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AMLO se radicaliza en medio de tensiones ad portas de su sucesión

Los últimos pasos del presidente indican su creciente voluntad de empujar los límites constitucionales en un intento por consolidar su legado antes de las elecciones del próximo año.

Por Financial Times, traducido por María Gabriela Arteaga / Foto: Reuters I Publicado: Martes 9 de mayo de 2023 I 09:10
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Por Christine Murray
Ciudad de México 


En un reciente viernes por la noche, el presidente de México se sentó en el Palacio Nacional, flanqueado por cuatro candidatos para sucederlo, y se dirigió a los legisladores de la coalición gobernante que estaban sumidos en un enfrentamiento de varios días con la oposición.

Senadores del partido Morena de Andrés Manuel López Obrador dijeron que la reunión de fines de abril fue un encuentro benigno entre colegas. Pero en cuestión de horas, los legisladores establecieron una cámara legislativa improvisada en un edificio cercano y aprobaron 20 nuevas leyes, sin la presencia de la oposición.

Los congresistas y los analistas políticos dijeron que los eventos posteriores al cierre del Senado, provocado por una protesta de la oposición en apoyo al organismo de transparencia del país, eran una señal del poder de López Obrador sobre la legislatura. También indican la creciente voluntad de su gobierno de empujar los límites constitucionales en un intento por consolidar su legado antes de las elecciones del próximo año.

El líder izquierdista de la vieja escuela, ampliamente conocido como AMLO, debe despedirse de la presidencia en ese momento considerando que el límite de México es un solo mandato de seis años.

“Creo que se está radicalizando”, dijo Humberto Beck, profesor del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. “Lo que hay detrás de esto es su convicción de que su apoyo electoral es (...) más importante que cualquier otra parte de la democracia mexicana”.

En los últimos meses, López Obrador ha menospreciado a los grupos que, según él, están trabajando en su contra, incluidos los periodistas de investigación a los que califica de “mercenarios” y la Corte Suprema, que dijo defendió a las élites poderosas cuando recientemente anuló una ley.

El presidente llama a su gobierno la “cuarta transformación” de México, poniéndolo a la par con la independencia de la nación de España o la revolución de principios del siglo XX. Tiene una base comprometida de simpatizantes y tiene índices de aprobación de alrededor del 60%, alto según los estándares internacionales, aunque solo un poco por encima de algunos de sus predecesores en el mismo punto de sus mandatos.

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Sin control y equilibrios

Desde que asumió el cargo en 2018, emprendió megaproyectos de infraestructura, implementó reformas laborales favorables a los trabajadores y mantuvo una disciplina fiscal favorable al mercado.

Pero también recortó el presupuesto de organismos autónomos como la agencia electoral, dejó a los reguladores sin miembros de la junta y amplió enormemente el poder de las fuerzas armadas, asignándoles tareas ordinariamente civiles como la construcción de aeropuertos y el manejo de aduanas.

López Obrador ha dicho que quiere eliminar el organismo de transparencia, mientras que Morena debe debatir un proyecto de ley en septiembre que otorgaría al gobierno amplios poderes para revocar permisos y concesiones.

Xóchitl Gálvez Ruiz, senadora opositora del Partido Acción Nacional (PAN), se encadenó a un escritorio la noche de las votaciones el mes pasado para intentar interrumpir el proceso.

“El mensaje que quería enviar era que él tiene el control de la sucesión”, dijo sobre la reunión del presidente. “Al final, el presidente no quiere controles y equilibrios. No quiere una legislatura que lo cuestione”.

Los votos se produjeron días después de que el presidente, que sufrió un infarto en 2013, se enfermara durante un viaje y regresara a toda prisa a la Ciudad de México. Dijo que tenía Covid-19, pero los analistas dijeron que el evento parecía agregar urgencia al proceso de sucesión.

La corte suprema del país también se ha envalentonado bajo el nuevo liderazgo y anuló la legislación central de su proyecto. El lunes le asestó un golpe al invalidar parte de su reforma electoral que, según los defensores, amenazaba la democracia.

Con menos de 18 meses restantes de su mandato, López Obrador está acelerando su impulso para terminar proyectos, algunos de los cuales están retrasados, como su tren turístico “Maya” de US$ 15 mil millones en el sur.

Los miembros de su partido rechazan la idea de que tiene control sobre los legisladores o se ha desviado de los planes de gobierno establecidos antes de asumir el cargo.

“Se está concentrando en los proyectos que le ofreció a la gente”, dijo Rafael Espino de la Peña, senador de Morena. “Puedes estar a favor o en contra, pero lo que no está bien es decir que ha cambiado de comportamiento. El presidente ha sido muy transparente”.

Espino de la Peña votó en contra de cuatro de las 20 leyes aprobadas por sus compañeros y citó esto como evidencia de que los legisladores no estaban atados a la voluntad del presidente.

Después de dos elecciones importantes de gobernadores estatales este año, la elección presidencial de México está fijada para junio de 2024, y la tensa carrera para convertirse en el candidato del partido gobernante Morena ha estado en marcha durante meses.

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Una posible sucesora

López Obrador ha dicho que el candidato será seleccionado a través de una encuesta interna, pero algunos aspirantes se han quejado de que el proceso no está claro. Muchos creen que el propio presidente tendrá la última palabra.

Sin embargo, a pesar de los mitos que dicen lo contrario, ningún presidente mexicano había elegido con éxito a su sucesor durante unos 30 años, dijo Francisco Abundis, director del grupo de encuestas Parametria.

Dijo que la reunión de López Obrador con los senadores probablemente fue su forma de trazar una ruta para quien venga después en medio de una sucesión impredecible para el joven partido.

“La pregunta ahora es si este presidente, con un nivel de poder que no hemos visto en mucho tiempo, podrá colocar a su candidato”, dijo Abundis. “No sabes cómo se van a comportar los diferentes actores si no hay tradición, no hay reglas, no hay mejores prácticas”.

La alcaldesa de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el canciller Marcelo Ebrard son vistos como los favoritos para la nominación de Morena, con Sheinbaum siete puntos porcentuales por delante en una encuesta realizada en febrero por Mitofsky. El ministro del Interior, Adam Augusto López, y el líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal, también se postulan para el cargo.

El campo de candidatos de la oposición sigue siendo amplio, persisten dudas sobre la solidez de la alianza entre partidos y no hay un claro favorito.

La incertidumbre se suma a un ambiente ya ansioso, con homicidios alcanzando niveles récord en la última media década y legisladores estadounidenses intensificando las críticas a México por no detener a los cárteles de la droga antes de sus propias elecciones presidenciales.

La mayoría está de acuerdo en que quien suceda a AMLO probablemente sea menos popular y menos carismático que el actual presidente. El líder confía en ganar una gran mayoría en el Congreso, donde los miembros asumirán el cargo un mes antes que el nuevo presidente, para que pueda impulsar en sus últimas semanas reformas constitucionales, como poner a la guardia nacional bajo control militar.

Ha prometido retirarse luego a su rancho en el sur del país, pero es probable que siga siendo influyente.

Beck dijo: “Cualquier declaración que haga o cualquier insinuación a favor o en contra de cierta política o cierta figura será decisiva en el corto plazo”.

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