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Exrebelde Petro enfrenta ardua tarea para satisfacer expectativas de votantes colombianos

La histórica victoria del exguerrillero puede resultar más fácil que gobernar en medio de los múltiples desafíos económicos del país.

Por Michael Stott / Foto: Twitter I Publicado: Martes 21 de junio de 2022 I 10:05
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Gustavo Petro considera que su victoria en las elecciones presidenciales de Colombia es la culminación de toda una vida de lucha por la justicia social que comenzó como activista estudiantil y rebelde clandestino de la guerrilla.

Por su parte, los inversionistas se preguntan si las promesas del senador izquierdista de subir los impuestos, imponer aranceles a las importaciones y desviar la economía del petróleo y la minería hacia el turismo y la agroindustria suponen el fin del atractivo del país como lugar para hacer negocios.

"Aquí lo que viene es un cambio de verdad, un cambio real", les prometió Petro, de 62 años, a sus partidarios en un discurso de victoria después de que obtuvo una estrecha victoria el domingo con el 50.4 por ciento de los votos. "No vamos a traicionar a ese electorado que lo que le ha gritado al país, lo que le ha gritado precisamente a la historia es que a partir de hoy Colombia cambia, Colombia es otra".

Para recalcar la magnitud de la transformación política, el presidente electo estaba flanqueado por Francia Márquez, una activista medioambiental de 40 años quien se convertirá en la primera vicepresidenta de raza negra de Colombia.

Hechos históricos

La elección fue histórica en otros aspectos. Colombia, un país que sufrió una guerra de cinco décadas entre las guerrillas izquierdistas y el ejército, eligió como próximo comandante de sus fuerzas armadas a un hombre que fue torturado y encarcelado por el ejército debido a sus actividades como miembro clandestino del grupo guerrillero M-19, que se disolvió en 1990.

Petro tuvo cuidado de equilibrar sus promesas de reforma radical en el discurso con las promesas de unir a un país dividido por una encarnizada contienda electoral. Su oponente en la segunda vuelta fue Rodolfo Hernández, un populista de 77 años que hizo su fortuna construyendo viviendas de bajo costo y que hizo una excéntrica campaña realizada principalmente en las redes sociales.

Al final, la propensión de Hernández a los desatinos y a los arrebatos de mal humor parece haberle costado la victoria. Consiguió el 47,3 por ciento de los votos, mientras que el resto de las boletas se emitieron en blanco.

Al elegir a candidatos ajenos a la corriente política dominante, los votantes colombianos expresaron su frustración ante la profunda desigualdad, los inadecuados servicios públicos, el aumento de la inflación y la persistente corrupción, una tendencia que se ha observado en otras elecciones latinoamericanas recientes, desde Honduras hasta Chile.

Pero hacer realidad las esperanzas de millones de colombianos que durante mucho tiempo se han sentido ignorados por las élites políticas del país y a quienes se les ha negado la oportunidad de mejorar sus vidas será un gran reto.

Aunque se prevé que la economía colombiana sea la que más crezca este año en América Latina, el gobierno está escaso de dinero tras elevar el gasto para combatir los efectos de la pandemia de Covid-19. Los niveles de deuda pública son relativamente altos, un 64 por ciento del producto interno bruto (PIB), y las empresas se muestran reacias a invertir hasta que no sepan cuán radical será el próximo gobierno.

Colombia es el aliado más importante de EEUU en América del Sur. Ha sido un socio clave en la guerra contra las drogas y en la campaña de Washington para forzar un cambio de régimen en la Venezuela socialista, aunque Petro se opone a ambas políticas. Aunque Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, se apresuró a felicitarlo, los funcionarios de Washington han expresado en privado su inquietud ante la perspectiva de una presidencia de Petro.

Ricardo Ávila, analista del diario El Tiempo, dijo que la "primera prioridad de Petro sería tranquilizar los mercados"; la segunda buscar el diálogo con quienes no votaron por él; la tercera arreglar las relaciones con las fuerzas armadas; y la cuarta manejar las expectativas.

"Todo esto es urgente si no quiere heredar una casa en llamas, después de haber lanzado tantos cócteles molotov durante la campaña electoral", le dijo al Financial Times.

Petro, quien tomará posesión el 7 de agosto, ha prometido subir los impuestos a los colombianos más ricos y gravar los latifundios improductivos para aumentar los ingresos en 5 puntos porcentuales del PIB. También quiere imponerles aranceles a las importaciones para proteger a los productores nacionales, renegociar un acuerdo comercial con EEUU y ofrecerles empleos en el gobierno a millones de desempleados.

La mayoría de estas medidas requieren la aprobación de un Congreso fragmentado, en el que la coalición de Petro sólo tiene el 15 por ciento de los escaños. Hay otros grupos de izquierda más pequeños que podrían apoyarlo, pero el Congreso sigue estando dominado por las fuerzas conservadoras y centristas tradicionales que podrían complicarle la vida.

Es probable que su llamado a que no se suban más las tasas de interés — que se han disparado del 1,75 por ciento al 6 por ciento en nueve meses — sea ignorada por el banco central independiente, mientras que el Tribunal Constitucional será un control adicional sobre su poder.

Petro se enorgullece de sus logros en la reducción de la pobreza y la construcción de viviendas de interés social mientras fue alcalde de Bogotá de 2012 a 2015. Pero los detractores recuerdan a un líder conflictivo que pasó por docenas de nombramientos en el gabinete y que se vio brevemente obligado a dejar el cargo tras un intento fallido de desprivatizar el sistema de recogida de basuras de la ciudad que estaba en manos de contratistas externos.

"Creemos que los mercados y los agentes económicos seguirán adoptando una actitud expectante a la espera de medidas más concretas", dijo Ben Ramsey, jefe de investigación económica de América Latina de JPMorgan. "Lo más destacado sería la decisión de Petro para su gabinete económico".

Con la intención de tranquilizar el mercado — el peso colombiano ha caído un 4 por ciento este año ante el dólar estadounidense por la incertidumbre política — Petro presentó la semana pasada una lista de candidatos moderados para el puesto clave de ministro de finanzas. Entre ellos, el respetado excandidato presidencial de centro izquierda Alejandro Gaviria, así como los exministros de finanzas José Antonio Ocampo y Rudolf Hommes.

El reto de Petro será ahora cumplir con las altas expectativas de los votantes, llevar la paz al campo propenso a la violencia de Colombia y guiar su economía hacia una senda más verde y justa sin perjudicar el crecimiento.

Gabriel Boric, su compañero de ideología que llegó a la presidencia de Chile en marzo, enfrentó retos similares, pero sus índices de aprobación se han desplomado en medio de una fuerte desaceleración económica y el aumento de la delincuencia.

Ani De la Quintana, directora asociada de la consultora Control Risks, dijo que "si Petro no envía rápidamente las señales adecuadas, su luna de miel podría ser muy corta, igual que la de Gabriel Boric".

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