Fundador de MercadoLibre: "Numerosos empresarios se han ido... eso es lo más triste de lo que está pasando en Argentina"

En la entrada de una estación de metro en el centro de Buenos Aires, el músico Dylan Calag utiliza un código QR laminado en lugar de la tradicional gorra para recolectar propinas. Los viajeros pueden escanear el código con MercadoPago, la aplicación de pago para teléfonos inteligentes, y transferir pesos a la cartera digital de Calag mientras él recorre las líneas del metro de la capital argentina.

El servicio lo brinda el equivalente latinoamericano a Amazon: MercadoLibre, una compañía que, en dos décadas, ha pasado de ser un mercado de artículos de segunda mano en Argentina, donde los clientes intercambiaban bicicletas viejas y bolsos antiguos, a una plataforma de comercio electrónico y de finanzas.

MercadoPago rápidamente se ha convertido en una de las partes más lucrativas del negocio. La unidad de tecnología financiera ha aprovechado los millones de latinoamericanos que siguen sin tener suficientes servicios bancarios -hasta la mitad de todos los adultos- ofreciendo una alternativa fácil de usar. El año pasado se realizaron pagos por un total de US$ 77 mil millones a través de la aplicación, un aumento del 55 por ciento con respecto a 2020.

"Estamos democratizando las finanzas así como el comercio en Latinoamérica", indicó el cofundador Marcos Galperin. "No estaba esperando que ocurriera tan rápidamente", él agregó.

Actualmente con un valor de más de US$50 mil millones por capitalización de mercado, habiendo aproximadamente duplicado su valor durante la pandemia, MercadoLibre se ha convertido en un nombre familiar desde la Ciudad de México hasta el extremo sur de Chile.

En 2017-20, MercadoLibre logró una tasa de crecimiento anual compuesta del 41,6%, según la más reciente clasificación de FT-Statista de las compañías de mayor crecimiento de las Américas. El año pasado, el costo total de los bienes vendidos superó los US$28 mil millones.

Aunque Latinoamérica sufrió un mayor daño económico por el coronavirus que cualquier otra región del mundo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Galperin comentó que la pandemia sólo había acelerado lo que él se había propuesto hacer en 1999 desde el garaje del negocio de marroquinería de su familia.

"Mi objetivo era ayudar a las pequeñas y medianas empresas a competir, alejándose de los centros urbanos tradicionales, y dándoles acceso a todos al mismo tipo de productos", él explicó.

La sede de la empresa en Buenos Aires tiene una oficina central con paredes de vidrio. Sin embargo, Galperin rara vez está allí. Para nuestra entrevista, él se conectó por videoconferencia desde su casa al otro lado del Río de la Plata en Montevideo, la capital de Uruguay.

Su salida de Argentina en diciembre de 2019, a unas pocas semanas de que el gobierno peronista de izquierda se asegurara una victoria electoral, fue noticia.

Las normas argentinas estipulan que los presidentes de compañías deben residir en el país. Por lo tanto, Galperin se vio obligado a renunciar como presidente de la división argentina de MercadoLibre, lo cual hizo que en algunos círculos se cuestionara su futuro papel en el negocio.

Su razón para trasladarse a Uruguay fue "personal", indicó Galperin, y el traslado de la dirección fue un mero detalle técnico: "Argentina es un lugar muy formal y extremadamente regulado; como presidente, tienes que estar físicamente en el país. Yo sigo dirigiendo las operaciones del día a día desde Uruguay, como director ejecutivo". Galperin ha vivido en el país durante 16 de los últimos 20 años, él señaló.

"Numerosos empresarios se han ido, y eso para mí es lo más triste de lo que está pasando en Argentina", añadió Galperin, señalando las onerosas normas fiscales y la excesiva regulación que no ha logrado estabilizar la economía. "La gente está cansada de que las reglas cambien", él indicó.

Stelleo Passos Tolda, el director de operaciones de MercadoLibre, lo reemplazó como presidente en febrero del año pasado, pero Galperin sigue a cargo de la compañía en toda Latinoamérica.

Aunque los críticos han acusado al empresario multimillonario de las puntocom de abandonar su país de origen en un momento de crisis, Argentina todavía representó una quinta parte (21 por ciento) de los ingresos de MercadoLibre el año pasado, a pesar de los retos que plantea una incontrolada inflación. En 2021 se crearon más de 4,000 nuevos empleos, con lo que la fuerza laboral total de la compañía en el país ascendió a 10,000 personas, conforme muchas otras empresas cerraban y decenas se trasladaban al extranjero.

Galperin había regresado a Buenos Aires durante cuatro años bajo la anterior administración argentina del presidente promercado, Mauricio Macri, en 2015-19.

Los empresarios habían depositado grandes esperanzas en Macri, quien prometió en 2015 que su equipo de tecnócratas solucionaría los problemas económicos de Argentina. En cambio, apenas a mitad de su mandato, la pérdida de fe en el programa de reformas de su gobierno condujo a una recesión y a que un rescate récord del FMI se descarrilara.

Se han presentado varias acusaciones no probadas en contra de Galperin, a quien algunos ven como un animador de Macri y de la oposición argentina.

El fiscal federal Guillermo Marijuan denunció en 2020 a toda la junta directiva de la compañía por supuesto fraude y posible acceso a información financiera privilegiada. Marijuan afirmó que los ejecutivos de MercadoLibre tenían conocimiento previo de que el gobierno de Macri iba a anunciar que ciertos bonos del Estado entrarían en incumplimiento. Los ejecutivos, alegó el fiscal, los vendieron 12 días antes de la noticia. Desde entonces, el caso ha sido desestimado.

Santiago Sena, un profesor de la IEEM Escuela de Negocios en Montevideo, ha dicho que la actual administración peronista tiene una relación "ambivalente" con el sector privado. Es "como una pareja que tiene que convivir cuando el amor se ha perdido", explicó Sena. Inevitablemente, esta situación crea tensiones con MercadoLibre, la compañía más valiosa de Argentina. Varios ejecutivos empresariales en Buenos Aires han dicho que Galperin está siendo "perseguido políticamente".

El enfoque de Galperin, mientras tanto, va mucho más allá de cualquier disputa legal en Argentina; él prefiere comparar su compañía con el grupo intercultural energético Royal Dutch Shell.

"Tenemos nuestra sede en Argentina, nuestro equipo directivo es en parte brasileño, y nuestro negocio es totalmente latinoamericano", afirmó Galperin.