Opinión FT: El camino incierto hacia la tierra prometida de Javier Milei
El presidente de Argentina necesita construir una coalición para apoyar sus reformas económicas radicales.
Por el Consejo Editorial
Las crisis recurrentes de Argentina y su incapacidad para alcanzar su obvio potencial han convertido a la nación sudamericana en una triste excepción entre las economías de ingresos medios de desempeño más estable del mundo.
Su turbulenta historia ayuda a explicar por qué eligió el año pasado a un presidente que desafía las convenciones. Javier Milei, un autodenominado anarcocapitalista con principios libertarios y un amor incondicional por el libre mercado, se ha convertido en el favorito de los financiadores de cobertura globales y los magnates del capital privado, y esto a pesar de su cercanía con Donald Trump, su negación de la existencia cambio climático y su postura antiabortista.
La promesa de campaña de Milei de llevar una motosierra al Estado parecería imprudente en gran parte del mundo, pero resonó en Argentina. El gasto gubernamental fuera de control y la corrupción desenfrenada han llevado al Estado a la quiebra, destruido el valor del peso y dejado a la nación cerca de la hiperinflación.
Dada la profundidad de la crisis, las primeras medidas del Presidente no fueron descabelladas: un drástico ajuste fiscal para equilibrar el presupuesto rápidamente, una gran devaluación del peso para corregir un tipo de cambio oficial tremendamente sobrevaluado, aumentos en las tarjetas de alimentos y en el subsidio infantil para compensar parte de los dolor que sienten los más vulnerables. Afortunadamente, Milei parece haber dado marcha atrás en su promesa de dolarizar la economía; la inflexible economía basada en las materias primas tendría dificultades en la camisa de fuerza de la política monetaria estadounidense.
Las empresas, los inversionistas y el FMI han acogido con satisfacción los pasos de Milei hasta el momento. La inflación está bajando desde un máximo en diciembre, el tipo de cambio del peso en el mercado negro se ha estabilizado y se están eliminando subsidios insostenibles al transporte y al combustible.
Milei da marcha atrás al polémico aumento del 48% de sueldo para su Gobierno que lo había enfrentado con Cristina FernándezSin embargo, la economía se dirige a la recesión. No está claro cuánto tiempo tolerará la población el creciente dolor causado por la austeridad. Las caídas del valor real de los salarios y las pensiones no son sostenibles y podrían desencadenar protestas masivas. El FMI señaló que Argentina necesitaba reformas orientadas al mercado, pero que “éstas deberían diseñarse y secuenciarse para garantizar un crecimiento sostenido e inclusivo”.
Milei también corre el riesgo de convertirse en víctima de sus tácticas políticas. El execonomista de la televisión se ha aferrado en el cargo a la estrategia que le sirvió bien en la campaña: animar a sus seguidores en las redes sociales denunciando la corrupta “casta gobernante” de Argentina, insistiendo en que no hay alternativas y lanzando coloridos insultos a los oponentes.
Esta estrategia de todo o nada va en contra de la realidad política. Milei está muy lejos de alcanzar la mayoría en el Congreso, incluso con el respaldo del partido conservador PRO del expresidente Mauricio Macri. Ninguno de los 23 gobernadores provinciales del país es un aliado seguro. El presidente ha dicho que está dispuesto a pasar por alto a los legisladores hostiles y confiar en decretos y otros poderes ejecutivos. Pero Milei tiene que ganarse a los centristas y a algunos peronistas moderados de la oposición o arriesgarse a que su presidencia sea neutralizada por una amplia coalición de descontentos.
En su discurso anual ante el Congreso este mes, el presidente invitó a gobernadores y líderes políticos a unirse a él para acordar un nuevo “pacto fundacional” para que Argentina cimente las reformas. Muchos acogieron con agrado la oportunidad de entablar un diálogo. Sin embargo, Milei insistió en que los asistentes debían firmar 10 principios excesivamente rígidos, entre ellos evitar los déficits gubernamentales para siempre y limitar el gasto público a alrededor del 25% del producto interno bruto.
A Argentina no le conviene que los planes económicos de Milei fracasen: la alternativa podría ser la parálisis del gobierno y la hiperinflación. Sin embargo, el Presidente parece demasiado cómodo con la idea de ser un profeta en el desierto. El mes pasado recordó al Financial Times que su héroe Moisés pasó 40 años en el desierto antes de que su pueblo llegara a la tierra de leche y miel. Argentina no puede esperar tanto. Milei necesita demostrar que su tierra prometida no es un espejismo y que puede traer consigo a suficiente gente para que sus reformas económicas tengan éxito.
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