izquierda a mediados de los años setenta, fundó en 2006 una ONG dedicada a los derechos de las víctimas de esos grupos. Anteriormente, habían sido excluidos en gran medida de los esfuerzos nacionales de Argentina para conmemorar el período, que se enfocaron en la violencia estatal generalizada durante la dictadura de 1976 a 1983.

Dijo en Madrid que Argentina había sufrido "una guerra" a principios de la década de 1970, en la que "17 organizaciones armadas, la gran mayoría de ellas de extrema izquierda, atacaron al Estado, aterrorizaron a la población...Hubo abusos por parte del Estado durante los combates contra esos grupos armados".

En noviembre, Villarruel propuso convertir en escuelas el museo de la memoria de Buenos Aires, que se encuentra en un antiguo centro clandestino de detención que funcionó durante la dictadura. El museo conmemora crímenes como la tortura, el lanzamiento de prisioneros al mar desde aviones en "vuelos de la muerte" y el secuestro de bebés de madres detenidas que luego eran entregados a otras familias.

Villarruel ha rechazado las estimaciones de grupos de derechos humanos según las cuales 30.000 personas fueron asesinadas o "desaparecidas" por el régimen.

Cristián Palmisciano, especialista en derechos humanos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), dijo que los académicos coincidían en que la cifra de 30.000, basada en varios datos, podría ser imprecisa.

"El problema es que Villarruel utiliza estos pocos puntos reales de incertidumbre para cuestionar partes sensibles del consenso democrático argentino sobre los crímenes de la dictadura. Sugiere que los crímenes de la guerrilla y los crímenes de los militares fueron equivalentes", dijo Palmisciano.

Villarruel conoció a Milei en un estudio de televisión en 2017. Según Juan Luis González, el biógrafo de Milei, ese último entonces la llamó en 2021, cuando estaba fundando LLA y un estratega le aconsejó que buscara una figura política pulida fuera del entonces marginal movimiento libertario para compartir su candidatura al Congreso.

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Adriana Amado, columnista política argentina, dijo que la habilidad de Villarruel como comunicadora, especialmente durante un debate ampliamente elogiado contra el candidato a vicepresidente de los peronistas, fue crucial para la campaña.

En unas elecciones que giraron en gran parte en torno a la peor crisis económica de Argentina en dos décadas, no está claro, según los encuestadores, qué proporción del 56% de los argentinos que apoyaron a Milei en la segunda vuelta de noviembre comparte el conservadurismo cultural de Villarruel.

El estrecho colaborador del vicepresidente dijo que Villarruel reconocía que la crisis económica de Argentina era la prioridad "urgente" del gobierno. "Sin embargo, una vez que se resuelva eso, ella seguramente empezará a trabajar para crear consenso sobre las ideas más amplias que sostiene y que forman parte de LLA".

Según un dirigente empresarial, "cuando a ella le preguntas sobre las posturas de Milei, no quiere hablar de él. Creo que tienen valores fundamentalmente distintos".

Pero Villarruel consiguió una victoria temprana para el gobierno de Milei el mes pasado. A pesar de que el LLA sólo tenía siete de los 72 senadores, reunió 39 votos para aprobar al candidato de la coalición como líder suplente del Senado, superando un intento de los legisladores peronistas de instalar a su candidato.

"Lo poco que hemos visto de ella hasta ahora sugiere una capacidad para construir acuerdos y cumplir sus objetivos", dijo Germano, de Isonomía.

Un diplomático en Buenos Aires dijo que esperaba que Villarruel montara su propio proyecto político, y potencialmente se postulara a la presidencia, en el futuro.

"Creo que hay que vigilarla de cerca", dijo. "Está lista para cualquier cosa".